domingo, 30 de octubre de 2016

HAY QUE PARAR LA GUERRA EN SIRIA. S.Obispo/A.Puig



Hace más de dos años un  dossier del periódico LA VANGUARDIA tenía por título El avispero sirio. El extra era interesante aunque muy desigual. Hoy, más de veintiséis meses más tarde, el destrozo bélico y su saldo de muertos, desplazados y refugiados, convierten en ridículo ese encabezado. Siria no es ya solo un avispero, es el territorio del horror, la expresión de un sistema internacional en manos de asesinos sin escrúpulos que ocupa los cuatro puntos cardinales. Entre todos ellos se perpetra un cruel genocidio que deja corta la catástrofe de los años de Guerra de España y un desmembramiento del país propio del  primer colonialismo y los acuerdos de Syques-Picot.

Ríos de tinta  embadurnan a diario los medios y  las autopistas de Internet, sin embargo no bastan para cubrir un mar de destrucción, desolación humana y seamos claros, de vergüenza.
Para nosotros carece de sentido buscar los menos malos entre los que ejecutan la masacre, carece de sentido apelar a una legalidad internacional permanentemente transgredida y atender a  versiones informativas de quienes manipulan noticias, las extrapolan o las esconden sin pudor hasta que estallan… y siempre estallan sobre el único sujeto respetable en esta trágica historia: la población siria, el pueblo sirio.

Recordamos con rabia -por añoranza- la lúcida enmienda    que Rosa, Lenin y Martov  lograron  encajar en 1907 durante el Congreso internacional socialista de Stuttgart.  Se barruntaba la amenaza de lo que a partir de 1914 sería la primera Guerra Mundial y escribieron “En caso de que estallara la guerra (la clase obrera) tiene el deber de intervenir para hacerla cesar rápidamente, utilizando con todas sus fuerzas la crisis creada a fin de llevar la agitación a las capas populares y precipitar la caída de la dominación capitalista.

Hemos retrocedido mucho desde entonces.  A la Gran Guerra siguió la Segunda y todas las locales que salvo contadas excepciones no han  culminado a la postre con “la liberación nacional”. Aún cuando se iniciaron así, el contexto favoreció su acelerada corrupción. Pero al menos, como escribieron Ramonet y Chomsky, Que no nos vendan la moto (1) y como advertía Michel Collon unos años antes que ellos (2) ¡Ojo con los Media!

Siria es un campo de batalla de intereses no dichos en que chapotean las grandes potencias internacionales en la estela de EEUU y Rusia y las  grandes potencias regionales Arabia Saudí e Irán. Tardíamente se sumó  a su modo el tándem Hollande-Valls con sus bombardeos sistemáticos y silenciados, ahondando la degradación ético política de la Internacional Socialista. De modo que la bautizada guerra  fría de oriente medio pasó a ser guerra caliente,  inicialmente “por delegación” entre potencias capitalistas, pues no puede soñarse con componentes de otro peso entre los contendientes internacionales ni regionales..
Ni el Baas es un partido “Árabe y Socialista” como proclamó en su proceso de constitución en los años 40, ni Putin tiene otros intereses que los de mantener (como el viejo zarismo) una salida al Mediterráneo y  el mayor peso especifico posible en el pasadizo entre Europa y Asia Menor. EEUU -bajo máscara Bush u Obama- desarrollan la misma  estratégica imperialista con “tácticas” distintas, una estrategia de potencia depredadora con  larga historia bien conocida de intervencionismo y terrorismo de estado,  mientras que el verdugo del pueblo palestino, el régimen sionista israelí  ocupante de los Altos del Golán,  solo abandona el burladero “democrático” para seguir masacrando inexorablemente los derechos de un pueblo sometido a un colonialismo de ocupación clásico.
En cuanto a las potencias regionales en pugna por lograr una añorada hegemonía, entendemos que utilizan a fondo las diferencias  religiosas como ideología que bajo el manto de conflicto entre chiísmo, alahuitas y familias subalternas frente a wahabismo y petrodólares, también enmascaran las “bases materiales” del conflicto. Las ya muy  manidas tensiones religiosas no bastan para camuflar intereses geopolíticos, energéticos y financieros.
Porque tampoco existe una “economía islámica” que se erija como alternativa al capitalismo globalizado. La caridad no es lo mismo que el acceso igualitario a la riqueza ni el rechazo de la “la usura” llega hasta la defensa radical de una banca pública gestionada por trabajadores y usuarios. Hace décadas que Paul Balta subrayaba “que mas de cincuenta establecimientos financieros o/y sociedades de inversión islámicas, operan en el mundo, manejando recursos de decenas de miles de millones de dólares” (3)

