(Ramiro
Calvo para Afinidades Anticapitalistas)
“Numerosas
cabras de orejas grandes y perilla de brigadier volvían de lo antiguo, de
pastar en el pasado, de degustar las ruinas, entre las que se sienten tan bien
las cabras, a las que las ruinas abren el apetito y agrandan más sus ubres
sopladas de leche espesa con regusto de piedra”.
Ramón Gómez de la Serna (La mujer de ámbar)
En 1970 Ramiro
Calvo salía de la Cárcel de Carabanchel
(Madrid); tras una detención durante las
movilizaciones contra los Procesos de Burgos se le acusó de asociación ilegal y propaganda.
Menor de edad,
su estancia en la cárcel fue corta; es allí donde inició su amistad con Sabino
Arana, histórico nacionalista revolucionario vasco (encarcelado desde 1968 a
1977) que a lo largo de 1970 se posicionó primero con ETA VIª
Asamblea y poco después con LKI (LCR). Aquella amistad y conversaciones
contribuyeron a imprimir un nuevo rumbo a sus ideas políticas.
Ramiro, entonces
joven trabajador de la construcción, rememora como al salir de la cárcel
estableció pronta conexión con Miguel
Romero, fue invitado a participar en un seminario de formación militante y
decidió su afiliación a la LCR en el curso de ese mismo año.
Formó parte pues
de la primera promoción madrileña de trabajadores dedicados a la construcción
de la Liga.
Estos son sus
recuerdos de la huelga que en 1971 empezó en Madrid el 13 de septiembre y
concluyó el 19-20 de ese mes.
P-Vivías
entonces en Villamil y al salir de la cárcel volviste a trabajar en la construcción…
R.-Sí. Yo había estado
encarcelado durante 6 medes en Carabanchel. Fui detenido durante una de las
movilizaciones contra los Procesos de Burgos que fueron decisivas en el declive
de la dictadura por su extensión, continuidad y porque salvaron la vida de aquellos compañeros. Creo
que en la internacionalización de la solidaridad jugó un gran papel la Cuarta
Internacional que vivía un buen momento político. Eso contribuyó a mi fraternal
relación carcelaria con Sabin (aunque yo provenía de la órbita PCE m-l) y
generó mucha complicidad en la
comunicación y el debate político.
Bien, como dices, nuestra familia
vivía entonces en Tetuán de las Victorias, un distrito histórico del Madrid
rojo y republicano.
Mi familia formó parte del éxodo rural a Madrid, ya en 1956 llegó mi
padre, dispuesto a buscar trabajo y construir casa. Procedentes de la provincia de Ávila nos asentamos en Villamil, una barriada de Tetuán
en que buscaba su sitio mucha familia procedente del campo. Villamil está en
las proximidades de lo que iba siendo el Barrio del Pilar. Mi padre era
carpintero.
El sector de construcción estaba
en pleno boom y en expansión desordenada; agrupaba en la provincia de Madrid a decenas de miles de
trabajadores (las cifras dadas hoy por los sindicatos cuando hacen historia del
movimiento obrero en aquellos años son frecuentemente contradictorias). Desde
luego éramos trabajadores sometidos a un trabajo muy duro y las condiciones tan precarias, habituales durante la dictadura,
eran especialmente canallescas para peones y albañiles, entonces lo llamábamos
eventualidad laboral.
La gran mayoría de esos obreros procedían de la
emigración agraria que desde hacía diez años vaciaba el campo y se movía en
dirección a las grandes ciudades. Las dos Castillas exportaban mano de obra
fundamentalmente a Madrid.
A mi padre la construcción no le
gustaba de modo que al poco tiempo
encontró la posibilidad de ganarse la vida con su oficio y empezó a trabajar en
un taller de carpintería.
P- Volvamos
entonces a la construcción madrileña.
R- En Madrid y sus periferias se estaba construyendo
muchísimo. Montones de empresas de todos los calibres, subcontratas y
pistoleros se beneficiaban de un llamado “convenio” impuesto por la CNS ese
mismo año 1970. Ese “convenio” en absoluto respondía a las reivindicaciones
obreras.
Madrid se ensanchaba y se multiplicaban las nuevas barriadas en el
centro, las periferias y las urbanizaciones propias de nuevos pueblos o
“ciudades dormitorio”.
