Alemania 1918, de las
Revoluciones fracasadas al Régimen nazi
(Con esta breve reseña del brutal desenlace de la Revolución de
Noviembre de 1918 y acontecimientos posteriores, invitamos a pertinentes
reflexiones a lo largo de 2019).
1918, noviembre: Insurrección popular en que participa
activamente la Spartakusbund (Liga
Espartaco). Represión por Noske que da rienda suelta a cuerpos de extrema
derecha, autorizados por el gobierno socialdemócrata de Ebert (SPD) y que asesinan,
el 15 de enero, a los dirigentes del recién constituido Partido Comunista
Alemán (KPD) los históricos fundadores
de la Liga espartaquista, Rosa Luxemburg y Karl Liebknecht… (“El orden reina en Berlín”).
Se elije la
Asamblea Nacional de Weimar, con 163 diputados del SPD en contexto de
enfrentamientos armados hasta el año 1923 (en Alemania Central, Cuenca del
Ruhr, Berlín…). El poder responde con la represión: asesinatos y millares de
detenciones.
La nueva
República arrastra el peso de las estructuras heredadas del Antiguo
Régimen –el imperio-, del Tratado de Versalles –un castigo revanchista que
esquilma a los perdedores de la Gran Guerra- y adopta la opción política habitual en repúblicas burguesas enfrentadas
a crisis globales, es decir, potenciar el poder de militares, industriales,
latifundistas, burocracias de estado… frente a las vindicaciones pendientes de
las clases populares.
Con la
invasión armada francesa del Ruhr en 1923,
los levantamientos obreros volvieron a pugnar por la transformación
revolucionaria de Alemania. Con la nueva derrota se cierra un período de
“actualidad de la revolución”.
Pero la
adopción gubernamental de una política esencialmente represiva, radicaliza la
situación social, emerge –tolerada y
apoyada- la extrema derecha, el partido hitleriano (NSDAP) y sus ramificaciones
armadas.
(En el ámbito cultural, se funda en Weimar la Bauhaus -por Gropius,
Itten, Marks. Proliferan los grupos dadaístas en Berlín, Colonia y Dresde -Haro, Grosz, Ernst, Dix…. En Karlsruhe se forma el grupo Rih -Schlichter, Scholz,
Scharrenberg. Emerge
la artista Käthe Kolwitz... ¡Apasionante período!).
Durante los 14 años siguientes a la derrota de
la revolución de noviembre, el deslizamiento hacia un autoritarismo
presidencialista, la crisis institucional que vacía el legislativo para ceder a
una gobernanza por decretos, y la degradación de las condiciones de vida
facilitan –junto al apoyo del complejo económico, ideológico y militar
conservador- el paulatino ascenso nazi y su conquista de una creciente base de
masas espoleadas ya por las consecuencias de la crisis de 1929.
La ineficaz política sindical, la
desorientación y más tarde el sectarismo “optimista” del KPD estalinizado,
junto a la prolongada degeneración de la socialdemocracia (acelerada y evidente
desde su apoyo a los créditos de guerra y su impulso de la Primera Guerra
Mundial y después, como fuerza de gobierno) se revelarán incapaces de cerrar el
paso a la Bestia, que cuenta –como cabía esperar- con el respaldo de la gran
industria de guerra y el capital financiero y consolida base de masas atizando
odio, racismo, xenofobia y nostalgia expansionista territorial.
En
1933 dimite el gobierno Sleicher.
Hindemburg
nombra canciller a Adolfo Hitler y la barbarie se intensifica hasta abrir paso
a la Gran Catástrofe.
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