viernes, 15 de julio de 2016

LA LCR Y LA HUELGA DE CONSTRUCIÓN EN EL MADRID DE 1971.


(Ramiro Calvo para Afinidades Anticapitalistas)

“Numerosas cabras de orejas grandes y perilla de brigadier volvían de lo antiguo, de pastar en el pasado, de degustar las ruinas, entre las que se sienten tan bien las cabras, a las que las ruinas abren el apetito y agrandan más sus ubres sopladas de leche espesa con regusto de piedra”.

Ramón Gómez de la Serna (La mujer de ámbar)


En 1970 Ramiro Calvo salía  de la Cárcel de Carabanchel (Madrid);  tras una detención durante las movilizaciones contra los Procesos de Burgos se le acusó de  asociación ilegal y propaganda.
Menor de edad, su estancia en la cárcel fue corta; es allí donde inició su amistad con Sabino Arana, histórico nacionalista revolucionario vasco (encarcelado desde 1968 a 1977) que a lo largo de 1970 se posicionó primero  con ETA VIª  Asamblea y poco después con LKI (LCR). Aquella amistad y conversaciones contribuyeron a imprimir un nuevo rumbo a sus ideas políticas.

Ramiro, entonces joven trabajador de la construcción, rememora como al salir de la cárcel estableció pronta  conexión con Miguel Romero, fue invitado a participar en un seminario de formación militante y decidió su afiliación a la LCR en el curso de ese mismo año.
Formó parte pues de la primera promoción madrileña de trabajadores dedicados a la construcción de la Liga.
Estos son sus recuerdos de la huelga que en 1971 empezó en Madrid el 13 de septiembre y concluyó el 19-20 de ese mes.

P-Vivías entonces en Villamil y al salir de la cárcel volviste a  trabajar en la construcción…

R.-Sí. Yo había estado encarcelado durante 6 medes en Carabanchel. Fui detenido durante una de las movilizaciones contra los Procesos de Burgos que fueron decisivas en el declive de la dictadura por su extensión, continuidad y porque  salvaron la vida de aquellos compañeros. Creo que en la internacionalización de la solidaridad jugó un gran papel la Cuarta Internacional que vivía un buen momento político. Eso contribuyó a mi fraternal relación carcelaria con Sabin (aunque yo provenía de la órbita PCE m-l) y generó  mucha complicidad en la comunicación y el debate político.

Bien, como dices, nuestra familia vivía entonces en Tetuán de las Victorias, un distrito histórico del Madrid rojo y republicano.
Mi familia formó parte del  éxodo rural a Madrid, ya en 1956 llegó mi padre, dispuesto a buscar trabajo y construir casa.  Procedentes de la provincia de Ávila nos  asentamos en Villamil, una barriada de Tetuán en que buscaba su sitio mucha familia procedente del campo. Villamil está en las proximidades de lo que iba siendo el Barrio del Pilar. Mi padre era carpintero.
El sector de construcción estaba en pleno boom y en expansión desordenada; agrupaba en  la provincia de Madrid a decenas de miles de trabajadores (las cifras dadas hoy por los sindicatos cuando hacen historia del movimiento obrero en aquellos años son frecuentemente contradictorias). Desde luego éramos trabajadores sometidos a un trabajo muy duro y  las condiciones  tan precarias, habituales durante la dictadura, eran especialmente canallescas para peones y albañiles, entonces lo llamábamos eventualidad laboral.
La  gran mayoría de esos obreros procedían de la emigración agraria que desde hacía diez años vaciaba el campo y se movía en dirección a las grandes ciudades. Las dos Castillas exportaban mano de obra fundamentalmente a Madrid.
A mi padre la construcción no le gustaba  de modo que al poco tiempo encontró la posibilidad de ganarse la vida con su oficio y empezó a trabajar en un taller de carpintería.

P- Volvamos entonces a la construcción madrileña.