En todo el país el sector era muy
combativo y duramente reprimido, recuerdo que durante la huelga del sector en
Granada, en julio de ese año, la policía mató a tiros a tres trabajadores y
resultaron heridos unos cientos en duros enfrentamientos callejeros con las
fuerzas represivas (…).
En construcción las condiciones
de trabajo eran muy penosas: larga jornada, fragmentación salarial en múltiples
categorías, contratos-chantaje, horas extras y destajos camuflados en los
contratos y no pagados, desplazamientos de mano de obra a empresas filiales
para evitar crear empleos fijos, nulas condiciones de seguridad en la obra y
pésima cobertura en los casos de enfermedad y accidentes laborales. Además los
salarios eran míseros. Vamos… que aquello constituía ¡el mejor terreno para el
desarrollo de la lucha de clases!
Además, el mes de julio de 1970
tuvo lugar en Madrid la Huelga del
Metro: un extraordinario revolcón de conciencia que concluyó con la
militarización del metro por el régimen. Ese despropósito dinamizó la
conciencia antifranquista de amplios sectores de población.
P- Al menos tú trabajabas en el barrio en que
vivías y tenías allí a tu familia y tus amigos (…)
R-Trabajaba muy cerca
de Villamil. Estaban en marcha las llamadas 2ª y 3ª fase del Barrio del Pilar y
allí encontré trabajo de peón. Banús, la empresa constructora del Pilar, era
una empresa puntal y puntera durante la dictadura. Una empresa que se benefició
del trabajo esclavo de presos políticos. Surgió de la nada, se forró con apoyo
del régimen que le encomendó obras como el Valle de los caídos y siguió comiéndose
la mejor parte del pastel. Su emporio –con otros nombres- sigue gozando de
completa impunidad.
En cuanto a amigos, además de
aquellos jóvenes con los que había crecido, se interesó por mí el cura Paco
(Francisco García Salve) que era también vecino y se aproximó con más confianza una vez que salí de la cárcel.
García Salve era también
trabajador de construcción y dirigente de
las clandestinas CCOO y del PCE. Sabía que yo formaba ya parte de otro
partido (la Liga) pero manteníamos una buena relación de compañeros. Creo que
le sorprendía mi afán por discutir, por organizar y mi temprana experiencia
ante la represión y la cárcel.
Fue Paco quien meses más tarde me
convocó a formar parte del clandestino Comité de Huelga desde el que preparamos
la gran huelga de la construcción de 1971. Yo era con mucho el miembro más joven
de ese comité.
P- Hablemos
entonces de aquella huelga.
R- Decía que nuestra
situación laboral era penosa y las negociaciones con la patronal vía sindicato
vertical CNS no habían llevado a ninguna parte…Tendían a ofrecernos la mitad de
lo que se pedía (creo que hay una página Web de UGT o Comisiones, que recoge
casi todos los datos concretos del resultado de aquellas negociaciones de 1970).
En cuanto a Comisiones tenía unas
estructuras de liderazgo muy ancladas en la legalidad del vertical (enlaces y
jurados), era más una sensibilidad de
lucha y reivindicación, un movimiento, pero con muy poca estructura estable en
los tajos.
Aún así, contaba con un puñado de
luchadores con gran prestigio como Arcadio, Macario, Tranquilino, el cura Paco…
gentes conocidas, con empuje y respetadas, gente integra, comunistas de pura
cepa para los que “el movimiento se demostraba andando”. Les resultaba
indiferente que yo fuera un comunista militante de la LCR como a mí que ellos fueran comunistas militantes del PCE.
El comité de huelga no era muy
grande, recuerdo unas diez o doce personas (los citados, otro que llamábamos
“el asturiano”, yo… más o menos una docena de trabajadores) pero la huelga se
preparó muy bien, con buena información
mediante mucha difusión de propaganda, reuniones en los tajos (antes, durante y
después del 13) búsqueda de apoyos solidarios en otros sectores y en grupos
políticos clandestinos…
Como dirían los jóvenes del 15 M preparamos la huelga a fondo durante las
semanas anteriores…“íbamos despacio porque íbamos lejos”.
P- ¿Y con qué “artillería” trabajabas tú la
plataforma reivindicativa?
