SÍ AL
REFERENDUM EN CATALUNYA.
Afinidades
Anticapitalistas
Al menos un sector significativo de miembros de Afinidades fuimos militantes
de la LCR en la década de los 70. Ya entonces nos manifestamos contrarios a la
Constitución del 78, contribuimos a impulsar
el debate social sobre sus contenidos y propusimos su rechazo. (1)
Recuperamos una parte de la declaración publicada (hace casi 40 años)
y su crítica al anteproyecto constitucional en lo referente al apartado
Nacionalidades y Regiones. Meses después, el artículo 2 del Título Preliminar
–texto aprobado por las Cortes el 31.10.78- instituía “la indisoluble unidad de
la Nación española”. Décadas después, persistimos en el mismo enfoque radical
democrático.
El tramo de “memoria” que
recuperamos aquí, nos vale como un posible prólogo al artículo publicado por
Martí Caussa en la web de viento sur porque finalmente, si “la legalidad
catalana sigue chocando con la legalidad española”, la responsabilidad de la
izquierda solidaria peninsular ya se está retrasando y en la medida que la
constitución del 78 tapona institucionalmente la mayor extensión de las
libertades, la conquista de la Autodeterminación catalana supondrá no solo
recuperar un derecho allí sino activar un excelente disolvente del atasco gestado
y legado por la llamada transición.
(1). Doc. LCR “No a una Constitución al servicio del
capital”.
“El anteproyecto constitucional excluye la
posibilidad de que las nacionalidades del Estado español se autodeterminen. En
el debate de la Comisión Constitucional tanto el PSOE como el PCE sostuvieron
un criterio contrario a la autodeterminación, cuando ambos lo tienen en sus
programas de partido.
El texto
definitivo de la ponencia dice en su artículo 2 que “la Constitución se
fundamenta en la unidad de España como patria común e indivisible de todos los
españoles…”. Con esta afirmación se prejuzga de forma definitiva que la
soberanía de los destinos de las nacionalidades no reside en sus pueblos sino
en el Estado central.
La
aprobación de este artículo es sumamente grave. La negativa al derecho que las nacionalidades tienen a decidir sin
injerencias si desean un Estado independiente, unas relaciones federales
basadas en la igualdad de los pueblos o simplemente una autonomía, significa,
ni más ni menos, que las opresiones nacionales van a proseguir, que se
dificultan conscientemente las relaciones de convivencia entre los pueblos y
que se sanciona la tendencia al autoritarismo y centralismo en los que está
interesado el gran capital” (…)
Se impone
una conclusión: el proyecto constitucional es una soga al cuello de los pueblos
del Estado español”.
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