Vicente
Pérez Plaza*. LQS. Mayo 2019
La transición democrática
puso fin a cuarenta años de memoria amordazada. Y sin embargo, una personalidad
histórica como la de Julio Álvarez del Vayo permanece, todavía hoy, en el
olvido relativo. Olvido porque, evidentemente, está esperando aún que se le
reconozca su lugar en esa memoria. Relativo porque, pese a todo, es imposible
andar por la historia de España sin tropezarse frecuentemente con Álvarez del Vayo,
a cuya figura tratan de acercarse estas notas biográfica.
Julio Álvarez del Vayo, hijo
de un general del Ejército, nació en Villaviciosa de Odón, provincia de Madrid,
el año 1891.
Tras licenciarse en Derecho,
obtuvo una beca de la Junta de Ampliación de Estudios y marchó en 1912 a la
London School of Economics para estudiar a Lloyd George, político renovador que
por entonces era ministro de Hacienda, con el matrimonio inglés Sidney y
Beatrice Webb, fundadores de la Sociedad Fabiana y autores de libros sobre
historia y teoría del socialismo.
Fruto de esta primera
apertura al mundo y de su acercamiento a los Webb y al movimiento obrero
inglés. Vayo solicita por escrito su adhesión al PSOE que le es contestada
afirmativamente en carta autógrafa, por Pablo Iglesias.
El joven estudiante se
traslada de Londres a Alemania, Universidad de Leipzig, donde se inscribe en un
curso de Historia del Socialismo, Comunismo y Anarquismo y es testigo del
ascenso militarista en vísperas de la I Guerra Mundial. Según cuenta en sus
memorias:
Cuando llegó de París la
noticia del asesinato de Jean Jaurés, la gran voz -¡y qué voz!- contra la
guerra, comprendimos que todo estaba perdido. Pocos días después, la fracción
socialdemócrata del Reichstag votaba los créditos de guerra. Guillermo II pudo
decir “Yo ya no reconozco partidos, sólo conozco alemanes”.
Me encontré cada vez más
solo en medio de una guerra creciente y asfixiante. Pero surgió como elemento
de esperanza una figura formidable de combatiente socialista, que no iba a
traicionar nunca. De ella dijo Lenin “un águila. Era Rosa Luxemburgo (1).
A consecuencia de sus
actividades políticas Vayo es expulsado de Alemania y embarca para EE.UU, donde
comienza a trabajar en el periodismo. Vuelve a Alemania en plena guerra, año 1916,
como corresponsal de La Nación y del Manchester Guardian. De aquellos días
recuerda una larga conversación con Rosa Luxemburgo, poco antes de que fuese
arrestada. Vayo hablará siempre de
Rosa como de una maestra que
le enseñó a no desesperar nunca, no parar jamás de luchar, incluso cuando la
situación parece de lo mas adversa (2). Y su admiración por ella llegaría hasta
el punto de convertirla en el personaje principal de su única novela publicada:
La senda roja.
Desde Alemania y se instala
en Suiza. En Zurich conoce a Lenin, quien por entonces redactaba en un café lo
que sería una de sus obras capitales: El Estado y la Revolución. Cuenta Vayo
que estando un grupo de estudiantes en dicho café, el camarero se les acerca
señalando al revolucionario ruso y le dice: -¿Ven a este hombre, el de la
pequeña barba que está sentado en el rincón? Pues está loco. Dice que uno de
estos días va a volver a Rusia a hacer la revolución y que la va a ganar…(3).
De Suiza regresa a una
España que no acaba de salir de la convulsión del 17. Se presenta a diputado
por el PSOE en las elecciones del 24 de febrero de 1918, sin obtener escaño y
al año siguiente contrae matrimonio con Luisa Graa, joven suiza, cuya hermana
se casa a su vez con otra personalidad del socialismo español: Luis
Araquistain.
Fridtjof Nansen fue un
popular explorador noruego que se adentró varias veces en el Ártico; fue
catedrático de Oceanografía. Doctor Honoris Causa en varias universidades y,
finalmente, Premio Nobel de 1922.
