sábado, 17 de junio de 2017


DESDE SORIA CONTRA LA MACRO GRANJA LECHERA
Marco Rizzardini /presentación del debate crítico en Mayo 2017.
Venía a este encuentro dedicado al proyecto de macro vaquería en Noviercas, dándole vuelta al concepto de “límite”.  El límite, o más bien, el no sentido del límite: parece, a veces, que la clase dirigente actual de Castilla y de León avive un insensato deseo de aniquilación, abundantemente probado, con decenas de actitudes predatorias hacia nuestros territorios.
Se está produciendo, permitidme la exageración, lo que pasó en los primeros siglos del pasado milenio en la Isla de Pascua, donde los habitantes, abocándose a un destino de miseria, cortaron todos los árboles con la finalidad de utilizar sus troncos como rulos sobre los que deslizar las plataformas que les permitían mover sus enormes estatuas (los moai, de decenas de toneladas de peso).
También me acordaba de esta potente imagen: “El caracol construye la delicada arquitectura de su concha añadiendo una tras otra las espiras cada vez más amplias;  después cesa bruscamente y comienza a enroscarse esta vez en decrecimiento, ya que una sola espira más daría a la concha una dimensión 16 veces más grande, lo que en lugar de contribuir al bienestar del animal, lo sobrecargaría”. (I. Illich).

Hablamos a menudo en nuestros  folletos y actividades de que  el sistema híper-productivo basado en la agricultura industrial y en la globalización ha fracasado. No ha satisfecho las necesidades de nutrición del planeta –hoy en día sigue habiendo mil millones de personas que carecen de lo necesario para alimentarse y sobrevivir-, ha contaminado tierras y aguas, ha eliminado millones de campesinos/as, ha destruido la identidad cultural de poblaciones enteras y ha reducido drásticamente la biodiversidad.


Vienen ahora unos iluminados vendedores de “crece pelos” y nos quieren imponer un misterioso, a la par que delirante, proyecto de macro granja. Y una vez más con enormes mentiras y agitando fantasmas: el fantasma de la macro industria agroalimentaria perfecta y resolutiva, el proyecto mágico y decisivo, capaz por sí sólo de crear riqueza infinita y no se sabe cuántos puestos de trabajo en esta provincia, en la abandonada Soria del Moncayo. Como con la tristemente famosa Ciudad del  Medio Ambiente; como con Meseta Esquí de Valladolid; como la distopía que se sigue pretendiendo en San Glorio, (locuras compartidas entre PP y PSOE con incluso ¡Ley ad hoc!); como la última barbaridad extractivista que estamos parando en la Sierra de Ávila y de Yemas…

