2019-1939: DIEZ NOTAS AL
HILO DE LA DERROTA DE LA II ª REPÚBLICA
Acacio Puig
En
el 80 Aniversario de una derrota que parte del memorialismo sigue denominando
La Retirada, parece conveniente revisitar temas que marcaron el desarrollo de
la República, la Guerra y la Revolución en la España de 1936-1939. El objetivo
no es otro que apuntar asuntos que reactiven la reflexión militante y rescaten
la verdad histórica.
1.-La dinámica abierta por las elecciones de
1931 estuvo vertebrada a la liquidación de la monarquía, el
establecimiento de las plenas libertades democráticas y la solución de tareas
pendientes propias de una revolución burguesa nunca concluida en España.
Las circunstancias internas
e internacionales determinaban que en esas primeras décadas del siglo XX, dichas
tareas se encabalgaran en un proceso de transformación revolucionaria: Revolución
Social para unos (CNT) y Revolución Socialista para otros (POUM).
2.-La extrema tensión entre clases sociales
antagónicas desvelaba la imposibilidad de consolidar pausadamente una
República Democrática. En semejante hervidero, las políticas prudentes y de
lenta cocción que pretendían abordar la Reforma Agraria, depuración de Ejército
y fuerzas de orden público, el desarrollo industrial y creación de empleo, la solución
a problemas de naciones sin estado… no prosperaron. El atraso y la presión conservadora se producían
en un contexto internacional de
consolidación del fascismo en sus variantes italiana y alemana y la amenaza
inminente de nueva guerra interimperialista.
Las políticas meramente
democráticas se revelaron un fracaso. Las pretensiones de “ponerle puertas al
campo” fueron factores retardatarios y
desmovilizadores que finalizaron con un trágico coste para las clases
populares: tres años de guerra y victoria de un régimen militar-fascista que
perduró hasta la muerte del dictador en 1975 y dejó una pesada herencia que
sigue determinando nuestro presente.
3.-El alzamiento reaccionario del 18 de julio
de 1936 contó desde el primer momento con el apoyo militar del fascismo
italiano y el nazismo alemán de modo que la República fue víctima de un combate
desigual producto de la política de “no intervención”.
En la política de “no
intervención” chapotearon las democracias capitalistas occidentales y durante
el decisivo período inicial, la propia Unión Soviética. Nadie deseó ver lo
inevitable, que la Guerra de España era el primer capítulo de la Segunda Guerra
Mundial. Un banco de pruebas bélico abandonado a su suerte por la inoperante
Sociedad de Naciones y también por la Francia del Frente Popular, en permanente
acoso conservador como revelaría en 1940 el colaboracionismo del régimen de
Vichy.
4.-La política gubernamental resumida en Ganar
la guerra… “y luego ya veremos” resultó suicida. No respondía a la dinámica
interna del movimiento de masas, precisamente el que inventando milicias, había logrado frenar
el golpe y decantar sectores significativos de ejército a favor de la Republica
y su legitimidad.
Se implementó así una
política que haciendo abstracción de la situación española y de la creciente
amenaza que ya se cernía sobre Europa, confundió un golpe militar en toda regla
y en connivencia con la iglesia y la derecha política, con un simple pronunciamiento
de “militares republicanos conservadores”.
La falsa dicotomía internacional “aliados versus fascistas”
enmascaraba una nueva guerra interimperialista que resultó más destructiva que
la Gran Guerra de 1914-1918. Sus primeros movimientos eran visibles en España.
Se prefirió ignorarlos como se ignoraron las primeras ofensivas del nazismo en
Europa a pesar de su ascenso en 1933 y la consolidación de Mussolini desde
1920. Una triste estrategia de disimulo…”por si acaso”, inserta en el pánico
ante un nuevo bolchevismo.
La Unión Soviética estuvo
inmersa en esa quimera. El pacto germano-soviético del 21 de agosto de 1939
expresaba perfectamente los límites de la geoestrategia estalinista que había definido su política respecto a la
guerra y revolución española: en definitiva, una opción por mantener el satu
quo por encima de análisis y principios solidarios internacionalistas.
5.- Combate defensivo a la reacción y ofensivo
a la revolución. Las fuerzas mayoritarias del Bloque Republicano
defendieron la opción del combate a la defensiva, idealizando contenidos y
posibilidades de una república democrática aislada y en guerra y reprimiendo
pronto a las fuerzas minoritarias del mismo Bloque: presionando a unas (CNT) y
destruyendo a otras (POUM).
El estalinismo definió con
precisión a su enemigo (el POUM) el trotskismo no reconoció a su partido amigo
(el POUM) y se diluyó en una política de escasos resultados.