El explorador noruego había
sido comisionado por la Liga de las Naciones para negociar y organizar la
repatriación de 500,000 prisioneros que tras las I Guerra y la intervención
posterior, habían quedado en Rusia. Cedió la asignación del Premio Nobel a
favor del pueblo ruso y consiguió se le encargara la organización de una Misión
de la Liga a Rusia, para organizar las ayudas.
Nasen propone a Vayo tomar
parte en esa misión. Vayo hace así su primer viaje a Rusia, al que seguirán
otros nueve. Fruto de los mismos, son dos libros traducidos a varios idiomas:
La joven Rusia y Rusia a los 12 años.
Uno de estos viajes lo hará
Vayo a invitación de Lunacharski, ministro de Cultura del Gobierno soviético,
en 1928. El motivo, una reunión internacional de escritores e intelectuales
para rendir homenaje a Tolstoi en el centenario de su nacimiento.
Tarjeta postal, realizada
por Andreu Dameson. Editada por el Comissariat de propaganda de la Generalitat
de Catalunya. Pertenece a una serie de postales que se vendían en sobres de 5
unidades diferentes con el título «cinco figuras de la república» en catalán,
castellano, francés e inglés
La lucha contra el fascismo
Pocos años después, del 21
al 25 de junio de 1935 se reunía en París, Palais de la Matualité, el I
Congreso Internacional de Escritores, convocado por la Asociación de
Escritores, convocado por la Asociación de Escritores y Artistas
Revolucionarios (AEAR), creada en 1932 por Henri Barbusse. Entre los 230
participantes se encontraban las primeras figuras de aquellos años: Aragón,
Gide, Malraux, Nizan, Romain Rolland, Ehrenburg, Aldous Huxley, Pasternak,
Virginia Wood, Sinclair Lewis, Pablo Neruda, Tomas Mann, Bernard Shaw,
Hemingway, et. Sustituyendo a Valle-Inclán, que no pudo asistir por motivos de
salud, participó Álvarez del Vayo con la ponencia: La defensa de la cultura.
Este I Congreso significó un
aldabonazo internacional para la propagación del compromiso antifascista de los
intelectuales que se fueron organizando en la Asociación Internacional de
Escritores para la Defensa de la Cultura.
A iniciativa de Baeza y
Bergamín, dicha asociación aceptó celebrar su II Congreso en Madrid. Propósito
que se mantuvo pese al estallido de la guerra civil.
Y en efecto, el II Congreso
Internacional de Escritores Antifascistas, cuyas resonancias son bien
conocidas, se celebra en Valencia, Madrid y París el mes de julio de 1937.
España está en guerra y el Madrid situado se ha convertido en un símbolo
mundial de la resistencia al fascismo.
Abre el Congreso Juan Negrín,
.presidente del Gobierno republicano. Le sigue una intervención de Martín
Nadersen Nexo y a continuación habla Álvarez del Vayo, quien vuelve a tomar el
hilo de la defensa de la cultura, en las condiciones impuestas por la guerra:
Se lucha contra el
analfabetismo. El Comisariado de Guerra se ha trazado, como compromiso de
honor, el que, al terminar esta guerra civil, trasformada después por la
agresión de los Estados fascistas, en guerra internacional, no quede un solo
analfabeto. Cada palabra vuestra –viniera de las más remotas lejanías, fuese
cualquiera su matiz, siempre que coincidiera con la vibración antifascista-,
encontró en el frente un eco propicio (2).
Al final de los años veinte,
Vayo toma parte muy activa en los movimientos que tratan de acabar con la
dictadura de Primo de Rivera, traer la República y para los más radicales, ir
mas allá.
En sus memorias el general
Mola cita a Vayo como agitador y conspirador a finales de 1930. Así, el 18 de
noviembre. Vayo defendía en una sesión del Ateneo Científico y Literario, la
necesidad de responder a la fuerza pública en la calle y días más tarde, de
acuerdo con un informe policial, se le vuelve a citar porque trasvasaba una
maleta de armas desde su domicilio a alguna dependencia de dicho Ateneo (3).
El gran hispanista francés
Jean Cassou, fallecido recientemente, escribió:
Mi primer encuentro con Vayo
data de la noche del 13 al 14 de abril de 1931, en Madrid. Yo lo veo en algún
lugar de la calle de Alcalá, de pie sobre el techo de un coche, anunciando a la
gente que hay crisis y que la familia real, aun siendo consciente de ello, no
ha tomado todavía la decisión de irse y que hace falta que el pueblo se
mantenga alerta y dispuesto a manifestar en la calle su voluntad (4).
