Albert Walden
Existen
al menos dos destacadas proposiciones analíticas actuales para intentar
entender algo sobre los sucesos en que la aleatoriedad, la estocástica, lo
contingente aparecen de forma inesperada. Dos ideas para abordar todo aquello
que de alguna manera está estrechamente relacionado con el caos antes, durante
o después de la acción que intentamos instintivamente normalizar o, al menos,
singularizar como parte de alguna
estructura lógica más amplia.
Una
se trata de la idea del “Cisne Negro” desarrollada por el matemático Bassin
Nicholas Taleb y basada en “la estructura de lo aleatorio en la
realidad empírica”. Este enfoque usa
la metáfora de lo inhabitual que es observar un cisne negro, para ilustrar lo
condicionado – según mi entender - que puede llegar a ser el pensamiento que se
reafirma en lo que sabe, y en el convencimiento que procura la anuencia del
proselitismo; cuando, por otra parte, el pensamiento puede resultar ser más
sorprendente y creativo con lo que desconocemos y con la disidencia crítica.
La
reflexión del autor se localiza en la sociedad tecnológica del control, de la
estadística, del “big data”, de la campana gaussina, de los modelos
algorítmicos, de la linealidad causalista; en fin, de lo más granado que ofrece
la tecno-ciencia actual. En este contexto de seguridad surgen, de vez en
cuando, cual traviesos “demonios maxwelianos” imprevistos que trastocan las
estrategias, recordando a la mente despierta que sólo con la concreción que
procura la síntesis y con la discriminación habida en el reduccionismo es posible creer que se puede mantener “ad
vitam aeternam” teorías científicas, manifiestos políticos, estrategias
económicas o cualquier otro tipo de tradicionalismos, incluidas las milenarias
sacralidades religiosas
Según
esto, vivimos unos tiempos en que se han producido algunos “Cisnes Negros” más
destacados de lo habitual (hay que indicar que un evento de este tipo puede
llegar a ser considerado tanto negativo como positivo) que parece van a
trastocar los modelos establecidos; ya veremos si lo hacen mucho. De cualquier
forma no es la intención del artículo entrar en esta ocasión a debatir sobre
las últimas contrariedades electorales, ni por supuesto sobre el inquietante
fenómeno del “Gran Rubio de oro y su banda”, sino sobre la estabilidad que los
modelos de acción política y social en las democracias que nos corresponden
tratan de asentar como razones en las que no cabe apenas la objeción al modelo.
Esta calma chicha, que para cualquier régimen significa el estado de gobierno
perfecto, se fundamenta en el apoyo y consenso
de unas mayorías que aceptan y exigen – al margen de cualquier
compromiso - la subliminalidad seductora del entretenimiento y su voluptuoso
deseo como meta y destino. Ejemplo de ello bien se podría hallar en nuestra
querida nación, país de pocas sorpresas nuevas donde es tema controvertido
siempre la previsible improvisación y admiración ante el ingenio espontaneo de
la raza que surge cuando la modorra de lo “natural” se ve alterada por
indeseados y complicados paradigmas discordantes. La astuta y genuina sospecha
inquiridora se suele centrar entonces en la descalificación directa sobre
el sujeto que disiente y no en el examen crítico sobre lo disentido; aparte de
todo esto, existe la inveterada costumbre de muchos paisanos e incluso la de un
servidor en usar enseguida la “Navaja de
Ockham” para zanjar cuestiones más o menos importantes. Hay que recordar que
esto no
significa tirar de faca albaceteña o chaira toledana, sino aplicar el
principio de simpleza que en su versión actual dice: “La explicación más simple es la más probable, aunque no necesariamente
la verdadera”.
En
tal coyuntura socio-política un patrón de conducta aparece como seña
psicológica objetiva, me refiero – en esta ocasión - al estímulo de lo
esquemático. Aunque puede ser cierto que una de las virtudes en las leyes tanto
físicas como jurídicas es – siempre que sea posible – que estas sean simples y
elegantes (en caso de las jurídicas se las debe exigir además que sean justas),
también puede resultar que tal cosa sirva sólo para justificar un
desentendimiento o inacción de las responsabilidades propias o compartidas (
pensar un poquito en como en nuestra querida nación - de
manera artera - tanto del poder
judicial como el poder legislativo
encubren mutuamente los despropósitos de su incapacidad para mayor
satisfacción del poder ejecutivo), de
las que últimamente tenemos bastantes noticias; ya se ha acuñado un término
para tal anormalidad, “rajoismo” se llama la curiosidad; por eso tendré que
continuar considerando que la sinopsis para el pragmatismo viene a ser como el
simplismo para la mansedumbre, un descargo que hace viables tanto los
disparates de la mediocridad cómo las perversiones de la hipocresía.
