DESDE SORIA CONTRA LA MACRO GRANJA LECHERA
Marco Rizzardini /presentación del debate crítico en Mayo 2017.
Venía a este encuentro dedicado al proyecto de macro vaquería
en Noviercas, dándole vuelta al concepto de “límite”. El límite, o más
bien, el no sentido del límite: parece, a veces, que la clase dirigente actual
de Castilla y de León avive un insensato deseo de aniquilación, abundantemente
probado, con decenas de actitudes predatorias hacia nuestros territorios.
Se está produciendo, permitidme la exageración, lo que pasó
en los primeros siglos del pasado milenio en la Isla de Pascua, donde los
habitantes, abocándose a un destino de miseria, cortaron
todos los árboles con la finalidad de utilizar sus troncos como rulos sobre los
que deslizar las plataformas que les permitían mover sus enormes estatuas (los moai, de decenas de toneladas de peso).
También me acordaba de esta potente
imagen: “El caracol construye la delicada arquitectura de su concha añadiendo
una tras otra las espiras cada vez más amplias;
después cesa bruscamente y comienza a enroscarse esta vez en
decrecimiento, ya que una sola espira más daría a la concha una dimensión 16
veces más grande, lo que en lugar de contribuir al bienestar del animal, lo
sobrecargaría”. (I. Illich).
Hablamos a menudo en nuestros folletos y actividades de que el sistema híper-productivo basado en la
agricultura industrial y en la globalización ha fracasado. No ha satisfecho las
necesidades de nutrición del planeta –hoy en día sigue habiendo mil millones de
personas que carecen de lo necesario para alimentarse y sobrevivir-, ha
contaminado tierras y aguas, ha eliminado millones de campesinos/as, ha
destruido la identidad cultural de poblaciones enteras y ha reducido
drásticamente la biodiversidad.
Vienen ahora unos iluminados
vendedores de “crece pelos” y nos quieren imponer un misterioso, a la par que
delirante, proyecto de macro granja. Y una vez más con enormes mentiras y
agitando fantasmas: el fantasma de la macro industria agroalimentaria perfecta
y resolutiva, el proyecto mágico y decisivo, capaz por sí sólo de crear riqueza
infinita y no se sabe cuántos puestos de trabajo en esta provincia, en la
abandonada Soria del Moncayo. Como con la tristemente famosa Ciudad del Medio Ambiente; como con Meseta Esquí de
Valladolid; como la distopía que se sigue pretendiendo en San Glorio, (locuras
compartidas entre PP y PSOE con incluso ¡Ley ad hoc!); como la última barbaridad extractivista que estamos
parando en la Sierra de Ávila y de Yemas…
Políticos fuertes con los débiles y
débiles con los fuertes, algo ignorantes, cortoplacistas e insaciables, administradores
públicos poco leales y supuestos empresarios siguen agitándonos unas pseudo
soluciones que no se miden nunca con la realidad: los daños ambientales
irreversibles, el permanente saqueo del agua, la falta de nieve (en su caso)
unos costes de inversión y de gestión
altísimos (y siempre externalizados), la realidad ganadera de CyL, el marco
general de las condiciones de implantación… hacen insostenibles incluso
económicamente estas propuestas quiméricas.
¡Basta ya, entonces, de jugar con
la gente, de mentirle, de engañarla aprovechando la desesperación creada por la
miseria en la que se la ha hundido!
La política del PP de estas últimas décadas ha sido
la del exterminio del pequeño agricultor y ganadero. La del cierre de cientos
de explotaciones cada año; la de ceder casi totalmente la Soberanía Alimentaria;
la de favorecer el más absoluto desequilibrio de la cadena alimentaria hacia
los oligopolios
con el consiguiente hundimiento de precios; la de dejar la educación
alimentaria y por ende los hábitos alimentarios, en mano de la publicidad de
las multinacionales.
