Acacio Puig
Durante la
eclosión de la cuestión catalana Fonso
ha vuelto a salir de la caverna como antaño, venenosamente deslenguado y descerebrado… ¡Por este viejuno
terrorista verbal no pasan los años!
Ha sido el
primero en tildar la desobediencia civil y el ejercicio de imponer el derecho a
decidir en Catalunya como “Golpismo” y
ha destacado después por su apelación histérica a la aplicación del artículo
155.
Una aplicación
a martillazos –pues no es radical ni nada el tal Fonso- quizá el único recuerdo remoto que conserva del histórico yunque socialista de los viejos
tiempos.
La
generación que combatimos la dictadura en su crepúsculo y su parto –la ley de
Amnistía, la Constitución del 78, los Pactos de la Moncloa- aún le recordamos
en debate televisivo tras la primeras elecciones generales. Se enfrentaba a
Federico Melchor el entonces director de Mundo Obrero que defendía algo tan
evidente como que el resultado electoral del PCE estaba muy por debajo de su
influencia social en las luchas de
resistencia.
Guerra, fuera
de sus casillas y chillón, tildaba aquella reflexión de populista y vieja
zarandaja comunista-totalitaria… ya que “las urnas habían hablado”. Otro gran momento televisivo de ese “socialista
de toda la vida” fue su despotrique contra Gerardo Iglesias con aquella
descalificación miserable “¡el señor
Iglesias, un hombre que va cargao a
los mítines!” (Y eso que por aquellos años PSOE y PCE eran “compañeros constitucionalistas”).
En fin, por
sus familiares les conoceréis (aquel hermanísimo suyo, que estafaba a los
andaluces desde su despacho en sede de partido socialista, instituido como el virrey
de un hermano siempre impune por aquel encubrimiento). Pero Fonso
también pasará a la historieta de la
¡Paña-Paña! de charanga por su más
que curiosa trayectoria antifranquista, un curriculum cuyos méritos mayores
fueron la regencia de una “librería progre” y su delectación escuchando a
Mahler (¿quizá Das Lied von der Erde,
Fonso?…) todo un trampolín para hacer de
súper poli malo con González.
Poco más sabíamos
de su antifranquismo hasta verle dar la talla gateando bajo los bancos del
congreso cuando aparecieron Tejero y sus
tricornios armados al grito de ¡se
sienten coño!
Aquello si
apuntaba como golpe y Alfonso Guerra -ese descamisao que proponía una España que no iba a reconocer ni
la madre que la parió- no tuvo un comportamiento muy digno precisamente…Pero el
problema del terrorismo verbal de Guerra
-propio de “jaimito de colegio”- es que apela (ayer con los GAL y hoy con su
catalanofobia) al Terrorismo de Estado.
Y eso es
cosa muy seria.
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