Ciertamente
la síntesis, lo sintético abruma (para ser justo hay que decir que no sólo en
nuestra querida nación) con sus improntas repetidas, sus singularidades
adocenantes, rescatando – paradójicamente
- otras ediciones de estéticas neobarrocas en la línea de las que lo
intentaron petar en los 90 como alternativa al posmodernismo,
y que en el momento actual recupera en las tragaderas del contrasentido de
cualquier oxímoron o en la imbecilidad plácida de lo rebeldemente sumiso la
desasosegante espera de algún “Cisne Negro” que se esté empezando a pergeñar entre el revoloteo de las alas de
alguna mariposa.
Con
esto venimos a dar con la otra proposición analítica que apunté al principio,
me refiero - cómo no – al afamado “Efecto Mariposa”, teoría desarrollada por el
matemático y meteorólogo Edward Lorenz, y que se puede metaforizar como que “el aleteo de una mariposa en Brasil puede
provocar un tornado en Texas”.
Con
esto bien se podría entrar en distintos debates cómo el del inacabable bucle de
causa y efecto, el de la imposibilidad
de establecer significados, el del
absurdo dogmático de pensar en algún ente último custodio de todo el saber, o
en el no menos absurdo del racionalismo del pensamiento determinista
(Pierre-Simón Laplace) que sugiere la posibilidad teórica de conjeturar un
conocimiento científico absoluto, (si bien en esto último parece que, al menos
cuantitativamente, la capacidad de análisis y procesamiento de datos ofrece la ficción o el espejismo de hacerlo
posible en un futuro virtual si – eso sí - se soslaya suficientemente a las
cualidades del caos ).
El
exponencial incremento de variables que habría que considerar para especificar
cualquier decisión descarta que en la acción política se tenga en cuenta de
manera metódica lo que afirma esta teoría, por ello, tanto ideológicamente cómo
–sobretodo – en lo que se llama la gobernanza de las sociedades, la lógica
política actúa siempre sobre grandes conjuntos de uniformidades, lo que hace
que la ciencia política tienda a transformarse en mera actividad administrativa
regulada por la influencia que los intereses discriminatorios de los grupos
puedan imponer al resto. De tal modo, tanto el discurso o, si se quiere, la
dialéctica en la acción política convergen desde los distintos manifiestos
ideológicos – en mayor o menor medida -
en expresiones como unidad, lealtad, liderazgo, militancia, ideología,
etc., es decir, conceptos que remiten a una síntesis de la complejidad
anunciada tanto por la teoría del “Cisne Negro” como por la del “Efecto
Mariposa”.
Por
lo tanto, considero que la racionalidad que guía la praxis política adolece,
por simple incapacidad, de la amplitud epistemológica que la reflexión
indisciplinada en lo conocido o en lo conjeturable puede mostrar; esto explica
que ante circunstancias sobrevenidas por alguna de las anteriores teorías se
busquen las causas desde la síntesis que ese mismo pensamiento político,
necesariamente “ockhamniano”, mantiene.
La acción política convencional (hoy por hoy
no conozco otra, quizá en algún otro momento histórico sí haya habido indicios
esperanzadores, pero en la actualidad queda poco de ello) es incapaz de abordar
las posibilidades que el conocimiento puede procurar al individuo, no resultando
ser – aquella - más que un método de administración preso de una dependencia de
normativas transnacionales acordadas al margen de cualquier debate público
verdadero; como todos podemos saber.
Quiero
terminar haciendo –por dos motivos - un
homenaje al empeño de las mujeres luchadoras, uno porque este blog aparece en
Marzo, mes del Día Internacional de la Mujer, y otro in memoriam de Berta
Cáceres porque en Marzo - en concreto el
día 3 -
se cumple un año de la muerte de esta indigenista y ecologista hondureña
asesinada por defender las selvas de su país del saqueo capitalista. Ese
capitalismo adulador y glamuroso con los pastoreados burguesitos del consumismo
“neoeufemista”, pero que continuamente
contrata pistoleros para terminar con la
vida de los defensores de la Tierra (ver “La Vanguardia” del día1 de Febrero de
2017).
