Emilio
García García nació en Avilés en 1894. Allí pasó su infancia y juventud,
iniciándose en el oficio de carpintero que ejerció durante toda su vida. Muy
pronto se vinculó a la UGT y al PSOE, que abandonaría, como otros muchos
jóvenes revolucionarios de su tiempo, por el influjo de la Revolución de
Octubre de 1917. También sabemos que en el Congreso de la CNT de 1919,
celebrado en Madrid, donde la delegación asturiana proponía una declaración por
la “Unificación del Proletariado Español”, ya forma parte del sindicato confederal en Asturies, que en esos años miraba con entusiasmo al país
de los “soviets”.
“Milión el Bomberu” de Xixón
El año de aquel Congreso en el
Teatro de La Comedia de Madrid, Emilio García se casó con Pilar Rúa en Avilés.
Al año siguiente tuvieron su primera hija y un año después al primer varón. Al
comienzo de los años veinte Emilio fue movilizado en el servicio militar
obligatorio y destinado a Marruecos, donde participa en las campañas contra las
tropas guerrilleras de Mohamed Abd-el-Krim. En un lance del combate, por su
valentía, se le concedió un “Hecho de Armas”. De vuelta a Gijón, en la
ciudadela de Anselmo Solar en 1923, su compañera Pilar Rúa trae al mundo al
segundo varón: José Luís García Rúa, que muchos años después y para algunos que
tuvimos la suerte de conocer, habría de ser un singular maestro. A Emilio
García en Gijón se le conocía por “Milión el Bomberu”, porque además de ser un
buen mozo, alto y fuerte, pertenecía al Cuerpo de Bomberos, por aquel entonces
conformado por voluntarios.
No quisiera pasar por alto, el
papel que jugó Emilio García en la construcción de la “primera fase” de la Casa
del Pueblo de Gijón, vieja aspiración ya desde octubre de 1910, en que la
sociedad de Mamposteros, Albañiles y Peones “El Progreso” lanzara la “idea de
hacer una Casa del Pueblo para domicilio social de todas” las sociedades
obreras”. Las penúltimas dificultades estaban derivadas de la ilegalización de
la CNT durante la Dictadura primorriverista.
Al agitado año de 1927, se
incorporaba una nueva lucha de carácter internacionalista: la solidaridad
contra la sentencia de muerte para Sacco y Vanzetti. La noticia en Asturies la
daba la primera plana de El Noreste del viernes 28 de abril de 1927, bajo el
titular de “LA TRAGEDIA DE MASSACHUSSETTS. Nicolás Sacco y Bartolomé Vanzetti a
la silla eléctrica”, para a renglón seguido decir: “Debe de pedirse el indulto
el Primero de Mayo”. Pues bien, dentro de los numerosos actos de solidaridad
(...) se sumó la Asamblea de la Construcción de Gijón celebrada el día 8 de mayo
(...) Desde ella se mandó un telegrama al embajador de los EE. UU., en Madrid
“pidiendo el indulto de los obreros italianos”.
“Milión” versus Largo Caballero
Avelino González Entrialgo en su
exilio argentino, escribió una serie de artículos para El Correo de Asturias,
bajo el epígrafe de "Rasgos del antifascismo asturiano". En uno de
ellos dedicado a un lance dialéctico de “Milión” con Largo Caballero: “Hace ahora catorce años, llegaba a Gijón
Largo Caballero, propagando las excelencias de los Comités Paritarios. (...)
entre los escasos concurrentes [a la conferencia] está Emilio García. Este,
cuando se cansó de oír lo que a él le parecía absurdo en labios de un marxista,
pide la palabra. Un ligero alboroto, que calma Caballero rogando que se deja hablar
al que interrumpe, y Emilio comienza diciendo que pidió la palabra, en vez de
marcharse, porque creía que entre hombres que, fundamentalmente, coincidían en
ideas convenía decirse las verdades de frente. Y de frente soltó unas cuantas
frases que el viejo militante socialista tuvo que oír y que posiblemente no
había escuchado de nadie durante aquel periodo de lamentable concomitancia de
una parte del socialismo español con la dictadura primorriverista (…)”. En
este artículo, el líder cenetista apuntaba muchas de las virtudes de “Milión”,
reconocidas por el proletariado gijonés y en particular por sus compañeros de
la CNT: “(…) Militando en el Sindicato de la Construcción de la CNT allí estuvo
siempre manteniendo viva su fe en el marxismo, sin que ello fuera óbice para
trabajar por el engrandecimiento de su organismo sindical (…)".