La ofensiva
contrarrevolucionaria logró la inflexión del empuje transformador durante las
jornadas de mayo de 1937 en Barcelona (de entre los muchos estudios disponibles
recomendamos el de Miguel Romero –la Guerra civil española/capítulos 3 y 4 crítica&alternativa, 2006).
6.- La estrategia militar de la República
abundó en errores de bulto al optar en exclusiva por el ejército popular y
el desarrollo de una estrategia clásica con epicentro de mando en “militares de
escuela”. La opción ejército-contra ejército no resultó.
Una combinación inteligente
de Milicias, Ejercito Popular y Guerrilla en las retaguardias, tal y como
definió Abraham Guillén en Errores
político-militares de la República,
habría sido mucho más acorde a la situación bélica.
Abraham, miliciano
libertario, después comisario de guerra en el IV ejército al mando de Cipriano
Mera, detenido, condenado a muerte, evadido y
finalmente exiliado, escribió en ¿Frente
continuo o discontinuo?:
“
La batalla de Andalucía y Extremadura debía ser ganada por los republicanos
españoles, no en compactas formaciones de soldados regulares (…) sino uniendo
el ejército al pueblo en armas (…) el bando más débil nunca debe batirse con la
misma táctica que el fuerte (…) el primer escalón del ejército republicano
debería haber transformado los grupos de autodefensa en guerrilla
semipermanente (…) el segundo escalón –apoyado por las guerrillas-
desarrollando milicias ofensivas, el tercero, constituido como ejército popular
regular, hacer la guerra de liberación en todo el país (…) si se combinan
estratégicamente los tres escalones (…) no hay ejército regular que pueda ganar
la guerra contra un pueblo en armas”.
7.-La intervención extranjera no fue
precisamente simétrica sino muy desfavorable al campo republicano.
Tomando como base el
excelente estudio de José María Maldonado (2009, colección Amarga Memoria, edición del Gobierno de Aragón)
destacamos los siguientes datos que Maldonado avala con toda suerte de fuentes,
al tiempo que subraya el peso de la aviación en el desenlace de la Guerra de
España.
La aviación franquista contó
con no menos de 880 aparatos de procedencia italiana (bombarderos, cazas,
hidroaviones…) y los de procedencia alemana 227 bombarderos y 770 de todo tipo
(aviones caza, de trasporte…) a los que se añadían los 1828 del ejército
franquista.
La aviación republicana
estaba muy por debajo. Básicamente los 657
aviones soviéticos y los 929 fabricados en Catalunya.
La superioridad del conjunto
fascista en guerra aérea (en aparatos y pilotos) y su capacidad de destruir
objetivos militares y civiles, era pues aplastante y la guerra aérea aparecía
como elemento muy decisivo en las “guerras modernas”.
Cita también Maldonado el estudio
del investigador Angelo Emiliani, que en 2007 señalaba en su ponencia al
congreso Novi-Ligure, Alessandria el
cálculo de 100.000 hombres italianos implicados en la guerra de España, en
tierra como infantería y en marina. Se trataba pues de hombres armados,
mientras que los efectivos que integraron las Brigadas Internacionales (Luchadores por la Libertad) oscilaron
entre los 32.000 y 35.000 combatientes, que evidentemente llegaron a España sin
armas ni formación militar.
8.-En marzo de 1939 cayó Madrid y los
últimos baluartes republicanos (el 29 Madrid, el 30 Valencia, el 31 Alicante,
Murcia y Cartagena). En Catalunya todo había concluido el 8 de febrero de 1939
en que el general Rojo firmaba la orden de retirada a los pasos fronterizos.
La hipótesis de una intervención
aliada no fue confirmada por los hechos y 80 años más tarde nos parece ya
momento de evaluarla como un pésimo cálculo dada la evolución posterior de la
historia, tanto como el precedente que constituyó la nefasta política de “no
intervención” y la estrategia soviética. El muy temprano reconocimiento del
franquismo por Francia (Pétain fue su embajador ya en el Madrid de 1939, pero a
inicios de febrero de 1939 ya se habían iniciado conversaciones con el gobierno
golpista) y el paso al colaboracionismo de la Francia de Vichy desde 1940 a la
derrota en 1944 ilustraron meses después de la victoria la calaña de los supuestos “aliados”. La
realpolitik de Estados Unidos y Gran Bretaña respecto a Vichy desbarataban a
posteriori –desde la evidencia de 1940- cualquier hipótesis que confiara en el
restablecimiento de la legalidad republicana por presión bélico-diplomática de
esos gobiernos.