Nuestro compañero Walden expresa “un fastidio” que aprovechamos para suscribir (de eso se trata) cuestionando las teorías del Cisne Negro y el Efecto Mariposa como grilletes del pensamiento que paralizan el conocer como el transformar.
ResponderEliminarLa primera –el cisne- se revela como una dogmática confusionista que fatalmente concluye en el “esto no hay quien lo entienda” y la segunda, como idolatría del “cada efecto tiene su causa”. Las dos, efectivamente que resultan falsas por deterministas y desertizadoras de pensamiento crítico, se encapsulan en el “dejad hacer” liberal.
Quienes seguimos siendo insumisos al bozal (una dispersa multitud) nos movemos en otra suerte de complejidades respecto “al saber” y saneadas simplificaciones en “el tener”. Complejidades, porque bien sabemos que los procesos tienen origen en múltiples causas y simplificarlas equivale a no entender casi nada; en cuanto al aparente caos y la eclosión “del acontecimiento incomprensible” también el caos está lleno de pistas (complejas, heterogéneas y no determinadas por una única idea-fuerza) inicialmente desconcertantes y que suelen superar casi siempre la detección individual pero pueden deslindarse y racionalizarse –quizá, confiamos- desde el pensamiento colectivo.
Todos los momentos dejan posos que se acumulan. Descifrarlos es siempre tarea pendiente. El problema es que “leemos los posos” generalmente… regulín (nosotrxs, las gentes de izquierda).
Pero ¡como atinan a hacerlo quienes detentan el poder y lo usan –catastróficamente- al servicio de la acumulación y el dominio! Están locos, pero “hay una lógica en su locura”.
Por eso en el ámbito de “su” proyecto (absolutización de la tecnociencia, desarrollismo -caiga quien caiga- neocolonización, recurso permanente al armamentismo y las guerras locales…) siendo los sujetos del poder, toman la delantera, explotan, reprimen y despliegan los come-cocos ideológicos pertinentes) dibujan su estrategia, a medio y largo plazo: y gradualmente obtienen resultados…criminales resultados.
Leo con interés la reflexión de Riechmann Ecosocialismo descalzo (muy recomendable) que propone el despliegue de una racionalidad diferente, no productivista, defensora de la igualdadlibertad…para al menos “mitigar el colapso” y recuerda las derivas destructivas del sistema durante los últimos 80 años del pasado siglo (1920-1950 y 1950 a 2000) derivas agravadas durante los 17 años que llevamos de siglo XXI, que combinan (con racionalidad productiva-destructiva y en bárbaro conflicto con los límites biofísicos de la Tierra) los trasfondos del aparente caos azaroso del Cisne Negro y la cadena determinada y determinista del Efecto Mariposa…
Desde luego, no logramos (ni se produce espontáneamente) Efecto Mariposa en la solidaridad internacional de los oprimidos ni en la defensa colectiva de un “desarrollo apropiado que permita una calidad de vida con niveles muy bajos de consumo, industrialización, PIB, comercio…”. Nuestro recorrido es…demasiado lento, primario, con frecuencia competitivamente mezquino… en tanto que el destructivismo capitalista es demasiado rápido, muy cohesionado por el dinero y el interés de clase…
Explicar la historia -con h o con H- desde Cisne o Mariposa, es tan inútil (y peligroso) como explicar las guerras por la influencia de Marte… Nuestro itinerario de subversiones para cambiar las cosas “parece” sincopado, pero solo es intermitente.
En fin, como dice nuestro afín y amigo Mariano “a pesar de todo hay que resistir” y resistir es entender y hacer, usando otras herramientas que los Cisnes y las Mariposas.
Comentario de A. Walden
ResponderEliminarCreo que tengo que aclarar algo el texto que daba por suficientemente argumentado.
Desde mi planteamiento el título "El fastidio de la incertidumbre" se quiere considerar con una intención irónica, para nada en sentido literal o como rechazo de la incertidumbre.
Me parece que a lo largo del artículo queda manifiesta mi reflexión sobre el asunto; a partir de aquí se puede hacer el análisis que cada cual estime y progresar en el debate, pero -repito - en el texto abordo tales teorías científicas como muy útiles para estudiar en su conjunto las sociedades que nos han tocado, al margen de cualquier sentido maniqueista.
También quiero recordar que ambas teorías son sobretodo científicas, más allá de las metáforas con que se las nombra, la una entra dentro de las teorías del caos,la otra de las de la biosfera. Interesantísimas las dos - como digo - para intentar entender nuestras sociedades y sus conflictos;aunque la cosa pueda parecer discutible.