R- En Madrid  y sus periferias se estaba construyendo muchísimo. Montones de empresas de todos los calibres, subcontratas y pistoleros se beneficiaban de un llamado “convenio” impuesto por la CNS ese mismo año 1970. Ese “convenio” en absoluto respondía a las reivindicaciones obreras.
Madrid se ensanchaba  y se multiplicaban las nuevas barriadas en el centro, las periferias y las urbanizaciones propias de nuevos pueblos o “ciudades dormitorio”.
En todo el país el sector era muy combativo y duramente reprimido, recuerdo que durante la huelga del sector en Granada, en julio de ese año, la policía mató a tiros a tres trabajadores y resultaron heridos unos cientos en duros enfrentamientos callejeros con las fuerzas represivas (…).
En construcción las condiciones de trabajo eran muy penosas: larga jornada, fragmentación salarial en múltiples categorías, contratos-chantaje, horas extras y destajos camuflados en los contratos y no pagados, desplazamientos de mano de obra a empresas filiales para evitar crear empleos fijos, nulas condiciones de seguridad en la obra y pésima cobertura en los casos de enfermedad y accidentes laborales. Además los salarios eran míseros. Vamos… que aquello constituía ¡el mejor terreno para el desarrollo de la lucha de clases!
Además, el mes de julio de 1970 tuvo lugar  en Madrid la Huelga del Metro: un extraordinario revolcón de conciencia que concluyó con la militarización del metro por el régimen. Ese despropósito dinamizó la conciencia antifranquista de amplios sectores de población.

P- Al menos tú trabajabas en el barrio en que vivías y tenías allí a tu familia y tus amigos (…)

R-Trabajaba muy cerca de Villamil. Estaban en marcha las llamadas 2ª y 3ª fase del Barrio del Pilar y allí encontré trabajo de peón. Banús, la empresa constructora del Pilar, era una empresa puntal y puntera durante la dictadura. Una empresa que se benefició del trabajo esclavo de presos políticos. Surgió de la nada, se forró con apoyo del régimen que le encomendó obras como el Valle de los caídos y siguió comiéndose la mejor parte del pastel. Su emporio –con otros nombres- sigue gozando de completa impunidad.
En cuanto a amigos, además de aquellos jóvenes con los que había crecido, se interesó por mí el cura Paco (Francisco García Salve) que era también vecino y se aproximó con  más confianza  una vez que salí de la cárcel.
García Salve era también trabajador de construcción y dirigente de  las clandestinas CCOO y del PCE. Sabía que yo formaba ya parte de otro partido (la Liga) pero manteníamos una buena relación de compañeros. Creo que le sorprendía mi afán por discutir, por organizar y mi temprana experiencia ante la represión y la cárcel.
Fue Paco quien meses más tarde me convocó a formar parte del clandestino Comité de Huelga desde el que preparamos la gran huelga de la construcción de 1971. Yo era con mucho el miembro más joven de ese comité.

P- Hablemos entonces de aquella huelga.

R- Decía que nuestra situación laboral era penosa y las negociaciones con la patronal vía sindicato vertical CNS no habían llevado a ninguna parte…Tendían a ofrecernos la mitad de lo que se pedía (creo que hay una página Web de UGT o Comisiones, que recoge casi todos los datos concretos del resultado de aquellas negociaciones  de 1970).
En cuanto a Comisiones tenía unas estructuras de liderazgo muy ancladas en la legalidad del vertical (enlaces y jurados), era  más una sensibilidad de lucha y reivindicación, un movimiento, pero con muy poca estructura estable en los tajos.
Aún así, contaba con un puñado de luchadores con gran prestigio como Arcadio, Macario, Tranquilino, el cura Paco… gentes conocidas, con empuje y respetadas, gente integra, comunistas de pura cepa para los que “el movimiento se demostraba andando”. Les resultaba indiferente que yo fuera un comunista militante de la LCR como a mí que ellos  fueran comunistas militantes del PCE.
El comité de huelga no era muy grande, recuerdo unas diez o doce personas (los citados, otro que llamábamos “el asturiano”, yo… más o menos una docena de trabajadores) pero la huelga se preparó muy bien, con  buena información mediante mucha difusión de propaganda, reuniones en los tajos (antes, durante y después del 13) búsqueda de apoyos solidarios en otros sectores y en grupos políticos clandestinos…
Como dirían los jóvenes del 15 M  preparamos la huelga a fondo durante las semanas anteriores…“íbamos despacio porque íbamos lejos”.

P- ¿Y con qué “artillería” trabajabas tú la plataforma reivindicativa?