Las clases y la lucha de clases forman parte de este sistema globalizado y si bien las condiciones cultural-políticas no hacen aún factible el “precipitar la caída de la dominación capitalista” como intentó orientar desde 1907 el pacifismo revolucionario de antaño, sí debieran permitir en este siglo XXI –como ensayó la primavera árabe en su mejor versión- la regeneración política de países como Siria, siempre y cuando la pacificación del país y de la región, faciliten la emergencia de nuevas  alternativas, generaciones y procesos de organización autónomos, independientes, capaces de reorganizar  avances socio-políticos y culturales en la larga marcha por la igualdad y la libertad.

Precisamente, porque no hay arbitraje internacional posible, porque la ONU es simplemente un trasto al que pusieron gasolina las grandes potencias victoriosas de la segunda gran guerra (hasta que decidieron  usar “avión propio” y una legislación ad-hoc acorde con los intereses de cada momento) parar la Guerra contra el pueblo sirio exige iniciativas de una izquierda internacional que  “persevera en la inmovilidad del cadáver” como caracterizó Rosa de Luxemburgo al proletariado alemán durante 1914-1918.

No hay pues “enemigo principal” y tampoco hay aliados entre el staff político de los gángsters. Y por ello el desastre actual es prácticamente irreversible por el momento.
Sin embargo ya que “mientras exista el sistema capitalista hay que contar permanentemente con el peligro de guerra” (4) y siendo  bien conocida la globalización de la industria armamentista y la amoralidad de su comercio (son ellos quienes dotan de armamentos “de destrucción masiva” a todos los destructores de libertades y pueblos)… Se trata de evitar cualquier coqueteo con los señores de la guerra, con todos ellos.
No busquemos inútilmente aliados entre los enemigos, porque no hay guerra justa entre poderes capitalistas y en el interior del país no encontramos otros protagonismos de peso que  el bando de la república autoritaria del linaje hereditario  El Asad y el falso redentorismo hegemonizado por oponentes rigoristas y mercenarios.
Se trata –no hay otra vía para la izquierda de la izquierda-  de  construir pacientemente, las necesarias alianzas internacionales (aquí y allí) gentes, nuestros sindicatos, movimientos y organizaciones… y hay que hacerlo despacio, porque tenemos prisa.

De modo que Guerra a la Guerra sigue siendo el horizonte más justo y su  herramienta no puede ser otra que la reconstrucción del internacionalismo. Objetivos parciales como el trabajo antimilitarista y el fomento de  la deserción, el impulso de la objeción fiscal a los gastos militares, las campañas contra la producción y  tráfico de armas… junto a la asistencia a la población refugiada (que es un deber humanitario) abrirán tarde o temprano, nuevos caminos a la lucha por la paz, la igualdad y la libertad. Entendemos que el eje aglutinador de todo ello  vuelve a pivotar sobre los múltiples desarrollos de  la vieja consigna de Jaurès.

(1). Ed. Icaria/ Ramonet y Chomsky (2) Ed. EPO-Ed. HIRU/ Michel Collon

(3) Ed. Le Monde/ Paul Balta (4) Ed. Madre tierra. C. Libertarios/ Rudolf Rocker

1 comentario:

  1. https://www.facebook.com/events/350349368662299/
    12 DICIEMBRE CONVOCATORIAS NO A LA GUERRA EN SIRIA

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