Y todas estas palabras, ¿qué quieren decir? ¿Justifica algo lo que este autor nos quiere transmitir? Bueno, quizá, ¿quién sabe? Son el motivo de una misma idea. Una idea que tiene intención. Desde luego que es política. No es necesario ni ser jurista ni economista. Lo que aquí se intenta es tratar de aplicar un poco del sentido común. Ante todo, lo que quiero transmitir con estas palabras es sencillo, no es difícil de ver.
Además,
el colmo de los colmos es que mañana, 15 de mayo (no solo martes), es el día
que es. Como tal, no se celebra nada. Bueno, pero algunas nos molestamos en
reivindicar aquello que sembramos y construimos de poco en poco: el MOVIMIENTO
ASAMBLEARIO 15-M. Es el movimiento de las indignadas, de aquellas que tomamos
las plazas, que quisimos hacer resurgir, salir de la nada, del caos político,
institucional y de la debacle económica que vivíamos (y, que seguimos
viviendo).
Por
ello, procede ver este artículo no solo desde la perspectiva filosófica
político-económica. ¡No! También se ha de añadir una visión más de activista
que de analista político y o económico. Digo activista en el sentido de
participar en un conglomerado o en un grupo reunido para actuar, que no se
quede en aquello, que valga más que aquello que denominaríamos como “comunista
o rojo (despectivamente) de salón”.
¡No!, yo voy más allá, dado
que persigo un fin, que no es otro que integrar conceptos y concepciones
teóricas del pensamiento marxista y del precedente pensamiento socialista
utópico, como es el owenista, de Robert Owen, con conceptos como la lucha de
clases dentro del Derecho, entendido no como ciencias jurídicas, sino como un
ordenamiento jurídico. Hablemos en plata, de sistema jurídico, de la Ley,
porque orden necesitamos para organizar nuestras sociedades, lejos del falso
bienestar (o al menos, de esa mala idea o del mal concepto de Estado del
Bienestar).
Esas
ideas solo son capaces de defenderlas desde tesis más bien socialdemócratas,
desde aquellas tesis aberrantes bajo nuestro punto de vista teórico, en el
sentido de apreciarse como contrapunto a nuestra forma, desde las tesis
marxistas del pensamiento, de entender y analizar el mundo. Esa forma de
gestionar nuestro tiempo y nuevas estrategias frente al monstruo devorador y
aguerrido del capitalismo.
Por
lo tanto, intentemos centrar el tiro y la vista, valorar nuestro desarrollo y
nuestra perspectiva en lo que valoramos como nuestro sentir. Esta prospección
nos hace ir avanzando ideas y planteamientos, poniendo sobre la mesa ese culmen
o todo que hemos citado antes. Ese todo que nos hace no quedarnos en el
imaginario más imposible y utópico, que podamos imaginar y pensar, si cabe.
Pensemos en un mundo real y realizable.
Dejémonos
de rollos y volvamos al quid de la cuestión. Hagamos por el saber común de una
sociedad que requiere avanzar, y ponerse en la galería de la vanguardia de lo
que resta de aquello que antes llamábamos IZQUIERDA. Esto es, hagámonos un
favor y dejemos de teorizar. Hablemos ya
por fin a las claras y a las maduras. Y pensemos a la vez por un momento (no
por un lapso de tiempo demasiado largo).
Lo
que quiero que hagamos es que nos olvidemos de manifiestos y postulados, al
menos por un momento. Seamos capaces de ello, por favor. Considero que no es
fácil, por un momento, pero tampoco es difícil si pensamos de cara a un futuro
no muy lejano en el tiempo. Así, es indudable pensar que la lucha sigue y está
en la CALLE. Es tiempo de proseguir con ella. ¡No lo olvidemos!
Pero
también, es tiempo de pasar a la acción política, sin terminar de en la praxis
de perder perspectiva teórica e histórica. No volvamos a caer en los viejos y
mal logrados errores que tuvimos. Es tiempo, por tanto, de seguir construyendo
fundamentos que mañana se lleven a cabo, que se apliquen. Fundamentos y tesis
que hagan de la economía algo tangible para la clase trabajadora, PARA LAS DE
ABAJO.
La
economía no puede tener un pronóstico reservado, como si se tratara de dejar de
desfallecer al pueblo. Para nada… Debemos atender, por el contrario, al bien
llamado (en ocasiones) interés general. Pensemos por un rato en quien suele ir
a la cárcel. Quién suele sufrir un desahucio o bien, un episodio de bancarrota.
Quién se plantea quitarse la vida, por
desgracia, por las deudas. Creo que la clase burguesa o acomodada sigue en lo
suyo, en el bollo. Y nosotras al hoyo, a la pérdida, a las hambrunas, al perder
nuestro tiempo y nuestra oportunidad creadora en pos de quien es dueña del
capital. He aquí el verdadero quid de la cuestión.
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