R- La plataforma de los viejos históricos era bastante buena. Creo recordar que en mi caso insistía en el asunto de la eventualidad laboral…ya recordarás aquello de  ¡a los 15 días todos fijos! También en los temas relacionados con seguridad en el trabajo y las subidas lineales, iguales para todos, que era muy unificadora frente a la dispersión en categorías que buscaba enfrentar a unos con otros... esos eran alguno de mis temas estrella. Con el asesinato de Patiño el mismo 13, el asunto de la autodefensa obrera, que era un tema importante en la política de la Liga, se hizo más entendible entre los trabajadores más conscientes.
Pero lo más interesante fue el volcarnos en la acción y en la imposición de Asambleas de tajo, que se iniciaban a primera hora, cuando la gente estaba cambiándose para empezar la jornada.
Se trataba de asambleas sencillas, directas y muy bien acogidas por los trabajadores. Presentábamos la plataforma reivindicativa y anunciábamos que la huelga comenzaba el  13 de septiembre.
En esencia  se discutían dos opciones: Trabajar o ir a la Huelga y después, si se seguía en el puesto de trabajo, ocupándolo en Asamblea permanente o si la gente se iba a casa (siempre exigiendo que se pagase la jornada).
A partir del 13 y en ese momento posterior a la asamblea, se iniciaba la negociación por medio de los encargados de obra que transmitían la situación a la patronal. La espera de respuesta, permaneciendo en asamblea podía durar horas.
Es entonces cuando hablando se expresaba la disponibilidad a la lucha y despuntaba la conciencia de  un auténtico poder de clase. En una ocasión, junto a Macario, nos planteó un trabajador en la asamblea: “¡Tenemos las máquinas! ¿Qué hacemos? ¿Salimos a la calle con ellas?” La gente apoyaba entre risas. No salieron de los tajos las grúas, ni los dumpers, ni otras herramientas, pero aquello denotaba bien que en la exaltación de la huelga se comprendía intuitivamente que los medios de producción eran nuestros.

P- ¿Y  que me dices del apoyo de la LCR a la Huelga?

R-A mi vez, yo había invitado a presentarse ante  el comité de huelga a Miguel Romero, en calidad de representante de la dirección de la LCR. Moro brindó la máxima solidaridad y apoyo posible por parte de nuestra joven organización. Lo hizo con sinceridad, modestia y audacia y debo decir que fue muy bien acogido.
La solidaridad de la LCR se materializó en la medida de nuestras posibilidades ya que como tal partido se había fundado el año anterior, (aunque no surgía de la nada, evidentemente y llevaba tiempo con raíces que respondían a las siglas FLP, después el grupo Comunismo, enfin…todo aquello).
Bien, nosotros  participamos activamente en los piquetes de extensión y propaganda y  nos ocupamos de la agitación en  universidad y enseñanzas medias. También hicimos lo posible en empresas  en que teníamos cierta presencia, como Bosch, talleres de confección textil, Telefónica, Banca… Nuestro periódico “Combate” en el número 6 correspondiente a esas  fechas registró también nuestras acciones solidarias de calle; la más importante fue la manifestación madrileña del 17 de octubre en Marcelo Usera. Lo del 17 fue “un salto” que ocupó y recorrió un buen tramo de la calle durante unos cinco minutos y en el que contamos con el apoyo unitario de otros colectivos como UHP, Lucha Obrera y Octubre.
En Marcelo Usera agrupamos a unas cuatrocientas personas bajo las consignas de “Todos en lucha  con la Construcción - Libertad detenidos – Ni un asesinato sin respuesta- Dictadura asesina- Burguesía asesina-Dictadura no Socialismo sí…”
Al día siguiente, 18 de septiembre en Bilbao, la LCR animó otra manifestación solidaria con los trabajadores madrileños que recorrió con pancartas y banderas rojas el Arenal.

P- La huelga fue larga y sangrienta ¿no es así?

R-Efectivamente, porque el primer día de huelga fue asesinado Pedro Patiño, un joven obrero de poco más de treinta años y padre de dos niños. Patiño era miembro de Comisiones y militante del PCE y su asesinato acaeció durante el reparto de propaganda en las obras de Zarzaquemada (Leganés). Cuando escapaba Patiño junto a sus compañeros,  un guardia civil le disparó a  la espalda. El guardia  mintió –como  tantas veces   entonces-  y alegó “un forcejeo cara a cara y un intento de agresión”. Además la policía apaleó poco después a quienes participaron en su entierro.

