Hace más de dos
años un dossier del periódico LA
VANGUARDIA tenía por título El avispero sirio. El extra era interesante aunque
muy desigual. Hoy, más de veintiséis meses más tarde, el destrozo bélico y su
saldo de muertos, desplazados y refugiados, convierten en ridículo ese
encabezado. Siria no es ya solo un avispero, es el territorio del horror, la
expresión de un sistema internacional en manos de asesinos sin escrúpulos que
ocupa los cuatro puntos cardinales. Entre todos ellos se perpetra un cruel
genocidio que deja corta la catástrofe de los años de Guerra de España y un
desmembramiento del país propio del
primer colonialismo y los acuerdos de Syques-Picot.
Ríos de tinta embadurnan a diario los medios y las autopistas de Internet, sin embargo no
bastan para cubrir un mar de destrucción, desolación humana y seamos claros, de
vergüenza.
Para nosotros carece de sentido buscar los
menos malos entre los que ejecutan la masacre, carece de sentido apelar a una
legalidad internacional permanentemente transgredida y atender a versiones informativas de quienes manipulan
noticias, las extrapolan o las esconden sin pudor hasta que estallan… y siempre
estallan sobre el único sujeto respetable en esta trágica historia: la
población siria, el pueblo sirio.
Recordamos con rabia -por añoranza- la lúcida
enmienda que Rosa, Lenin y Martov lograron
encajar en 1907 durante el Congreso internacional socialista de Stuttgart. Se barruntaba la amenaza de lo que a partir
de 1914 sería la primera Guerra Mundial y escribieron “En caso de que estallara la guerra (la clase obrera) tiene el deber de
intervenir para hacerla cesar rápidamente, utilizando con todas sus fuerzas la
crisis creada a fin de llevar la agitación a las capas populares y precipitar
la caída de la dominación capitalista.
Hemos retrocedido
mucho desde entonces. A la Gran Guerra siguió la
Segunda y todas las locales que salvo contadas excepciones no han culminado a la postre con “la liberación
nacional”. Aún cuando se iniciaron así, el contexto favoreció su acelerada
corrupción. Pero al menos, como escribieron Ramonet y Chomsky, Que no nos vendan la moto (1) y como
advertía Michel Collon unos años antes que ellos (2) ¡Ojo con los Media!
Siria es un campo de batalla de intereses no
dichos en que chapotean las grandes potencias internacionales en la estela de
EEUU y Rusia y las grandes potencias
regionales Arabia Saudí e Irán. Tardíamente se sumó a su modo el tándem Hollande-Valls con sus
bombardeos sistemáticos y silenciados, ahondando la degradación ético política
de la Internacional Socialista. De modo que la bautizada guerra fría de oriente medio
pasó a ser guerra caliente, inicialmente
“por delegación” entre potencias capitalistas, pues no puede soñarse con
componentes de otro peso entre los contendientes internacionales ni regionales..
Ni el Baas es un partido “Árabe y Socialista”
como proclamó en su proceso de constitución en los años 40, ni Putin tiene
otros intereses que los de mantener (como el viejo zarismo) una salida al
Mediterráneo y el mayor peso especifico
posible en el pasadizo entre Europa y Asia Menor. EEUU -bajo máscara Bush u
Obama- desarrollan la misma estratégica
imperialista con “tácticas” distintas, una estrategia de potencia depredadora
con larga historia bien conocida de
intervencionismo y terrorismo de estado, mientras que el verdugo del pueblo palestino,
el régimen sionista israelí ocupante de
los Altos del Golán, solo abandona el
burladero “democrático” para seguir masacrando inexorablemente los derechos de
un pueblo sometido a un colonialismo de ocupación clásico.
En cuanto a las potencias regionales en pugna
por lograr una añorada hegemonía, entendemos que utilizan a fondo las
diferencias religiosas como ideología
que bajo el manto de conflicto entre chiísmo, alahuitas y familias subalternas
frente a wahabismo y petrodólares, también enmascaran las “bases materiales”
del conflicto. Las ya muy manidas
tensiones religiosas no bastan para camuflar intereses geopolíticos,
energéticos y financieros.
