ÓSCAR DOMINGO
En la izquierda hay
temas tabúes, que o no se hablan o se hace de tapadillo; curiosamente son
aquellos que entran en el terreno de lo privado; las relaciones interpersonales
dentro de las organizaciones, la prostitución y la pornografía. Éstos son los
terrenos en los que nos definimos respecto a nuestros cuerpos, al uso que
hacemos de ellos, nuestra mirada sobre los cuerpos ajenos…
¿Qué
es el porno?
Gran parte de la
población hemos consumido y/o consumimos pornografía regularmente. Esto es un
hecho objetivo, y me atrevo a aventurar que salvo casos especiales o
situaciones extraordinarias, todos/as sentimos pulsión sexual hacia otras
personas, en múltiples situaciones y formas. Casados/as, divorciados/as o
solteros/as, en relaciones breves o estables, tengamos la edad que tengamos,
con hijos/as o no… Desde muy temprana edad nos sentimos atraídos y atraídas por
otras personas.
La pornografía actual no
es más que la actualización (y adaptación por el sistema capitalista) de la
necesidad humana de fantasear sobre aquello que nos excita y plasmar esas
fantasías en un soporte. La posibilidad de fotografiarlo y filmarlo abrió
nuevos horizontes y oportunidades para plantear esas inquietudes y necesidades
y abrió hace 4 décadas un nuevo mercado que explotar.
¿Existen
tipos de pornografía?
Hoy reconocemos dos
grandes grupos de estilos pornográficos que a su vez se dividirán en muchos
más: por un lado tenemos el porno mainstream, comercial, de consumo de masas,
con unas pocas productoras acaparando gran parte del mercado a nivel mundial y
que genera un enfoque de la sexualidad que es consumido (y adaptado como propio
en buena medida) por millones de personas. Por otro lado tenemos otro gran
grupo donde ubicaremos el porno alternativo, feminista, ético…o el más político
postporno.
El porno mainstream,
como decimos, es el porno adaptado por el sistema capitalista; en este trecho
del mercado venden sexo como en otro televisores de plasma; todo es un negocio,
solo que en este mercado, aliado con el sistema patriarcal, propaga las
relaciones desiguales entre hombres y mujeres, cosifica el cuerpo de la mujer,
y tiene otro caracteres específicos; la sumisión de la mujer al deseo y
disfrute del hombre, cuerpos normativos y “perfectos”, secuencias concretas y
repetitivas de patrones y posturas (esa coreografía que se hace en el porno
mainstream que diría la actriz Anneke Necro).
El otro sector de la
pornografía responde a la necesidad de plasmar las relaciones sexuales en la
pantalla desde parámetros diferentes; algunas productoras, directoras o
actrices tratan de dar pasos en la subversión de los roles de género, mostrar
cuerpos no normativos teniendo sexo (cuerpos considerados como no
deseables/deseados y que han sido excluidos), relaciones homosexuales, trans…poner
sobre la mesa prácticas que se escapan de los esquemas habituales del
mainstream, cuidar las condiciones en que trabajan actores y actrices… El mero
hecho de mostrar en pantalla una escena en la que la mujer busca su propio
placer durante el acto sexual, algo tan sencillo y entendible, ya choca
frontalmente con los cerrados esquemas del porno convencional y lo vuelve
ligeramente subversivo. Ya la mujer no está destinada, como las enseña el
patriarcado y su utilización por el sistema capitalista en la industria, para
satisfacer al hombre; se convierte en sujeto empoderado y se reapropia de su
sexualidad.
¿Existe
el porno feminista?
Plantea Nuria Varela que
el inicio del movimiento feminista no aparece con cualquier lucha que hayan
protagonizado mujeres, sino solo cuando estas luchas comenzaron a cuestionar la
raíz; el sistema patriarcal de dominación, y a proponer alternativas.
Creo que ser feminista
requiere al menos tres pasos importantes: 1.cuestionar el problema, 2. hacer
una introspectiva para deconstruirnos y mejorar como individuos, y 3. actuar a
nivel colectivo para acabar con el problema. La toma de conciencia sin cambiar
nuestro actuar es hipócrita, cambiar cada uno/a sin luchar por acabar con el
problema es incompleto, y “hacer cosas fuera” que no ataquen la raíz de la
cuestión es como pretender curar un árbol enfermo cortando las hojas de las
ramas.
Como nunca puede
tratarse de repartir carnets de feminista, hemos de entender que mucha gente
hace cositas, desde muchos frentes, para construir una visión sel sexo y del
placer que rompa con las visiones construidas por la industria del porno
tradicional.
Directoras como Erika
Lust o actrices como Amarna Miller, figuras además mediáticas, tratan desde sus
espacios de plantear nuevas ideas y aportar al imaginario sexual colectivo. Una
película de Erika Lust y otra de Private son muy diferentes por ejemplo, y
hemos de reconocer que esas diferencias marcan la adolescencia de un tipo de
pornografía orientada según esos parámetros.
Dado que gran parte de
la juventud (triste y erróneamente) construye su sexualidad según las imágenes
que consume de la pantalla, el hecho de ampliar la oferta incluyendo
orientaciones, actitudes, tratamientos e imágenes diferentes y alternativas,
constituye un pequeño paso y una puerta abierta en el camino adecuado.
Empezaré con un chiste que circulaba en los medios juveniles madrileños durante la dictadura franquista:
ResponderEliminarEn la frontera con Francia, la ceñuda guardia civil preguntaba a un paisano, ¿lleva usted pornografía en la maleta? y el interrogado respondía: ¿para qué? ¡Si no tengo “pornógrafo”!
Así eran entonces las cosas… y las bromas.
Hoy son muchas las generaciones que han crecido junto a la pornografía y yo hubiera preferido que el artículo de Óscar lo estuvieran comentando jóvenes “en edad de merecer”… Como por el momento no es así, arriesgo opinión desde mi tercera edad (y ciertamente con un “pornógrafo” que ya no es lo que era).
La expansión de la pornografía viene de lejos y está expresada en la producción de imágenes y textos… Aquella Pompeya de procaces grafitis como “Lucio lame el chocho por un sextercio” o este otro: “En esta esquina, por fin se me folló la tabernera”… O las excitantes pinturas del viejo Shunga japonés…siglos después, el género fue cultivado por la fotografía y el cine clandestino (no diré yo “alternativo”).
Cuando la censura prohibió la filmación el sexo-coito-sobo, la cinematografía paralela encontró un filón para hacer dinero sobre la base de comercializar exhibiciones apoyadas en frustraciones y deseos. Sin embargo, poco a poco se difuminaron esas rígidas fronteras (por citar algunas películas recordemos El imperio de los sentidos de Oshima, La Bestia de Borowczyk, Intimidad de Chéreau o Lucía y el sexo de Medem).
En principio, creo que EN ESTE SISTEMA CAPITALISTA o lo que queda del bautizado “socialista” -que todo lo corrompen y distorsionan- no está de más el criterio de “a cada cual según sus necesidades” en arte, cultura, afecto y sexualidad (la “excepción anárquica” de que hablaba Bronstein)… con el único límite del respeto al @ partenaire y a su madurez, libertad y derechos.
No me parece convincente sin embargo el adjetivar como “alternativos” (o tendentes a ello) algunos elementos que señala Una mirada a la pornografía.
Hace ya muchas décadas que el comercio porno vislumbró y mercantilizó los cuerpos “no normativos” (desde el Old Sex, producido en Dinamarca y Holanda hasta la compra de filmaciones a los protagonistas de “vídeos porno caseros” que se publicitaba en los 80 en Interviú…todo bien lejos de lxs nuevxs Titanes o Afroditas del porno del Olimpo).
Claves sobre la enjundia y limitaciones de la fantasía sexual (y fantasía se encuentra en arte, cine, literatura, nude-danza…) tienen sólidas raíces en los estudios de Freud, Reich y Marcuse… (Sobre todo en toda la teorización de Marcuse sobre la desublimación represiva en las sociedades de capitalismo avanzado, es decir de una liberación sexual integrada en la sumisión al poder y la gratificación -a veces onanista, otras promiscua-siempre “unidimensional” y ajena al núcleo del libre del derecho humano a la felicidad, el placer y la alegría).
En definitiva, el consumo de fantasías me parece, aún estimulante muy compensatorio y ajeno a la VIVENCIA profunda de emociones y satisfacciones impregnadas de CALIDADES sensoriales y afectivas.
Creo que el reto es la EXPERIENCIA intensa (y refinada) de lo que ofrecemos y encontramos en otra persona y puestos a buscar ¿porqué no buscamos algo de fundamento en la idea tántrica y en la intensidad (reprimida y desviada) de la gran Mística de Teresa de Ávila y Juan de la Cruz o el viejísimo Salomón bíblico?
¡Que siga la bola!
Hola Acacio:
ResponderEliminarEs interesante tu respuesta, pero destaco sobre todo tu último párrafo haciendo una llamada al AMOR CON mayúsculas de las personas que se aman con ardiente cariño y que buscan trascender el plano del mercantilismo y del tocarse por tocarse a través del contacto profundo e infinito.
Un abrazo.
Cabaña.