R- La plataforma de
los viejos históricos era bastante buena. Creo recordar que en mi caso insistía
en el asunto de la eventualidad laboral…ya recordarás aquello de ¡a los 15 días todos fijos! También en los
temas relacionados con seguridad en el trabajo y las subidas lineales, iguales
para todos, que era muy unificadora frente a la dispersión en categorías que
buscaba enfrentar a unos con otros... esos eran alguno de mis temas estrella.
Con el asesinato de Patiño el mismo 13, el asunto de la autodefensa obrera, que
era un tema importante en la política de la Liga, se hizo más entendible entre
los trabajadores más conscientes.
Pero lo más interesante fue el
volcarnos en la acción y en la imposición de Asambleas de tajo, que se
iniciaban a primera hora, cuando la gente estaba cambiándose para empezar la
jornada.
Se trataba de asambleas
sencillas, directas y muy bien acogidas por los trabajadores. Presentábamos la
plataforma reivindicativa y anunciábamos que la huelga comenzaba el 13 de septiembre.
En esencia se discutían dos opciones: Trabajar o ir a la
Huelga y después, si se seguía en el puesto de trabajo, ocupándolo en Asamblea
permanente o si la gente se iba a casa (siempre exigiendo que se pagase la
jornada).
A partir del 13 y en ese momento
posterior a la asamblea, se iniciaba la negociación por medio de los encargados
de obra que transmitían la situación a la patronal. La espera de respuesta,
permaneciendo en asamblea podía durar horas.
Es entonces cuando hablando se
expresaba la disponibilidad a la lucha y despuntaba la conciencia de un auténtico poder de clase. En una ocasión,
junto a Macario, nos planteó un trabajador en la asamblea: “¡Tenemos las
máquinas! ¿Qué hacemos? ¿Salimos a la calle con ellas?” La gente apoyaba entre
risas. No salieron de los tajos las grúas, ni los dumpers, ni otras
herramientas, pero aquello denotaba bien que en la exaltación de la huelga se
comprendía intuitivamente que los medios de producción eran nuestros.
P- ¿Y que me dices del apoyo de la LCR a la Huelga?
R-A mi vez, yo había
invitado a presentarse ante el comité de
huelga a Miguel Romero, en calidad de representante de la dirección de la LCR.
Moro brindó la máxima solidaridad y apoyo posible por parte de nuestra joven
organización. Lo hizo con sinceridad, modestia y audacia y debo decir que fue
muy bien acogido.
La solidaridad de la LCR se
materializó en la medida de nuestras posibilidades ya que como tal partido se
había fundado el año anterior, (aunque no surgía de la nada, evidentemente y
llevaba tiempo con raíces que respondían a las siglas FLP, después el grupo
Comunismo, enfin…todo aquello).
Bien, nosotros participamos activamente en los piquetes de
extensión y propaganda y nos ocupamos de
la agitación en universidad y enseñanzas
medias. También hicimos lo posible en empresas en que teníamos cierta presencia, como Bosch,
talleres de confección textil, Telefónica, Banca… Nuestro periódico “Combate”
en el número 6 correspondiente a esas fechas registró también nuestras acciones
solidarias de calle; la más importante fue la manifestación madrileña del 17 de
octubre en Marcelo Usera. Lo del 17 fue “un salto” que ocupó y recorrió un buen
tramo de la calle durante unos cinco minutos y en el que contamos con el apoyo
unitario de otros colectivos como UHP, Lucha Obrera y Octubre.
En Marcelo Usera agrupamos a unas
cuatrocientas personas bajo las consignas de “Todos en lucha con la Construcción - Libertad detenidos – Ni
un asesinato sin respuesta- Dictadura asesina- Burguesía asesina-Dictadura no
Socialismo sí…”
Al día siguiente, 18 de septiembre
en Bilbao, la LCR animó otra manifestación solidaria con los trabajadores
madrileños que recorrió con pancartas y banderas rojas el Arenal.
P- La
huelga fue larga y sangrienta ¿no es así?
R-Efectivamente,
porque el primer día de huelga fue asesinado Pedro Patiño, un joven obrero de
poco más de treinta años y padre de dos niños. Patiño era miembro de Comisiones
y militante del PCE y su asesinato acaeció durante el reparto de propaganda en
las obras de Zarzaquemada (Leganés). Cuando escapaba Patiño junto a sus
compañeros, un guardia civil le disparó a
la espalda. El guardia mintió –como
tantas veces entonces- y alegó “un forcejeo cara a cara y un intento
de agresión”. Además la policía apaleó poco después a quienes participaron en
su entierro.
