LOS APELLIDOS DE LA MEMORIA: ¿UNEN O SEPARAN?
Acacio
Puig
No me atraen, desde hace ya décadas, las conceptualizaciones políticas que generan debates innecesarios y que además hacen más laboriosos los acuerdos unitarios de reflexión y acción. Quizá sea porque aún recuerdo algunos rifi-rafes “conceptuales” mantenidos durante la dictadura y también durante mis años de detención como preso político en la cárcel de Carabanchel.
En aquellos debates que preludiaban acciones
políticas más o menos clandestinas, empleábamos exceso de tiempo, energía y
retórica, para nominar, por ejemplo, al
franquismo (dictadura fascista, dictadura bonapartista de la burguesía, dictadura
franquista). Matices que, sin embargo, no modificaban el carácter ni contenido
esencial de las acciones políticas, aunque fueran útiles en la definición de
proyectos generales y delimitación respecto a las otras corrientes políticas de
oposición.
Lo mismo me ocurre en el
presente en el interior del movimiento social memorialista con la conceptualización
(¿en auge?) de Memoria Democrática, que parece ir sustituyendo a la anteriormente utilizada de
Memoria Histórica.
Sin embargo, ya puestos, es
la segunda (memoria histórica) la que me resulta más inclusiva. Apuntaré algún por qué.
En la palestra actual del
memorialismo en que activamente participo, conviven Memoria Democrática,
Memoria Histórica, Memoria Republicana –muy utilizada entre la descendencia de
nuestro exilio en Francia- Memoria Libertaria y otras.
Los apellidos propuestos a
la Memoria, son los propios de diferentes segmentos del movimiento memorialista. Se argumentan y se proclaman llenos de sentido y desde luego que “son lícitos”
pero los entiendo como parciales y sobre todo, no inclusivos.
Serio problema en un período
en que el memorialismo es un auténtico archipiélago de corrientes y
coordinadoras, pero en el que estamos obligados a la convergencia en beneficio tanto de la acción conjunta como del rescate
de la Verdad (o de las verdades silenciadas). Verdades aún en
proceso de recuperación por el conjunto de izquierdas que revisitamos nuestro pasado más
cercano y definimos paquetes de antiguas
tareas pendientes de resolver en
el presente y que agrupamos como urgente implementación de la Verdad, la
Justicia y la Reparación.
Desde mi punto de vista, la
nominación Memoria Democrática simplifica -en pretendida homologación- las
perspectivas políticas que defendimos los antifranquismos desde 1936 (desde el
golpe militar-civil contra la legalidad republicana) y después, durante las
diversas fases de la lucha
antifranquista hasta una actualidad en que el desescombro de silencios,
patrañas y secuestros informativos (archivos), sigue siendo tan necesario como
obligatorio.
Algunos
interrogantes:
¿Quiénes defendieron durante el ciclo
1936-1939 estrategias de Revolución Social y Revolución Socialista son hoy, en 2019, homologables
a quienes defendieron la de Democracia versus el Fascismo? ¿Todo era lo mismo, es
decir, una lucha por la Democracia?
¿Quiénes defendimos
estrategias de conquista de las libertades y Democracia Socialista somos
homologables a quienes defendieron solo la Democracia como alternativa (incluidos
quienes hablaban de Socialismo solo “los días de fiesta”?)
¿Quiénes defendieron la República
Democrática Popular son identificables a quienes defendieron la Democracia sin
más?
¿Quiénes practicaron la
política armada –en sus múltiples variantes- se sienten cómodos con la
calificación de su memoria como Memoria Democrática?
¿No implica el uso de
Memoria Democrática simplificar la lucha antifranquista fijándole un horizonte
que identifica la Conquista de Libertades Plenas con el régimen Democrático?
¿No deja esa nominación demasiado de lado los proyectos de transformación social radical?
Y en relación con todo lo
anterior ¿se reduce en el siglo XXI la estrategia de nuestra izquierda
revolucionaria al horizonte de “ampliar la Democracia”? o bien usando una
referencia conocida ¿Es nuestro máximo alternativo el proyecto democrático socializante
de Allende?
El
pragmatismo político: ¿explica o justifica?
Creo sinceramente que el
régimen democrático, con todos los matices y diversidad de que decidamos
dotarle, no es otra cosa que La Democracia Realmente Existente hoy y que sus
posibles desarrollos progresistas (que los ha habido y los habrá: desde la
democracia censitaria a la conquista del voto femenino y el derecho universal
de toda la ciudadanía a votar) no suponen transformación de las bases y
principios de dicho régimen:
-Representación de la
soberanía mediante voto y elecciones
cada cuatro años (la “gran fiesta”).