Desde PODEMOS trabajamos por la defensa urgente
de lo que queda del modelo de explotación familiar (“agricultura con
agricultores”), puesto en peligro por la imposición del modelo industrial y la
concentración de los medios de producción y comercialización por parte de las
grandes empresas o lobbies
agroalimentarios. Argumentamos en defensa de este
modelo, que ha sabido adaptarse y responder a las necesidades de los
consumidores europeos y de todo el mundo durante las últimas décadas, es el
modelo que la misma FAO declara fundamental para garantizar la Seguridad
Alimentaria mundial y por el cual aboga también papa Francisco en su Encíclica Laudato sii.. Es decir, no
estamos hablando de volver al burro y al arado, sino de ir mejorando un modelo
que ha demostrado que funciona.
Tenemos también una mirada a medio y largo plazo
hacia objetivos de sostenibilidad y conciencia ecológica, progresiva,
respetuosa con los actuales habitantes de los pueblos y con especial atención
al fomento de modelos intermedios y de transición
agroecológica.
Pretendo decir que si se quiere de verdad invertir en Soria
hay que arrancar de un trabajo profundo de conocimiento del territorio, para
evidenciar puntos críticos y puntos de fuerza pero también la riqueza cultural
y ambiental ya existente. Y sobre esos conocimientos habrá que presentar ideas
nuevas para llevarlas adelante con valor y con la máxima participación posible,
premiando, eso sí, sobre todo a los que ya, con esfuerzo y con arrojo, intentan
conjugar sostenibilidad ambiental y desarrollo. ¡¡NO TODO VALE!! ¡Los territorios no son contenedores vacíos!
La economía de rapiña que se ha impuesto también en el campo
en las últimas décadas ignora de forma sistemática que la naturaleza genera
recursos pero que también puede mitigar el riesgo de inundaciones y aludes,
cumple funciones de polinización, regula la temperatura y el ciclo del agua,
etc.…Todas las políticas cortoplacistas nos han hecho olvidar tales
obviedades, como que por diez mil años
al menos nuestra especie ha sido campesina. El duro trabajo campesino
tradicional ha estado vinculado a la estacionalidad y al respeto de la tierra. Nos han cortocircuitado el tiempo, nos han
envenenado la tierra. En un siglo hemos perdido más de 300.000
variedades vegetales, según datos FAO y el 75% de ellas para siempre.
Podemos se posiciona de forma clara en el rescate de servicios, recursos
y capacidad de decisión de nuestros pueblos.
Así mismo, asume nuestro territorio y nuestra cultura como patrimonio, concepto que va mucho más allá de
la definición de producto para ser mercantilizado. El patrimonio es algo que debe
garantizarse para las futuras generaciones. Hablar de patrimonio en este caso
es garantizar la supervivencia de nuestros pueblos, nuestra arquitectura,
nuestro paisaje, la naturaleza, los bosques, nuestros alimentos tradicionales
más valiosos, los ciclos vitales del agua y sus diversos usos o valores:
ambientales, sociales, culturales, económicos... Poseemos en nuestra extensa Comunidad el 60% del patrimonio
histórico artístico nacional, gran parte de los parques naturales, un sector
agro-ganadero que intenta resistir y la mayoría de recursos hídricos de España, necesitamos desarrollar este enorme
potencial productivo, natural y cultural.
Y también afrontar sin
tapujos el drama de la despoblación, el reto de la Soberanía Alimentaria y del modelo de sociedad en un
momento histórico como este, caracterizado por la devastadora crisis general
del capitalismo y por cierto colapso de la sociedad de consumo tal como se ha
ido manifestando en el último medio siglo. En este contexto, como recuerda
Serge Latouche, el decrecimiento de la
carga antrópica sobre la biosfera es un camino que, probablemente, tenemos que empezar a recorrer si
sencillamente queremos seguir viviendo. Mas, para disminuir los flujos de
materia y de energía empleados en los ciclos productivos y de consumo (y la
ganadería industrial de vacuno es el campeón mundial de despilfarro y de
insostenibilidad, según todos los estudios) debemos antes que nada
desembarazarnos de la ideología que confía en el crecimiento económico “per se”
y en cualquier ocurrencia “intensiva en capital” el progreso humano. PODEMOS
también está en ello…
El desafío
no es crecer sin más, el desafío es estar
mejor tod@s con menos. En otras palabras: debemos encontrar el camino para
corresponder a nuestros deseos y a nuestras necesidades sin pasar por un hipermercado, produciendo
menos mercancías/desechos y más bienes duraderos, consumiendo menos materias no
renovables y más alimentos de calidad y más bienes cognitivo-relacionales. Pensando
en los demás pueblos del mundo. La “abundancia
frugal”. Es verdad, entonces, que de lo que estamos hablando no es sólo una cuestión de economía política, sino un proceso
antropológico; se trata de cambiar los modelos de referencia de la llamada
modernidad: desde el “homo oeconomicus”
(egoísta, competitivo, predador…) al “hombres
y mujeres cívicos”.