Aquel año de 1927, estaba siendo
muy intenso en el seno de la gran familia del proletariado militante y
revolucionario (...) el “nuevo periodo sectario” abierto en el PCE bajo la secretaria
general de José Bullejos, iba a concretarse en Asturies en la expulsión del
secretario provincial del PCE, Eduardo Castro, a la que siguieron, por
solidarizarse con él, las de José Mª Loredo Aparicio y Matías Suárez Fierro.
La Alianza Obrera
Emilio había sido fundamental en
la defensa de la Alianza Obrera en el seno de la CNT, cuyos mayores exponentes
serían José María Martínez, Avelino González Entrialgo y Eleuterio Quintanilla
y que contaba con la oposición tajante de buena parte de la FAI.
Convendría recordar que en
diciembre de 1933, Asturias tenía una población ligeramente superior a los
800.000 habitantes, de los cuales 110.000 era trabajadores. Pues bien, casi el
70% (aproximadamente 75.000) estaban sindicados: el 58% lo estaban en la UGT,
en la CNT el 35%, en la CGTU el 5% y un 2% de “amarillos”. El Sindicato Obrero
Minero Asturiano (el SOMA) que representaba más de la mitad de los 40.000
afiliados de la UGT, era toda una potencia económica con propiedades como La
Mina San Vicente, el diario Avance, once casas del pueblo en las cuencas
mineras, además de la monumental Casa del Pueblo de Mieres, el Teatro Llaneza,
un par de edificios de Sama y el Orfanato Minero en el Naranco.
La guerra civil
La campaña electoral de febrero
de 1936 se celebraba mientras continuaban en Gijón los Consejos de Guerra
contra los revolucionarios de Octubre, o se esperaba con impaciencia el
traslado a Gijón de los 210 presos en el fuerte de San Cristóbal de Pamplona.
Emilio García participó junto a Joaquín Maurín en un acto político del POUM
celebrado en el Cine Los Campos Elíseos. No era la primera vez que Maurín
estaba en Gijón y en todas las ocasiones, comía en casa de Emilio.
El 18 de julio de 1936, y
después de que el General Aranda prometiese lealtad a la República, Emilio
García formó parte de la llamada “Columna Minera” que se proponía llegar a
Madrid e impedir allí la sublevación militar. Era tan grande su ascendente
dentro del campo anarcosindicalista, que partió como responsable de la columna
gijonesa formada por tres autocares de la empresa Arrojo, y que estaba
compuesta por 82 hombres, casi todos de las JJ. LL. Partió, como la mayoría,
armado solamente con la voluntad de vencer al fascismo.
El 19 de madrugada y en
Benavente, el diputado socialista José Andrés Manso (que sería fusilado poco
después en Valladolid por los fascistas) les comunicó una mala noticia: en León
y Oviedo se había sublevado el Ejército. Decidieron regresar pero ya no
pudieron pasar por León y Emilio trajo el primer fusil que empuñó en la Guerra
Civil y que en esta ocasión servía para avanzar y defender las conquistas
proletarias.
Avelino G. Entrialgo en su
citado artículo, también se refiere a las tareas que Emilio García y sus
milicianos harían a su vuelta: "(…) Se le encomienda a Emilio una
inspección por los pueblos costeros hacia occidente y, terminada ésta, toma
posiciones cerca de Luarca, donde su gente contiene al enemigo que avanzaba
desde Galicia. Cuando, después de unas semanas sin descanso en el combate, se
releva a aquellos magníficos luchadores, Emilio se esfuerza en la preparación
de sus huestes para reemprender su labor en la línea de fuego. Y, en pocos
días, ofrece al Mando Superior un centenar de hombres bien disciplinados que
marchan a reforzar el frente de Oviedo (…)”.