Porque tampoco existe una “economía islámica”
que se erija como alternativa al capitalismo globalizado. La caridad no es lo
mismo que el acceso igualitario a la riqueza ni el rechazo de la “la usura”
llega hasta la defensa radical de una banca pública gestionada por trabajadores
y usuarios. Hace décadas que Paul Balta subrayaba “que mas de cincuenta establecimientos financieros o/y sociedades de
inversión islámicas, operan en el mundo, manejando recursos de decenas de miles
de millones de dólares” (3)
Las clases y la lucha de clases forman parte
de este sistema globalizado y si bien las condiciones cultural-políticas no
hacen aún factible el “precipitar la caída de la dominación capitalista” como intentó
orientar desde 1907 el pacifismo revolucionario de antaño, sí debieran permitir
en este siglo XXI –como ensayó la primavera árabe en su mejor versión- la
regeneración política de países como Siria, siempre y cuando la pacificación
del país y de la región, faciliten la emergencia de nuevas alternativas, generaciones y procesos de
organización autónomos, independientes, capaces de reorganizar avances socio-políticos y culturales en la
larga marcha por la igualdad y la libertad.
Precisamente,
porque no hay arbitraje internacional posible, porque la ONU es simplemente un trasto al
que pusieron gasolina las grandes potencias victoriosas de la segunda gran
guerra (hasta que decidieron usar “avión
propio” y una legislación ad-hoc acorde con los intereses de cada momento)
parar la Guerra contra el pueblo sirio exige iniciativas de una izquierda
internacional que “persevera en la
inmovilidad del cadáver” como caracterizó Rosa de Luxemburgo al proletariado
alemán durante 1914-1918.
No hay pues “enemigo principal” y tampoco hay
aliados entre el staff político de los gángsters. Y por ello el desastre actual
es prácticamente irreversible por el momento.
Sin embargo ya que “mientras exista el sistema capitalista hay que contar permanentemente
con el peligro de guerra” (4) y siendo bien conocida la globalización de la industria
armamentista y la amoralidad de su comercio (son ellos quienes dotan de
armamentos “de destrucción masiva” a todos los destructores de libertades y
pueblos)… Se trata de evitar cualquier coqueteo con los señores de la guerra,
con todos ellos.
No busquemos inútilmente aliados entre los
enemigos, porque no hay guerra justa entre poderes capitalistas y en el
interior del país no encontramos otros protagonismos de peso que el bando de la república autoritaria del
linaje hereditario El Asad y el falso
redentorismo hegemonizado por oponentes rigoristas y mercenarios.
Se trata –no hay otra vía para la izquierda
de la izquierda- de construir pacientemente, las necesarias alianzas
internacionales (aquí y allí) gentes, nuestros sindicatos, movimientos y organizaciones…
y hay que hacerlo despacio, porque
tenemos prisa.
De modo que Guerra a la Guerra sigue siendo el
horizonte más justo
y su herramienta no puede ser otra que
la reconstrucción del internacionalismo. Objetivos parciales como el trabajo
antimilitarista y el fomento de la
deserción, el impulso de la objeción fiscal a los gastos militares, las
campañas contra la producción y tráfico
de armas… junto a la asistencia a la población refugiada (que es un deber
humanitario) abrirán tarde o temprano, nuevos caminos a la lucha por la paz, la
igualdad y la libertad. Entendemos que el eje aglutinador de todo ello vuelve a pivotar sobre los múltiples desarrollos
de la vieja consigna de Jaurès.
(1). Ed. Icaria/ Ramonet y Chomsky (2) Ed.
EPO-Ed. HIRU/ Michel Collon
(3) Ed. Le Monde/ Paul Balta (4) Ed. Madre tierra. C. Libertarios/
Rudolf Rocker
https://www.facebook.com/events/350349368662299/
ResponderEliminar12 DICIEMBRE CONVOCATORIAS NO A LA GUERRA EN SIRIA