Sabemos
que debemos superar muchos prejuicios ideológicos, sólo dejo claro esto: no queremos regresar a la edad
de piedra, al contrario, nos gustaría evitar que esto sucediera.
Nos hablan cada vez más de innovaciones de productos y de procesos orientadas al ahorro de
materia, a la eficiencia energética, al cierre de los ciclos de vida de los
objetos (cero despilfarro, cero desechos, cero emisiones, cero consumo de
suelo… cero externalidades negativas). Bueno... sin embargo no nos bastaría ni
eso si las nuevas tecnologías debiesen seguir respondiendo a la lógica del mercado. Concretamente: si
las inversiones para la reconversión ecológica de la economía (el 2 o 3 por
ciento del PIB global, se estima) continuaran dependiendo de la financiación
realizada con los beneficios financieros. Sería como fiarnos de Drácula para
realizar una transfusión.
En fin,
creo que tendríamos que reconocer que el mercado de por sí solo es cada vez menos
un revelador de necesidades reales, y cada vez más de las necesidades inducidas
por la producción misma, que ejerce una auténtica dictadura sobre la sociedad,
con el pretexto de ser el instrumento más eficiente para ser felices. Y sin
embargo, lo que consigue es infelicidad infinita, puesto que profundiza de
forma desmedida la desigualdad, el desarraigo y la insatisfacción. Cuando no la
enfermedad.
Esta
dictadura del mercado, además de basarse en la explotación, masacra los tiempos
de vida, altera las relaciones humanas, desgarra el tejido social, aniquila la
comunidad y hace perder completamente el sentido de los valores colectivos para
los cuales merece la pena vivir.
Nos
guste o no, estaremos obligados a
cambiar nuestro modo de pensar y deberemos estudiar como reorganizar nuestras vidas en modo que no dependan más de grandes
plantas, de grandes estructuras, de grandes redes, de grandes capitales, de
grandes corporaciones que los controlan y de organizaciones supraestatales
subalternas y controladas.
Debemos recuperar
soberanía y comprometernos para poner a punto instrumentos de autogobierno al nivel territorial, en
un radio de acción que esté al alcance de todas las personas, en modo de
acercar los recursos físicos a las sedes
de sus trasformación y estas a los mercados de consumo y a las vías de su
reciclaje y recuperación: porque solo desde aquí se puede partir para construir unas redes
suficientemente amplias y flexibles que estén en condiciones de enfrentarse a
una repentina crisis energética, a las múltiples caras de la crisis ambiental,
a una nueva crisis financiera que ya se vislumbra, al desmoronamiento del
tejido económico y a la crisis ocupacional que se hace cada día más grave; e
incluso a una crisis alimentaria que podría de imprevisto aparecer también en
un país del próspero Occidente. Retro
innovaciones como la ganadería extensiva, las fuentes renovables, la eficiencia
y el ahorro energéticos, el reciclaje total de nuestros desechos, una
agricultura a Kilómetro cero, la salvaguardia y la rehabilitación de nuestro territorio, una sensata
“economía de los cuidados”. Más sobre todo, un estilo de vida más sobrio y
volcado a la sociabilidad son los pilares y la base material de un cambio
semejante.
Va
bien todo lo que va en esta dirección; incluidas las pequeñas cosas como
veremos esta tarde. Va mal todo lo que a esto se opone: la “fábrica de
leche” que quieren montar en Noviercas es un macro ejemplo de eso.
Paso ahora la
palabra a los compañeros de la mesa…
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