A 100 AÑOS DE OCTUBRE

Amador F-Savater

Durante dos siglos, la imagen de cambio por excelencia ha sido la imagen revolucionaria: el corte radical entre lo viejo y lo nuevo, el derrocamiento del orden antiguo y el comienzo absoluto (hombre nuevo, etc.).

Ese imaginario de dos siglos hoy está agotado, pero sobrevuela prácticas, cuerpos y experiencias como imagen-zombi. Vivimos el desacople de las nuevas formas de politización y los imaginarios existentes de cambio (que privilegian lo épico, lo masivo, lo hiper-visible, el poder como eje central).

¿Podemos generar otro imaginario de transformación, adecuado para ver y pensar un cambio social complejo, no lineal, con sus mareas altas y bajas, capaz de dar valor también a lo que hay de invisible, silencioso, informal o impuro en las prácticas y las experiencias?

Se puede extraer inspiración del pasado (el anarquismo y su "revolución social" o los movimientos de mujeres en el siglo XX que desencadenaron cambios político-antropológicos gigantescos sin toma alguna del palacio de Invierno). Podemos investigar otras imágenes en autores o movimientos contemporáneos, como el zapatismo y su distinción entre el "revolucionario" y el "rebelde social", etc.

O también en otras imágenes del mundo, como las concepciones chinas que analiza François Jullien, según las cuales la revolución no pasaría tanto por proyectar un plan y llevarlo a la realidad, sino por activar los sentidos para captar las potencias que ya trabajan lo real y saber desplegarlas.

"Y así, la sensibilidad sería la cualidad principal del rebelde, como la fuerza de voluntad lo fue del revolucionario, cuando ya no se trata de imponer a lo real un sentido previo, sino de abrirse a sentir por dónde pasa circula la potencia y ser capaz de acompañarla sin forzar, con tacto".

http://www.eldiario.es/interferencias/revolucion-cambio_social_6_706639343.htm