Entender el fascismo en España: ¿Marx o Podemos?
Víctor Atobas*
Temíamos que la extrema derecha fuera, como una cepa
vírica, a extender su virulencia también por España. Escuchábamos a los
dirigentes de Podemos invistiéndose como vacuna contra ese virus, pero
intuíamos que eso no era verdad, pues apreciábamos ya un contenido fascista
en la sociedad. La supuesta excepción del caso español, en el que la extrema
derecha habría carecido de forma institucionalizada debido a Podemos, se
desvela ahora como un error del análisis.
Pero nosotros recogemos el testigo de esos profesores
universitarios, de su error, y lo convertimos en la situación de partida. Parece probable que las declaraciones de los
mandamases de Podemos llamando a un antifascismo militante provengan mas bien
de su falta de ideas. La sencilla realidad es que el fascismo ya estaba
presente en España antes de la irrupción de Vox. ¿O resulta que tantas y
tantas personas han empezado a odiar al Otro, aparecido como extraño y hostil
por la lógica oposicional de la competición, de un día para otro? Lo que ocurre
es que, tras el primer error que hemos comentado, se esconde otro más profundo.
Y es el de no entender la articulación entre forma y contenido. La forma es a
lo que se llega, no de lo que se parte. Los fascistas ya intentaron armar su
propio partido en ocasiones anteriores, y si no les fue posible no fue debido a
Podemos, sino porque a nivel social ese contenido no acaba de generarse del todo, pues de haberlo logrado
también habría producido una forma.
Es decir, la pregunta hacia la que nos conduce un
análisis marxista es por qué el contenido fascista, los deseos tanáticos
(deseos de muerte, odio, miedo, repulsión, rechazo, etc.), no se había podido
generar del todo, es decir, no había podido alcanzar una forma
institucionalizada. La respuesta ya la hemos dado; en nuestra sociedad los
deseos fascistas no habían podido adecuarse a la forma partido. Esos deseos de
muerte fluían, atravesaban la sociedad, pero no se articulaban en una forma como
pudiera ser un movimiento social o un partido. Esos deseos empujaban al PP
hacia la extrema derecha, es cierto. Pero estamos hablando de Vox, un partido
propiamente fascista que lanza consignas de muerte, transformando al Otro en
enemigo irreconciliable. En nuestra sociedad la articulación entre forma
partidista y contenido fascista ha sido posible gracias al ámbito de
la cultura (o de la superestructura, en términos marxistas). Vox fue
posibilitado por la guerra cultural. La base económica, la infraestructura
– que aquí hemos leído en términos de economía deseante (1)- se ha
expresado en la cultura o superestructura. En este sentido, el análisis
marxista de Enmanuel Rodríguez nos parece acertado; Vox no es,
seguramente, el partido del pueblo. Parece más bien el partido de la envejecida
clase media masculina contra la “ideología de género”, de la “España viva”
contra la anti-España y los malos españoles (pongan aquí lo que consideren) y
cada vez más del catolicismo militante y ofendido de los Opus Dei y los Quicos.
No es pues el partido de los defraudados con el 15M y quizás tampoco el de “la
protesta”, aunque lo sea en parte (2) . Enmanuel Rodríguez señala que ese contenido
fascista que es base, ese deseo de muerte contra las mujeres
(“ideología de genero”), contra los catalanes y catalanas (“la anti-España”) o
los inmigrantes, se ha expresado a nivel cultural.
Pero si queremos entender el fascismo desde Marx y no
desde nuestros profesores universitarios, no podemos olvidarnos de los análisis
de Brais Fernández (3), en los que tenemos la fortuna de
apreciar cómo el pensamiento filosófico deviene pensamiento histórico. Fascismo
como restauración histórica de la vieja ley de familia.
Concluyendo, la realidad de la irrupción de la extrema
derecha en España no se puede entender desde la propaganda de Podemos –
nosotros éramos la vacuna del virus fascista-. Nos encontramos ante una
realidad en la que los fascistas tienen su propio partido, y puede que éste
sea pujante. Pero esta realidad no causa un nuevo pensamiento que
tengamos que inventar para hacer frente al fascismo, como han sugerido algunos
pensadores de izquierdas, sino que precisamente impone límites a nuestro
pensamiento. El análisis marxista más agudo, por tanto, está por venir y
será aquel que muestre dichos límites. La izquierda necesita que la gente
piense.
1. Deleuze G. (1985). El Anti-Edipo, Barcelona:
Paidós, pág. 36 Nota: Para la economía deseante la producción social es tan
sólo la propia producción deseante en condiciones determinadas.
2- Rodríguez, E. (3/12/2018). Andalucía o el
momento Vox , Revista Ctxt. Enlace: https://ctxt.es/es/20181129/Firmas/23207/andalucia-vox-podemos-pablo-iglesias-neofranquismo-susana-diaz.htm
2. Fernández, B. (26/11/2018). Por qué el fascismo
y el capitalismo no son enemigos,
Viento Sur. Enlace: https://vientosur.info/spip.php?article14399
* Víctor Atobas es escritor y activista
cultural.
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