A primeros de octubre, se
intensifica el Frente de Oviedo. En la primera ofensiva miliciana contra el
Oviedo de Aranda, al lado de la llamada “Casa Negra”, y al frente de la
compañía que iba a su mando, Emilio García cayó muerto en la tarde del domingo
4 de octubre de 1936, justo un día antes del segundo aniversario de la Comuna
Asturiana En su cartera llevaba como
únicos documentos, el carné de la CNT y aquel “Hecho de Armas” que le
concedieran en Marruecos.
NECROLÓGICAS Emilio García (1)
ResponderEliminarPor Boni Ortiz.
Dolor y despedidas
El Comercio del lunes 5 daba cuenta de la muerte y el diario La Prensa del martes 6 de octubre de 1936 recogía su entierro de este modo:
“El entierro del compañero Emilio García. A las diez da la mañana de ayer se verificó el entierro de este inolvidable compañero, que el día anterior encontrara la muerte en uno de los frentes de Oviedo, después de una brillantísima jornada durante la que había peleado con el encendido entusiasmo que puso siempre en la lucha por la causa del proletariado. Fue este acto de conducir los restos del compañero Emilio García desde la Secretaría de la Construcción hasta el cementerio de Ceares una imponentísima manifestación de pesar, en la que quedó patentizado el gran dolor que su desaparición hubo de producir en los medios sociales gijoneses, donde tanto y tanto se estimaba a tan inolvidable compañero. Con motivo de este acto, se recordaba la actuación de Emilio García en la organización obrera por la que sentía verdadera pasión, luchando sin descanso en pro del proletariado, primero en Avilés y más tarde en Gijón, donde intervino con entusiasmo en diferentes momentos de gravedad en que peligraban las reivindicaciones obreras, y también en la lucha constante que el ramo de la construcción a que pertenecía tuvo que sostener con la clase patronal para arrancar mejoras de índole moral y material para sus afiliados, que confiaban tales misiones al compañero Emilio, por no desconocer cuánto fuego y pasión ponía siempre en la defensa de los intereses de los que, como él, venían siendo explotados por la burguesía. Y sobre todo esto, se hacía resaltar también la bondad de sus sentimientos y el trato afabilísimo, así como su afán de ser útil en todo momento, haciendo que estas cualidades le granjearan el aprecio y estimación de todos. Nosotros, que vimos siempre en Emilio García al compañero entrañable, hemos sentido hondamente su muerte, que le privó de saborear el triunfo de los trabajadores próximo a conquistar y por el cual vino luchando siempre y luchaba ahora con todo su ardor, y, al rendirle desde aquí el postrer tributo de admiración a tan querido compañero, reiteramos a su apenada compañera e hijos la expresión más sincera de nuestro dolor””.
NECROLOGICAS Emilio Gracía (2)
ResponderEliminarPor Boni Ortiz.
Así mismo, en La Batalla (órgano central del POUM) del miércoles 14 de octubre se recogía la dolorosa noticia en primera plana escrita por Armando Alonso, del POUM de Gijón, con el siguiente titular: «El POUM en el asalto de Oviedo. Ha muerto Emilio García». La nota seguía así:
“En la tarde del domingo 4 de octubre, cayó para siempre víctima de las balas fascistas nuestro querido camarada Emilio García, cuyo prestigio en los medios confederados era verdaderamente indiscutible. En el Sindicato de la Construcción, al cual pertenecía, desempeñó los puestos de más responsabilidad. Su heroica muerte fue el sublime colofón de toda una vida dedicada al triunfo revolucionario de los trabajadores. Por su reconocido prestigio, por su inteligencia, por su audacia, se le encomendó el mando de una compañía de milicianos que actuaba con admirable arrojo y acierto en el Frente del Naranco. Ya anteriormente, Emilio había dado pruebas concluyentes de sus dotes combativas en la toma de los cuarteles de Zapadores y Simancas, y como buen revolucionario, en el campo de batalla, al frente de sus hombres, entregó Emilio su vida en holocausto a la causa de la Revolución Social. Con su muerte pierde el POUM un magnífico camarada y el proletariado gijonés uno de sus valores más representativos. La sangre derramada por Emilio García y por tantos camaradas del POUM no será estéril: sobre sus tumbas comienza a alborear la revolución socialista que todos los trabajadores anhelamos. Armando Alonso. Asturias, octubre de 1936”.
