viernes, 16 de junio de 2017

LA MONTAÑA DE BRONCE

(Complejidad)

Albert Walden

Como necesidad acuciante ante lo que se dice ser, y a modo de celebración de esta primavera consumada en el nuevo anatema de su propio suceso,  me viene en gana usar para el artículo de Junio-Julio el siguiente texto.

“Sobrevino nuevamente la expresión de lo recordado y por ello repetido, era la dimensión intratable en la sorprendida apreciación de lo que desborda en cada uno de sus instantes.

En sus fugas perspécticas se imbrican hacia esa incesante interioridad; moradas en la imprecisa emboscadura de la existencia en el caos perfilador de la nueva eclosión foliar. Su lentitud geológica se arropa con la inquietante calma que define la  inconcreción como desasosiego del mundo ofrecido a la visión que busca la prespectivación de tal ocurrir en el examen reflexivo de lo dinámico; desdimensionalizado tumulto aparentemente  invariante de las medidas inorgánicas, simbiosis y acuerdo creador con la fugaz traza de otras existencias . 
Todo aquello, surgido del nocturno misterio de los astros imparables, se custodió al culminar la madrugada en el “sfumato” brumoso de una atmósfera haciéndose también en el aparente pasivo transcurrir de la vida circundante.

Condensación, humedades extendidas de la saturada exudación fluida, enredada entre la pura destilación de los trasparentes nebulosos; agregación en torno al fenómeno nodular de lo intensamente sucedible en las cresteras arreciadas, donde se rasgan las acometidas de las imparables singladuras albédicas cuando pretenden remontar las altivas cotas, laderas al barlovento donde se vacían sus nieblas en mareas de fertilidad atmosférica, ofrendas llenas de empapada luz que disolverá a la “profunda raíz mineral”

Con cadencias divergentes, distintas, los ciclos se segregan de sus apariencias similares, de sus repeticiones, devienen, no obstante, como expresión de lo predecible, de lo colindante sólo para la razón de la palabra definidora; la significación de un conocimiento observado y nutrido en las difusiones retornadas de la reproducción. De ese modo, es el intento de explicar en sus síntesis las fórmulas de sus continuidades, sus constancias y los secretos a los que renuncian en su verificación para ocultarse en esa linealidad equilibrada que es lo circular.
Ascensión en lejanía de la misteriosa interioridad perspéctica, la magnitud de saberse en la distancia, la levedad de lo extremadamente rotundo, albor incesante de tierra y aire entre las perspectivas añadidas de las depresiones litosféricas, donde las vertiginosas laderas que desenfilan las praderías de los feraces puertos, observadas en la distancia nublada, sucumben en los abismos de los profundos valles. Tierra hecha montaña, donde gravita la luz disuelta en los tamices cúpricos de las hidratadas atmósferas; es la mirada que descubre la metáfora inexpresable, desengañada en la instrumentalidad  de la palabra  como deseo de la memoria que hace instante de la sensación del tiempo sucedido y momento del recuerdo de los espacios superpuestos.
En tales suposiciones se buscan, se encuentran esas sensaciones o explicaciones, bien con el ímpetu de los sentidos entregados a los estímulos, o bien indagadas en las teorizaciones de la reflexión.         
Una expresión del proceso intensificada en la provocación fenoménica de la impresión déndrica, irradiada en la evolución de los inapreciables matices observables que se estabilizan  en el trampantojo  de  su definición; no es la montaña de la rutina que guía la sugerencia del agrado correcto, es la incertidumbre de lo que está ocurriendo entre las irrupciones alpinas de los enarbolados esquistos, en los encallados buzamientos donde se simbiotizan en tales humedades como bronce viejo pizarras y líquenes, es la representación  posible de una materialidad que se disuelve en la trascendentalidad de la conciencia que sugestionadamente la observa; materia que perfila en sus formas contenidas unas en otras la representación de la variabilidad imparable, suceso de intensa multiplicidad considerado en la  coyunturalidad cultural como belleza, armonía, vitalidad, inspiración de pureza seductora, o bien, expresión de una fascinada consideración convencional y tópica que se posesiona de la  contemplación.
La conciencia unida a la naturaleza próxima de un mundo hecho en la complejidad, representado en la sinopsis metafórica que toda descripción conlleva, narrativa o poesía que desemboca en el estereotipo, en el modelo de lo compartido, en la linealidad del metabolismo emotivo que genera convencimientos, construye sus tiempos en los imperativos referencialistas y no en el hacerse de tales sucesos; mas también, levemente advertido cual estallido de singularidad inestructurable, inquiriendo sus estímulos en el orden  de lo simbólico y público como necesidad expresiva para conjeturar una idea, una participación, una vinculación, una complicidad en el  merodeo siempre sospechoso del  límite en todas sus extensiones”.




1 comentario:

  1. Musical, bastante musical y hermético en el laberinto de palabras.
    Seguro que te interesa leer la novela de Ramón J.Sender LA EFEMÉRIDES (una de las últimas suyas).
    R.Bistué

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