Políticos fuertes con los débiles y débiles con los fuertes, algo ignorantes, cortoplacistas e insaciables, administradores públicos poco leales y supuestos empresarios siguen agitándonos unas pseudo soluciones que no se miden nunca con la realidad: los daños ambientales irreversibles, el permanente saqueo del agua, la falta de nieve (en su caso) unos costes  de inversión y de gestión altísimos (y siempre externalizados), la realidad ganadera de CyL, el marco general de las condiciones de implantación… hacen insostenibles incluso económicamente estas propuestas quiméricas.  ¡Basta ya, entonces, de jugar con la gente, de mentirle, de engañarla aprovechando la desesperación creada por la miseria en la que se la ha hundido!
La política del PP de estas últimas décadas ha sido la del exterminio del pequeño agricultor y ganadero. La del cierre de cientos de explotaciones cada año; la de ceder casi totalmente la Soberanía Alimentaria; la de favorecer el más absoluto desequilibrio de la cadena alimentaria hacia los oligopolios con el consiguiente hundimiento de precios; la de dejar la educación alimentaria y por ende los hábitos alimentarios, en mano de la publicidad de las multinacionales.
Desde PODEMOS trabajamos por la defensa urgente de lo que queda del modelo de explotación familiar (“agricultura con agricultores”), puesto en peligro por la imposición del modelo industrial y la concentración de los medios de producción y comercialización por parte de las grandes empresas o lobbies agroalimentarios. Argumentamos en defensa de este modelo, que ha sabido adaptarse y responder a las necesidades de los consumidores europeos y de todo el mundo durante las últimas décadas, es el modelo que la misma FAO declara fundamental para garantizar la Seguridad Alimentaria mundial y por el cual aboga también papa Francisco en su Encíclica Laudato sii.. Es decir, no estamos hablando de volver al burro y al arado, sino de ir mejorando un modelo que ha demostrado que funciona.
Tenemos también una mirada a medio y largo plazo hacia objetivos de sostenibilidad y conciencia ecológica, progresiva, respetuosa con los actuales habitantes de los pueblos y con especial atención al fomento de modelos intermedios y de transición agroecológica.
Pretendo decir que si se quiere de verdad invertir en Soria hay que arrancar de un trabajo profundo de conocimiento del territorio, para evidenciar puntos críticos y puntos de fuerza pero también la riqueza cultural y ambiental ya existente. Y sobre esos conocimientos habrá que presentar ideas nuevas para llevarlas adelante con valor y con la máxima participación posible, premiando, eso sí, sobre todo a los que ya, con esfuerzo y con arrojo, intentan conjugar sostenibilidad ambiental y desarrollo. ¡¡NO TODO VALE!! ¡Los territorios no son contenedores vacíos!
La economía de rapiña que se ha impuesto también en el campo en las últimas décadas ignora de forma sistemática que la naturaleza genera recursos pero que también puede mitigar el riesgo de inundaciones y aludes, cumple funciones de polinización, regula la temperatura y el ciclo del agua, etc.…Todas las políticas cortoplacistas nos han hecho olvidar tales obviedades,  como que por diez mil años al menos nuestra especie ha sido campesina. El duro trabajo campesino tradicional ha estado vinculado a la estacionalidad y al respeto de la tierra. Nos han cortocircuitado el tiempo, nos han envenenado la tierra. En un siglo hemos perdido más de 300.000 variedades vegetales, según datos FAO y el 75% de ellas para siempre.
Podemos se posiciona de forma clara en el rescate de servicios, recursos y capacidad de decisión de nuestros pueblos.
Así mismo, asume nuestro territorio y nuestra cultura como patrimonio, concepto que va mucho más allá de la definición de producto para ser mercantilizado. El patrimonio es algo que debe garantizarse para las futuras generaciones. Hablar de patrimonio en este caso es garantizar la supervivencia de nuestros pueblos, nuestra arquitectura, nuestro paisaje, la naturaleza, los bosques, nuestros alimentos tradicionales más valiosos, los ciclos vitales del agua y sus diversos usos o valores: ambientales, sociales, culturales, económicos... Poseemos en nuestra extensa Comunidad el 60% del patrimonio histórico artístico nacional, gran parte de los parques naturales, un sector agro-ganadero que intenta resistir y la mayoría de recursos hídricos de España, necesitamos desarrollar este enorme potencial productivo, natural y cultural.

Y también afrontar sin tapujos el drama de la despoblación, el reto de la Soberanía Alimentaria y del modelo de sociedad en un momento histórico como este, caracterizado por la devastadora crisis general del capitalismo y por cierto colapso de la sociedad de consumo tal como se ha ido manifestando en el último medio siglo. En este contexto, como recuerda Serge Latouche, el decrecimiento de la carga antrópica sobre la biosfera es un camino que, probablemente,  tenemos que empezar a recorrer si sencillamente queremos seguir viviendo. Mas, para disminuir los flujos de materia y de energía empleados en los ciclos productivos y de consumo (y la ganadería industrial de vacuno es el campeón mundial de despilfarro y de insostenibilidad, según todos los estudios) debemos antes que nada desembarazarnos de la ideología que confía en el crecimiento económico “per se” y en cualquier ocurrencia “intensiva en capital” el progreso humano. PODEMOS también está en ello…
El desafío no es crecer sin más, el desafío es estar mejor tod@s con menos. En otras palabras: debemos encontrar el camino para corresponder a nuestros deseos y a nuestras necesidades  sin pasar por un hipermercado, produciendo menos mercancías/desechos y más bienes duraderos, consumiendo menos materias no renovables y más alimentos de calidad y más bienes cognitivo-relacionales. Pensando en los demás pueblos del mundo. La “abundancia frugal”. Es verdad, entonces, que de lo que estamos hablando  no es sólo una cuestión  de economía política, sino un proceso antropológico; se trata de cambiar los modelos de referencia de la llamada modernidad: desde el “homo oeconomicus” (egoísta, competitivo, predador…) al “hombres y mujeres cívicos”.
Sabemos que debemos superar muchos prejuicios ideológicos, sólo dejo claro esto: no queremos regresar  a la edad  de piedra, al contrario, nos gustaría evitar que esto sucediera.
Nos hablan cada vez más de innovaciones de productos y de procesos orientadas al ahorro de materia, a la eficiencia energética, al cierre de los ciclos de vida de los objetos (cero despilfarro, cero desechos, cero emisiones, cero consumo de suelo… cero externalidades negativas). Bueno... sin embargo no nos bastaría ni eso si las nuevas tecnologías debiesen seguir respondiendo  a la lógica del mercado. Concretamente: si las inversiones para la reconversión ecológica de la economía (el 2 o 3 por ciento del PIB global, se estima) continuaran dependiendo de la financiación realizada con los beneficios financieros. