Matilde
Revaque, funcionaria republicana, fusilada (13 de agosto de 1940)
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Matilde nació en Serrada
(Valladolid) en 1897, su familia se asentó en Santander donde Matilde estudió
magisterio. Era mujer de vanguardia y cultísima, presidenta del grupo de
Mujeres de Izquierda Republicana y maestra nacional en Torrelavega. Estaba casada
y sin hijos. Se incorporó por vocación a la reforma penitenciaria republicana,
cuyo cuerpo femenino de prisiones del Ministerio de Justicia de la República
fue creado por Victoria Kent. Durante la Monarquía estaba encomendado a las
monjas de la Orden de la Merced. En 1931 Matilde superó notablemente las
primeras oposiciones a este Cuerpo. Fue “Jefe de la Sección femenina auxiliar
del Cuerpo de Prisiones de la Prisión de Mujeres de Barcelona”, y en 1933 “Jefe
de servicios de la Prisión de Mujeres de Valencia”, de la que fue directora
durante la guerra.
Era muy competente, hizo
cumplir el reglamento sin permitir diferencias a favor de los peces gordos bien
relacionados. Fue justa con todo el mundo, esforzándose por hacer de las
cárceles algo más que un depósito de mujeres. Siempre trató a las presas
sometidas a su custodia con corrección y con respeto. Era castellana,
socialista, de estatura media, con una cara morena, pelo largo y negro peinado
muy pegado a la cara, con una personalidad muy acusada, muy digna, con un claro
concepto de su deber de funcionaria de la comprensión de los problemas que una
cárcel de mujeres plantea.
El final de la guerra civil
sorprendió a Matilde en Madrid, destinada en la prisión de Ventas de Madrid,
donde fue detenida el 28 de marzo. Matilde Revaque jugó un papel fundamental en
los primeros meses de posguerra, organizando la higiene, alimentación y
limpieza, tras el caos originado por la llegada de varios miles de detenidas,
en particular para que la escasa y deficiente comida pudiera llegar a todas,
paliando en lo posible el hacinamiento, así como para que las enfermas y
embarazadas pudieran recibir alguna atención médica.
Contribuyó cuanto pudo, con
otras funcionarias también detenidas, a que las mujeres pudieran sobrevivir. El
testimonio de Julio Rodríguez Vega, secretario general de UGT recoge noticias
que circulaban por las cárceles de Madrid: “Por su simpatía personal, su afecto
hacía sus compañeras a las que hacía múltiples favores Matilde era popular en
toda la prisión. Jamás pidió un favor a las nuevas funcionarias”. Muchas ex
presas que habían compartido infortunio con Matilde en la prisión de Ventas,
testimoniaron referencias elogiosas hacia ella.
Matilde fue en todo momento
consciente de que no se libraría del pelotón de ejecución. Fue sometida a un
simulacro de juicio en el que no fue admitida prueba alguna de la procesada,
todo se basó en acusaciones de maltrato, presuntamente infligidas a falangistas
“damas de España”. No se aportaron nombres de víctimas, ni pruebas de haber
ordenado represión o actividad criminal. No quedó acreditada participación
alguna en los crímenes de los que se acusaba a Matilde, ni la identidad de las
presuntas asesinadas, ni siquiera se probó que siquiera hubo tales crímenes.
Las denuncias no partían de
familiares de víctimas, sino de las “damas de España”, todas vivitas y
coleando, bien tratadas y protegidas por la República, como María y de Pilar
Millán Astray, hermanas del fundador de la Legión, o de Caridad Valero Julve,
alto cargo de la Sección Femenina de la Falange durante muchos años, que
descargó todo su odio y no aportó prueba alguna. Alguna presa fascista como
Pilar Primo de Rivera quiso vengarse de Matilde, visitándola en Ventas y
regocijándose del cambio de tornas. Le dedicó un injurioso poema con el título
«La Jefaza», recogido en su obra Cautivar, que ilustra cabalmente el rencor que
le guardaba “.
Matilde Revaque fue
condenada a muerte por el delito de “adhesión a la rebelión” por su
comportamiento como funcionaria de la República. Se mantuvo con valor y
serenidad. A la funcionaria que le sacó, Victoria Úbeda, le dijo tomando entre
sus dedos el emblema del cuerpo de prisiones que llevaba: “No olvides Victoria,
que muero por haber llevado esto con dignidad”. Matilde fue fusilada el 13 de
agosto de 1940 junto a 8 hombres, algunos policías de la República, algo
gravísimo entonces, como también lo era el haber sido oficial de prisiones.
El gobierno del PP ha
dificultado enormemente el acceso a documentación oficial sobre el tema,
argumentando la falta de consentimiento expreso de los hijos o nietos de los
que acusaron, sentenciaron y ejecutaron a Matilde Revaque. Fiel a sus orígenes
fascistas, el PP, quiere proteger el “honor” de los verdugos y dificulta los
trabajos de investigación que tengan que ver con la memoria Republicana. Las
fotocopias conseguidas del Archivo estaban plagadas de tachones sobre los
nombres de represores franquistas y denunciantes. Sirvan estas líneas como
modesto homenaje a Matilde Revaque, y también a su compañera del cuerpo de
prisiones Isabel Huelgas, fusilada en julio de 1939 por parecidos “delitos”.
Qué gran historia, para mí totalmente desconocida. Espero que algún día se pueda acceder a esa documentación.
ResponderEliminarBuen contrapunto a la amañada recepción del candidato del PP, a las puertas del pasado debate en A3MEDIA. Frente a aquello funcionarios de prisiones que recibieron a Casado con griterío de ¡Presidente! pero ciegos ante el sufrimiento de Carmen Badía y las expresiones solidarias que en este número reseña nuestra compañera Ana Vargas, el EJEMPLO de Matilde es todo un revés a tanta sobreactuación represiva.
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