Gobiernos que favorecieron
la pronta entrada de la España
franquista en la ONU y contemplarían, indiferentes, el establecimiento de bases
militares USA en nuestro territorio, pronto geoestratégicamente en disputa mediterránea
desde el inicio de la Guerra Fría.
De modo que no había caso
respecto a una posible intervención aliada porque el miedo a una España Roja
era mayor que las supuestas convicciones “democráticas”.
9.-
¿Golpe de Casado? Precisamente fue el agotamiento de la
resistencia durante tres durísimos años y lo apuntado anteriormente, lo que a
estas alturas, exige otro formateo del llamado “golpe de Casado”, una
caracterización de todo punto inexacta además de obsoleta.
El 1 de febrero de 1939 Casado
voló a Valencia y se reunió con los generales Miaja, Méndez y Matallana, el 2
ya en Madrid, se entrevistó con Besteiro y días después recibió el apoyo
anarquista por voz de Eduardo Val. Se trataba de rendir Madrid en una situación
en que el Presidente de la República, Manuel Azaña, ya estaba en el exilio
francés y dimidionado, en tanto que Negrín, presidente de gobierno, abogaba por
la resistencia numantina esperando aún la intervención aliada.
El 5 de marzo se creó en
Madrid el Consejo Nacional de Defensa
apoyado por UGT, CNT, Besteiro y los socialistas, Consejo presidido por Casado.
Se hacía pública la disidencia respecto a la política de Negrín y el PCE.
Disidencia que apuntaba hacia la rendición.
El litigio desencadenó
feroces combates en Madrid que duraron hasta el 12 de marzo, concluyendo con la
llegada de lo que quedaba del IV ejército al mando del anarquista Cipriano
Mera. Mera, eficaz combatiente y hombre sensato rechazaba la exigencia
gubernamental de inmolar “más pueblo” cuando ya no se disponía de posibilidades
ni medios de resistencia.
La propia despedida en
Barcelona de combatientes de Brigadas Internacionales el 28 de octubre de 1938
era ya una llamada desesperada a la intervención aliada y también un aviso de
rendición republicana. De modo que la “resistencia numantina” en un Madrid
agotado, era de todo punto quimérica, aunque los términos de la rendición
honorable no fueran compartidos por el propio Mera, que conocía bien todos los
intentos gubernamentales anteriores de negociar
un armisticio. Todos habían fracasado.
Es por todo ello que seguir hablando de “golpe” a 80
años de distancia (como si hubiera sido la inesperada puntilla a no se sabe qué
posible reversión de la derrota)…cabe considerarlo como un lamentable “eufemismo
a la inversa”: usar el término brutal (golpe) sustituyendo al más acorde a los hechos (rendición) por afán de
mantener una épica demolida por la caída en barrena de la defensa y la fuga al
exilio de cargos gubernamentales y dirigentes políticos.
10.- Las mejores condiciones para la Revolución
Social. Los tres años de resistencia popular armada al golpe fascista no
tuvieron parangón en toda la Europa de entonces porque todos los elementos que
nutren la lucha de clases revolucionaria
estaban listos en el tablero social de España. Si a esa situación se le aplicó
el “aún no hay condiciones” ¿Cuándo entonces?
La Revolución posible
contaba con antecedentes de revoluciones fracasadas, también con el éxito de la
Revolución de 1917 (y el acervo de sus errores y degeneración). La concreta
relación de fuerzas estaba modelada por la hegemonía de CNT y la presencia
minoritaria del marxismo revolucionario del POUM. Ambos (junto a la
izquierdización progresista de sectores del socialismo y la UGT) aparecían como
garantía de una novedosa experiencia que podía materializar la Democracia
Socialista en el sur de Europa, un socialismo revolucionario auténticamente
pluripartidista y más fuerte que el ruso frente a deformaciones
burocrático-autoritarias.
Esa posibilidad alimentó el
pánico de las democracias capitalistas y de una Unión Soviética enrocada en la
política de “socialismo en un solo país” y preservación del statu quo. Para sepultar
la hipótesis revolucionaria no se escatimaron medios. Para unos la combinación de neutralismo-no intervención y coqueteo bajo
cuerda con el franquismo, para otros, la ayuda militar limitada y controlada
por comisarios atentos a la implementación de la represión, el descrédito y la
liquidación física del socialismo revolucionario.
Por todo ello, en este año
2019 sigue siendo pertinente la reconsideración de la derrota republicana
en el 80 aniversario de La Retirada.
Muchas gracias por este articulo Acacio. Habia muchas cosas que desconocia o no me habia planteado.
ResponderEliminarEs una pena lo que podria haber sido y no fue, pero ahora debemos ir a por una nueva Republica, sin olvidar lo que conseguimos anteriormente y los fallos que se cometieron.