De todo lo que Óscar comenta, en mi opinión el mayor peligro del porno esa tendencia a pensar que el sexo que vemos en ese tipo de películas es el sexo real. Los adolescentes (hombres y mujeres) que se nutren de ello, se hacen una imagen completamente equivocada de lo que es la intimidad entre dos personas. Hace unos días descubrí a través de un artículo sobre Laura Dodsworth y su nuevo libro de los penes, que hay hombres que debido a la masturbación y al porno, llega un punto en el que no pueden disfrutar plenamente del sexo con otra persona. Eso fe un gran shock y me parece que más gente debería ser consciente de estas consecuencias.
ResponderEliminarPor otra parte, desde mi experiencia en el campo de la pornografía "mainstream", puedo decir que el cuerpo de la mujer no es el único que resulta cosificado. De hecho, recientemente me he dado cuenta de que la mujer es un objeto de cara al usuario (se asume que es el hombre quien lo verá), pero el hombre es un objeto en la producción de la película (lo único que importa de él es que tenga pene). Por lo tanto, al final ambos sexos se ven representados sólo por sus atributos sexuales. En lo que estoy completamente de acuerdo con el artículo de Óscar es que la mayoría de los cuerpos siguen ciertos cánones específicos, y que otros tipos de cuerpos se ven sólo en categorías específicas, destinadas a un público mucho más limitado.
Quiero mencionar también el porno lésbico, creado y concebido para complacer las fantasías masculinas, y no para excitar a las mujeres lesbianas. No pasa así con el porno gay, un tema tabú entre los (y las) consumidores de pornografía.
No he tenido el placer de ver ninguna de las películas consideradas feministas, aunque sé que debería (una no puede opinar de lo que no ha visto), aunque en general cualquier movimiento en la dirección de que el placer femenino se tome más en serio me parece estupendo.
Pero sobre todo, agradezco a este artículo que haya sacado este tema, tantas veces olvidado y muchas veces evitado.
Me gustaría apuntar, solo a modo de reflexión, algunas cosas sobre el artículo. Desde luego es mi opinión y por supuesto es feminista, porque yo soy feminista.
ResponderEliminarPrimero, aunque parece un debate muy nuevo, dentro del movimiento feminista no solo en el Estado, sino en el resto del mundo occidental al menos, es un debate viejo. De hecho, las terceras jornadas feministas organizadas por la Coordinadora Estatal, en Galicia en 1989 tuvieron como tema central, entre otros, el de la Pornografía.
En aquel momento ya discutimos sobre la necesidad, oportunidad o capacidad que teníamos las mujeres y los colectivos de mujeres de reivindicar la pornografía como algo propio y adecuado, y concluimos que sí, si éramos capaces de hacerlo nuestro, lo que en definitiva significaba deconstruirlo, como otras tantas cosas.
El porno “tradicional”, es el porno que reproduce y mantiene los esquemas, sobre todo, de sumisión y de violencia normalizada, pero también del sexo heteronormativo, es un producto pensado por la industria para el consumo del “hombre prototipo”, es decir de la representación patriarcal por excelencia. El porno alternativo, en esos momentos ya se estaba realizando por parte de algunos colectivos de mujeres, en América del norte y en poco sitios más, se trataba de un porno que hoy no sería representativo de nada, pero que trataba de presentar las relaciones, y sobre todo el sexo como normalizado, no violento y sobre todo no al servicio y gusto del “hombre prototipo”. En definitiva, el sexo como lo reivindicamos siempre, el sexo del que nos apropiamos las mujeres al apropiarnos de nuestros cuerpos; no normativo, no “patriarcalizado”. De aquellos “polvos” (nunca mejor dicho), se derivaron muchos “lodos” que hoy están en el candelero, el pos porno y el porno alternativo. La pornografía no era el problema, el problema es lo que el sistema hacía y sigue haciendo de la pornografía.
Pero también derivaron otros “lodos”, ¿la pornografía puede ser feminista?, ¿la representación del sexo comercializado para la industria puede ser feminista? Pues no es fácil contestar a ninguna de las dos preguntas. Yo apunto, ¿el producto final refleja una representación real libre de estereotipos?, si ese así, esa pornografía es feminista, y haberlas “hailas”. Pero el hecho de que mujeres feministas, o que se consideran feministas participen, protagonicen, produzcan, etc., ¿da el marchamo de feminista a la industria del porno?, pues sinceramente, yo creo que no.
La industria de la pornografía, como casi todas las industrias de productos de ocio, reproduce los esquemas socio- normativos, que en definitiva son los que venden, simplemente porque se ofrecen a consumidores y consumidoras previamente enseñados, (domesticados para demandar el tipo de producto que ofrece esa misma industria). Generalizar en estos casos, es como siempre, peligroso.
Me gusta mucho tu apunte sobre cuándo una película erótica es feminista. Y estoy de acuerdo: todo depende del producto final, la mera participación de mujeres feministas (por mucha buenas intenciones) no convierte el resultado en feminista.
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