Vayo es elegido diputado a
Cortes en las primeras elecciones, tras la proclamación de la República.
Cuenta en sus memorias (1),
que su acercamiento a Largo Caballero data de los días anteriores a la
proclamación de la República:
Largo Caballero me inspiraba
un inmenso respeto. Era un socialista ejemplar, enteramente solidario con la
clase obrera. Había sido un excelente ministro de Trabajo al ser proclamada la
República en 1931, y ya entonces había actuado yo como una especie de enlace
entre él y el Comité Revolucionario.
Vayo se convierte, junto con
su cuñado Araquistain, en el más próximo colaborador de Largo Caballero, con
quien se muestra pública y totalmente identificado. Así, a comienzos de 1934,
Largo es presidente de la Federación Socialista Madrileña y Vayo su vicepresidente.
En calidad de tal y representando al primero, preside el 26 de enero la
asamblea de la Unión de Grupos Sindicales Socialistas, brazo sindical de la FSM
y la tendencia caballerista en la que interviene para reafirmar:
¿Por qué estoy yo aquí, sino
como vicepresidente de la Agrupación Socialista Madrileña y en quien el
camarada Largo Caballero, presidente de la Agrupación, ha delegado…? (5).
El Gobierno Provisional de
la República le designa embajador en Berlín, pero en 1931 el
nacional-socialismo estaba a las puertas del poder y Vayo se había distinguido
demasiado en sus denuncias del militarismo germánico. El Gobierno alemán hizo
saber al de Madrid que cualquier otro embajador sería preferido al designado. A
pesar de las violentas protestas de Prieto, defendiendo el nombre de Vayo,
finalmente se llega a un compromiso: elevar al rango de Embajada la legación de
España en México y nombrar a Vayo para este puesto.
Vayo y su esposa, Luisa
Graa, desembarcaron en Veracruz a mediados de mayo de 1931:
Cuando yo llegué a México,
la revolución estaba todavía muy viva… La Embajada de la República Española se
convirtió en centro de reunión de los mexicanos que habían hecho directamente
la revolución y continuaban sirviéndola (1).
Entre los amigos mexicanos
que Vayo mantendrá de este período, cabe citar al general Lázaro Cárdenas y
Jesús Herzog. Por su labor en México, Vayo fue condecorado con la Gran Cruz del
Mérito Azteca y la Gran Cruz de la República Española.
Tras el reconocimiento de la
URSS por el Gobierno republicano, éste nombra a Vayo primer embajador de la
República en dicho país. Nunca llegaría, sin embargo, a ocupar su cargo ya que
antes de tomar posesión del mismo, caía el Gobierno Azaña y subía al poder la
coalición Lerroux-CEDA.
Lo que sí aceptó es el
encargo de la Sociedad de las Naciones en 1934, para presidir la Comisión de
Paz en El Chaco, territorio que había dado lugar a un conflicto armado entre
Bolivia y Paraguay.
Los acontecimiento en España
toman un giro dramático a partir de 1934. Tras la insurrección de Asturias, en
el seno del PSOE se radicalizan las posturas. El ala izquierda plantea que la
República del 31 se ha agotado y que la revolución social está a la orden del
día.
Continuará…
Notas:
*.- Historiador, nota
publicada en la revista Historia 16. Año XIV. nº 157, pags. 141-150 en Mayo de
1989.
1.- J. Álvarez del Vayo, En
la lucha-memorias, Grijalbo, 1973
2.- M. Aznar Soler y L.M.
Schneider, II Congreso Internacional de Escritores Antifascistas (1973); 3
tomos, Editorial Laia, Barcelona, 1978.
3.- Emilio Mola Vidal,
Memorias, Editorial Planeta, Barcelona, 1977.
4.- Anónimo, En memoria de
Julio Álvarez del Vayo, Ediciones Frente Unido, Madrid, 1976.
5.- Fernando Díaz Plaja, La
historia de España en sus documentos (1923-1936), Instituto de Estudios
Políticos, Madrid, 1964.
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