sábado, 19 de mayo de 2018

Derecho y Economía: extraña pareja, (Diego H. Gil)

Aunque parezca mentira, Derecho y Economía son dos partes de un mismo pastel, de un mismo todo. Es decir, son parte de todo un sentir. La economía, le pese a quien le pese, y el Derecho ya sea como ordenamiento jurídico o como se quiera entender, van unidos por el mismo patrón. Estemos en el país que estemos, y en el sistema político, jurídico y económico que estemos, van unidos. Son, como digo, un mismo sentir.

Y todas estas palabras, ¿qué quieren decir? ¿Justifica algo lo que este autor nos quiere transmitir? Bueno, quizá, ¿quién sabe? Son el motivo de una misma idea. Una idea que tiene intención. Desde luego que es política. No es necesario ni ser jurista ni economista. Lo que aquí se intenta es tratar de aplicar un poco del sentido común. Ante todo, lo  que quiero transmitir con estas palabras es sencillo, no es difícil de ver.


Además, el colmo de los colmos es que mañana, 15 de mayo (no solo martes), es el día que es. Como tal, no se celebra nada. Bueno, pero algunas nos molestamos en reivindicar aquello que sembramos y construimos de poco en poco: el MOVIMIENTO ASAMBLEARIO 15-M. Es el movimiento de las indignadas, de aquellas que tomamos las plazas, que quisimos hacer resurgir, salir de la nada, del caos político, institucional y de la debacle económica que vivíamos (y, que seguimos viviendo).

Por ello, procede ver este artículo no solo desde la perspectiva filosófica político-económica. ¡No! También se ha de añadir una visión más de activista que de analista político y o económico. Digo activista en el sentido de participar en un conglomerado o en un grupo reunido para actuar, que no se quede en aquello, que valga más que aquello que denominaríamos como “comunista o rojo (despectivamente) de salón”.

¡No!, yo voy más allá, dado que persigo un fin, que no es otro que integrar conceptos y concepciones teóricas del pensamiento marxista y del precedente pensamiento socialista utópico, como es el owenista, de Robert Owen, con conceptos como la lucha de clases dentro del Derecho, entendido no como ciencias jurídicas, sino como un ordenamiento jurídico. Hablemos en plata, de sistema jurídico, de la Ley, porque orden necesitamos para organizar nuestras sociedades, lejos del falso bienestar (o al menos, de esa mala idea o del mal concepto de Estado del Bienestar).

Esas ideas solo son capaces de defenderlas desde tesis más bien socialdemócratas, desde aquellas tesis aberrantes bajo nuestro punto de vista teórico, en el sentido de apreciarse como contrapunto a nuestra forma, desde las tesis marxistas del pensamiento, de entender y analizar el mundo. Esa forma de gestionar nuestro tiempo y nuevas estrategias frente al monstruo devorador y aguerrido del capitalismo.

Por lo tanto, intentemos centrar el tiro y la vista, valorar nuestro desarrollo y nuestra perspectiva en lo que valoramos como nuestro sentir. Esta prospección nos hace ir avanzando ideas y planteamientos, poniendo sobre la mesa ese culmen o todo que hemos citado antes. Ese todo que nos hace no quedarnos en el imaginario más imposible y utópico, que podamos imaginar y pensar, si cabe. Pensemos en un mundo real y realizable.

Dejémonos de rollos y volvamos al quid de la cuestión. Hagamos por el saber común de una sociedad que requiere avanzar, y ponerse en la galería de la vanguardia de lo que resta de aquello que antes llamábamos IZQUIERDA. Esto es, hagámonos un favor  y dejemos de teorizar. Hablemos ya por fin a las claras y a las maduras. Y pensemos a la vez por un momento (no por un lapso de tiempo demasiado largo).

Lo que quiero que hagamos es que nos olvidemos de manifiestos y postulados, al menos por un momento. Seamos capaces de ello, por favor. Considero que no es fácil, por un momento, pero tampoco es difícil si pensamos de cara a un futuro no muy lejano en el tiempo. Así, es indudable pensar que la lucha sigue y está en la CALLE. Es tiempo de proseguir con ella. ¡No lo olvidemos!

Pero también, es tiempo de pasar a la acción política, sin terminar de en la praxis de perder perspectiva teórica e histórica. No volvamos a caer en los viejos y mal logrados errores que tuvimos. Es tiempo, por tanto, de seguir construyendo fundamentos que mañana se lleven a cabo, que se apliquen. Fundamentos y tesis que hagan de la economía algo tangible para la clase trabajadora, PARA LAS DE ABAJO.

La economía no puede tener un pronóstico reservado, como si se tratara de dejar de desfallecer al pueblo. Para nada… Debemos atender, por el contrario, al bien llamado (en ocasiones) interés general. Pensemos por un rato en quien suele ir a la cárcel. Quién suele sufrir un desahucio o bien, un episodio de bancarrota. Quién se plantea quitarse  la vida, por desgracia, por las deudas. Creo que la clase burguesa o acomodada sigue en lo suyo, en el bollo. Y nosotras al hoyo, a la pérdida, a las hambrunas, al perder nuestro tiempo y nuestra oportunidad creadora en pos de quien es dueña del capital. He aquí el verdadero quid de la cuestión.


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