El acoso de las fuerzas
represivas fue masivo en las obras desde el día 13: grises, guardia civil y
policía política estaban por todas partes y como comprobamos, con carta blanca
para detener, herir y matar llegado el caso.
Pero sí, la huelga fue larga. Toda una semana.
La huelga empezó el 13 de
septiembre de 1971 y concluyó el 19-20. El asesinato de Patiño incrementó la
solidaridad y la importancia de las consignas antirrepresivas y se calcula
que participó en ella más de la mitad de los trabajadores…unos 80.000 de los
150.000 que se estimaba constituían el sector en Madrid.
Las crónicas obreras de la época
destacan entre las reivindicaciones: 400 Pts diarias de salario mínimo
(el mínimo vital para mantener un matrimonio con dos hijos en Madrid se calculaba
en 387 Pts diarias.).- 100% en caso de enfermedad o accidente.- 45 horas
semanales.- libertad sindical, de reunión, etc.- libertad para los compañeros
procesados y detenidos.
Los relatos de izquierda y
nuestro propio periódico Combate, citaban la extensión por los barrios de Moratalaz, Entrevias,
Manoteras, Vallecas, Canillas, Carabanchel, Aluche, Barrio de La Estrella....,
Coslada, Parla,... Pinar de Chamartín, Pan Bendito, Carretera de la Playa,
Barajas, Ciudad Los Ángeles, Fuencarral, Alto de Extremadura, Pilar... pasos
elevados, metro, y también pueblos
próximos, como Leganés, Getafe, Coslada, San Fernando, Torrejón...
También contamos con el apoyo
obrero de empresas grandes, como Pegaso, Telefunken, Perkins, Standard…
P- Larga porque el
sector estaba harto y se preparó muy
bien, desde dentro y empleando la mejor pedagogía.
R- Así fue. La
difusión de la convocatoria se desarrolló, como decía antes, desde muchos días
previos al 13 de septiembre. La gente del comité de huelga nos comprometimos a
fondo en la sensibilización y movilización y no nos arrugamos ante la
represión… en mi caso, lo más sonado por peligroso que recuerdo fue escapar a
unos disparos cuando repartíamos propaganda desde una moto. Iba con un
compañero de LCR (Paco B, militante universitario) y nos tiroteó la guardia civil.
La Huelga contó con solidaridades
partidarias significativas, aunque hay que decir que menos de las necesarias y
posibles. En eso jugó un papel
importante la LCR y también las Juventudes Comunistas (UJCE).
A los apoyos de algunas grandes empresas, se sumó la
solidaridad estudiantil, de barriada y diversas acciones de calle. Hubo
bastantes detenciones.
La prensa del régimen ocultaba
todo aquello porque tenían consigna de calificar la huelga como un fracaso y no
dar cifras de participación por encima de las 5000 personas…además de añadir
las cantinelas de “los agentes venidos
del exterior para alterar la paz”.
Pero no les sirvió para ocultar
una verdad que se palpaba en Madrid y en su periferia.
P- Por último, Ramiro
¿Qué supuso para la LCR, en el ámbito organizativo, volcarse en esa huelga?
R- Pues supuso
mucho para una organización que estaba construyendo en Madrid su implantación
obrera. Cuando empezamos a organizar la huelga y la solidaridad, contábamos en
el sector con una orla difusa de simpatizantes. A partir de la huelga (y
también por el conjunto de actividad de la Liga en otros sectores, claro) alumbramos un colectivo militante
sectorialmente organizado.
Cierto es que algunos compañeros
de nuestra organización LCR-construcción, pasaron más tarde a militar en la LC
(Liga Comunista)…pero te diré que a efectos de presencia sectorial de
sindicalistas partidarios de la
autoorganización y la independencia de clase, en esencia y a día de hoy… creo
que tanto daba.
La convergencia práctica entre la
militancia de LCR y LC era un hecho en el sector, aunque la reunificación entre
los dos partidos se produjera años más tarde.
Cuanto me sorprende que esta entrevista siga sin comentarios. Realmente vivimos en la alienación del silencio o del autismo comunicativo...¡Tanto internet para esto!(Qué desolación para quienes como Mandel fiaban tanto en la "funcionalidad de las computadoras como estímulo de la democracia directa").
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