(3) NECROLÓGICA Emilio Gracía por Eugenio Granell en LA BATALLA/POUM.
ResponderEliminarTambién en La Batalla, del domingo 18 de octubre, Eugenio Granell firmaba una sentida «Crónica de Madrid» bajo el título de «Emilio García ha muerto en Oviedo» y que reproducimos a continuación por el gran interés que tiene la descripción hecha por quien fuera gran pintor surrealista y dirigente del POUM:
“Un héroe más de la revolución socialista. Emilio García. Líder destacado de los trabajadores asturianos. Ha caído en Oviedo luchando por la revolución social. De Asturias nos llegan dos noticias desiguales: Oviedo, de una parte, es conquistado heroicamente por las milicias rojas de la revolución proletaria. Pero esta conquista, como todas las conquistas del proletariado, no podía obtenerse sin sangre, sin sacrificios. Y esta es la otra noticia: nuestro camarada Emilio García, dirigente del POUM en Asturias la roja, sucumbió como sólo los caudillos revolucionarios sucumben. Ha sucumbido en el momento de lograr una victoria para las fuerzas obreras, en el momento de lograr una victoria para la causa a la cual había entregado toda su vida. No es solamente el POUM quien pierde un gran camarada. Los compañeros anarquistas pierden también un luchador ejemplar. Emilio García había desempeñado cargos de responsabilidad en el Sindicato de la Construcción de la CNT de Gijón. Ya cuando el movimiento de octubre, Emilio García había dado pruebas de lo que era: un revolucionario cien por cien. En el mes de septiembre de 1934 tuvo lugar en Gijón uno de los comicios obreros que pasarán a la historia de nuestra revolución: fue el pleno regional de la CNT, en el cual debía de inclinarse dicha organización sindical a favor de la Alianza Obrera revolucionaria. En las jornadas históricas que fueron las sesiones de dicho pleno, destacaron sobre todo tres intervenciones decisivas. Fueron las de los camaradas José María Martínez, símbolo del sacrificio de la revolución obrera en Asturias en 1934; Aurelio Solares, militante del POUM y de la CNT en Gijón; y, finalmente, la de Emilio García. Y fue precisamente merced a la decisión de la CNT y del POUM en Asturias que la Alianza Obrera quedó constituida. Y la Alianza Obrera fue también quien hizo posible que en octubre de 1934 ondease en Asturias la bandera roja de la revolución socialista triunfante durante quince días. Ahora esa bandera se levanta de nuevo. Ni José María Martínez, ni Emilio García están ya a nuestro lado. Ambos han caído por la revolución. Pero la revolución triunfó precisamente por ellos. No importa que mientras tanto haya gentes que dediquen sus mejores cuidados a propalar la calumnia, la insidia, el insulto y la mentira contra los mejores luchadores de la revolución obrera. Porque la revolución que triunfa sobre todo, triunfa también sobre el insulto y la calumnia, sobre la insidia y la mentira. José María Martínez y Emilio García, héroes supremos de la emancipación proletaria, proclaman bien alto, con la elocuencia de sus vidas sacrificadas en la revolución, esta gran verdad. Que los escisionistas sempiternos chismorreen a su antojo. Las ranas nada tienen que ver con la revolución socialista. Su puesto está en la cloaca infesta de la podredumbre burguesa”.
Sus compañeros llevaron su cuerpo al local del Sindicato Único de la Construcción de la CNT del que era secretario local: el chalet incautado al constructor Posada. Allí estuvo expuesto para recibir el último adiós del pueblo de Gijón, hasta que el lunes fue conducido al cementerio de Ceares, acompañado por una enorme comitiva, a pesar de las recomendaciones del Comité de Guerra, relativas a no hacer concentraciones por seguridad y por los insistentes bombardeos por aire y mar, de la que fue objeto Gijón durante los 15 meses de Revolución Social y Poder Obrero, hasta la entrada de las tropas fascistas el 21 de octubre de 1937 y con ello la caída del Frente Norte.