Apresados-también- por la ciencia y sus derivas tecnológicas, yo me quedo con la interpretación que surgió al hilo de mi lectura de tu texto.
ResponderEliminarEs por eso, amigo Walden, que agradezco tu estimulante artículo que resulta así "polisémico".
Abrazos.
Me temo que lo anterior queda muy "subjetivo" y lapidario.
ResponderEliminarRealemnte lo que entiendo es que hay fracturas importantes entre ciencias (puras, de la naturaleza, etc.) y ciencias sociales.
Fracturas debidas a la disparidad de fines y la diversidad metodológica. Cualquier traslación mecánica entre unas y otras, genera confusiones cuando no "perversiones".También hay fracturas entre ciencias sociales y política (política-s). De modo que comprender y transformar fenómenos sociales, no es factible desde la metodología matemática, ni de las ciencias médicas, ni...
En el caso de las ciencias sociales pueden ayudarnos a entender pero son los instrumentos propios de "la política" -entendidos en sentido amplio- los que favorecen (o no) el transformar realidades.
...Dejamos aparte, a pesar de su enloquecedor interés, "la ciencia ficción".
En todo caso...así se completa el apunte inmediatamente anterior a este comentario, en un debate no exenton de interés actual(¿las leyes del mercado libre son socialmente aceptables o necesariamente combatibles?...por ejemplo.
Comentario de A. Walden
ResponderEliminarEvidentemente mi enfoque es muy distinto, y me explico.
La interrelación y nexo entre todas las disciplinas del conocimiento y su aplicación, incluso de las más especulativas, es una característica que define, no sólo nuestros tiempos sino también aquellos en los que solamente las doctrinas de la "única verdad" podían ser toleradas;por lo tanto, se puede considerar una constante más o menos visible a lo largo de la historia.
Por poner algún ejemplo clásico de como el funcionamiento de la naturaleza ha influido tajantemente en la reestructuración de las relaciones humanas, pongo el caso de los principios de la termodinámica que posibilitaron la construcción de la máquina de vapor y como este descubrimiento cambió los métodos productivos, y como estos, a su vez, generaron la aparición de nuevas clases sociales, forjando nuevos planteamientos ideológicos y revolucionando los fundamentos de la acción política y de los hábitos sociales, hechos que no se pueden desvincular de aquel nuevo conocimiento de la naturaleza ni, por supuesto, de su matriz científica.
Es cierto que la estrecha dependencia entre sociedad y ciencia, sea esta de la disciplina que sea, llega a crear planteamientos que se pueden tener como cuestionables; desde mi punto de vista teorías como la de la sociobiología, la del darwinismo social o la del gen egoísta pueden ser refutables pero no prescindibles.
La ciencia cambia a la sociedad y alienta a la filosofía, y lo que está detrás de todo eso es la forma en cómo creamos pensamiento, qué principios rigen la reflexión, en cómo se desmontan tabús o se crean otros.
La racionalidad idolátrica actual pasa por un culto a la tecnociencia que implanta fenómenos de la envergadura social y política como las llamadas "redes" y su aparataje de dependencia, esto desborda y condiciona toda idea que había de conflicto social, clases sociales o poder social; aunque reconozco que tras todas esa parafernalia lo que aflora es el mismo afán de dominio que había tras la máquina de vapor o las hachas de sílex, no en balde las viejas injusticias y crímenes siguen existiendo.
He leído últimamente dos noticia que me causan...,no sé si desasosiego,esperanza,escepticismo o acojone; la una se refiere al nuevo gurú Elon Musk patrón de la empresa "Tesla" (por cierto, partidario de la renta básica universal) que va a crear una empresa nueva para intentar desarrollar algún tipo de conexión entre el cerebro y algo como un smarphone; es decir, que su control pase de los dedos a algún estímulo del cerebro (la voluntad ya está ganada), estamos hablando no de un pirao, sino de un tío que está creando una de las empresas más punteras en tecnología a nivel mundial (habrá que hacer un artículo sobre el tema).
La otra es más normal, pero significativa de lo que son unas políticas y otras; Dinamarca va a cear una embajada en Sílicon Valley.
Y las matemáticas..., con las matemáticas se decide el movimiento de capitales por encima de cualquier otra consideración. Titular del periódico "Cinco Días" : "En Waal Street los programas informáticos de inversión compran y venden acciones en milisegundos".
Leído.
ResponderEliminar...todo está calamitoso...Seguimos en la brecha (¡con o sin ginebra!). Abrazos. Ak.