-Defensa de la propiedad
privada de los medios de producción de unos pocos y expropiación del plusvalor
del trabajo de lxs más.
-Aparatos de estado al
servicio de las clases dominantes y en función de ello, dominio del capital (nacional
e internacional) sobre ejecutivo, legislativo y judicial. Vaciamiento de
competencias políticas de los gobiernos nacionales por los poderes fácticos
internacionales (y nacionales).
-Aparatos policiales y
militares, como salvaguarda del orden llamado público, es decir, el orden de
quienes se toman por representantes absolutos de la ciudadanía e imponen por todos los medios
semejante falsificación.
-Aparatos mediáticos, cuyo
motor es financiado por el capital y sus intereses, aunque subsistan nichos
críticos.
-Estricto dominio de los
poderes electos- y sobre todo de su ejecutivo- sobre cualquiera de las decisiones
generadas por los electores mediante el ejercicio de formas autónomas de
democracia directa. De ahí la prohibición de los Derechos a Decidir y las
legislaciones represivas en lo esencial y no garantistas en lo social.
(…)
Estrategias
para actuar unitariamente, pero desde la diferencia.
Surgen así perspectivas
estratégicas que lo fían todo y exclusivamente a la idea de que más democracia será la
Verdadera Democracia y en pirueta de izquierdas, la radicalización de la
democracia se identificará con el Socialismo: No comparto semejante deriva evolucionista
gradual de la que la historia de los movimientos socialistas nos ha ofrecido
brillantes desarrollos y réplicas.
Sin mayores consideraciones -por
el momento- concluiré por lo dicho que el término de Memoria Democrática, no
responde al carácter del conjunto de las pasadas luchas antifranquistas y
tampoco al horizonte emancipador propio de quienes defendemos Igualdad,
Libertad y Autogestión como alternativa estratégica al sistema capitalista.
Reitero que es término menos
inclusivo y más confuso que el de Memoria Histórica porque ese, aludiendo a la
Historia y a su vocación de reconstruir la verdad, resulta menos incómodo
respecto a la Historia y al conjunto de proyectos de superación del sistema
capitalista (sean anarcosindicalistas, ecosocialistas o comunistas
autogestionarios).
Dicho sea a pesar de que
bien sabemos que la Historia ha sido escrita por los vencedores (y en otros
casos… por los “vencedores” que logran la hegemonía entre el bloque social de los perdedores).
De modo que sigo adhiriendo
a aquel viejo aforismo militante de que
cuando se añade agua al vino no se tiene más, sino peor vino.
Modificar conceptos para
hacerlos más “digeribles” por el sistema no logra los resultados esperados,
fuerza a dejar “pelos en la gatera” y confunde más que ayuda. Porque sigue
siendo más que necesario (y realista) el no confundir “la lógica de las cosas,
con las cosas de la lógica” y lo fundamental a la vista del paisaje
socio-político que habitamos, sigue siendo construir –unitariamente- los Estados Generales de un Memorialismo que
regenere nuestra historia contemporánea, lleve a cabo las múltiples tareas pendientes
en las que llevamos tanto retraso y apunte con los más, a formar parte de un
horizonte emancipador.
Y mientras tanto -y hasta
que no encontremos un término plenamente inclusivo- me quedo con el de Memoria
Histórica.
Pd.
Aunque bien es cierto –como
me apuntaba un buen amigo- que “el
término Memoria Histórica es inclusivo en exceso, porque ahí entran también los
del otro lado. Recordemos el incidente con la placa de los carmelitas o el
monumento a los alféreces provisonales.
Sinceramente, creo que tienes razon en el primer parrafo del articulo: "generan debates innecesarios y que además hacen más laboriosos los acuerdos unitarios de reflexión y acción"
ResponderEliminarCada dia mas, tiendo a pensar que mas nos vale unirnos de una punetera vez, en lugar de andar tomandonos las cosas literalmente y separando cada vez mas los terminos hasta llegar al punto donde la gente ya no sabe si se siente representada o no.
En cualquier caso, el debate me parece interesante, sobre todo cuando se trata de la pregunta "¿No deja esa nominación demasiado de lado los proyectos de transformación social radical?". Yo creo que si, que llamarlo memoria democratica deja fuera a muchos grupos que lucharon contra el Franquismo y que sufrieron sus consecuencias.