El acoso de las fuerzas represivas fue masivo en las obras desde el día 13: grises, guardia civil y policía política estaban por todas partes y como comprobamos, con carta blanca para detener, herir y matar llegado el caso.
 Pero sí, la huelga fue larga. Toda una semana.
La huelga empezó el 13 de septiembre de 1971 y concluyó el 19-20. El asesinato de Patiño incrementó la solidaridad y la importancia de las consignas antirrepresivas  y se calcula que participó en ella más de la mitad de los trabajadores…unos 80.000 de los 150.000 que se estimaba constituían el sector en Madrid.

Las crónicas obreras de la época destacan entre las reivindicaciones: 400 Pts diarias de salario mínimo (el mínimo vital para mantener un matrimonio con dos hijos en Madrid se calculaba en 387 Pts diarias.).- 100% en caso de enfermedad o accidente.- 45 horas semanales.- libertad sindical, de reunión, etc.- libertad para los compañeros procesados y detenidos.
Los relatos de izquierda y nuestro propio periódico Combate, citaban la extensión por  los barrios de Moratalaz, Entrevias, Manoteras, Vallecas, Canillas, Carabanchel, Aluche, Barrio de La Estrella...., Coslada, Parla,... Pinar de Chamartín, Pan Bendito, Carretera de la Playa, Barajas, Ciudad Los Ángeles, Fuencarral, Alto de Extremadura, Pilar... pasos elevados, metro, y  también pueblos próximos, como Leganés, Getafe, Coslada, San Fernando, Torrejón...
También contamos con el apoyo obrero de empresas grandes, como Pegaso, Telefunken, Perkins, Standard…

P- Larga porque el sector estaba harto  y se preparó muy bien, desde dentro y empleando la mejor pedagogía.

R- Así fue. La difusión de la convocatoria se desarrolló, como decía antes, desde muchos días previos al 13 de septiembre. La gente del comité de huelga nos comprometimos a fondo en la sensibilización y movilización y no nos arrugamos ante la represión… en mi caso, lo más sonado por peligroso que recuerdo fue escapar a unos disparos cuando repartíamos propaganda desde una moto. Iba con un compañero de LCR (Paco B, militante universitario) y  nos tiroteó la guardia civil.
La Huelga contó con solidaridades partidarias significativas, aunque hay que decir que menos de las necesarias y posibles. En eso jugó un  papel importante la LCR y también las Juventudes Comunistas (UJCE).
A los  apoyos de  algunas grandes empresas, se sumó la solidaridad estudiantil, de barriada y diversas acciones de calle. Hubo bastantes detenciones.
La prensa del régimen ocultaba todo aquello porque tenían consigna de calificar la huelga como un fracaso y no dar cifras de participación por encima de las 5000 personas…además de añadir las cantinelas de “los agentes venidos del exterior para alterar la paz”.
Pero no les sirvió para ocultar una verdad que se palpaba en Madrid y en su periferia.

P- Por último, Ramiro ¿Qué supuso para la LCR, en el ámbito organizativo, volcarse en  esa huelga?

R- Pues supuso mucho para una organización que estaba construyendo en Madrid su implantación obrera. Cuando empezamos a organizar la huelga y la solidaridad, contábamos en el sector con una orla difusa de simpatizantes. A partir de la huelga (y también por el conjunto de actividad de la Liga en otros sectores, claro)  alumbramos un colectivo militante sectorialmente organizado.
Cierto es que algunos compañeros de nuestra organización LCR-construcción, pasaron más tarde a militar en la LC (Liga Comunista)…pero te diré que a efectos de presencia sectorial de sindicalistas partidarios de  la autoorganización y la independencia de clase, en esencia y a día de hoy… creo que tanto daba.
La convergencia práctica entre la militancia de LCR y LC era un hecho en el sector, aunque la reunificación entre los dos partidos se produjera años más tarde.






1 comentario:

  1. Cuanto me sorprende que esta entrevista siga sin comentarios. Realmente vivimos en la alienación del silencio o del autismo comunicativo...¡Tanto internet para esto!(Qué desolación para quienes como Mandel fiaban tanto en la "funcionalidad de las computadoras como estímulo de la democracia directa").

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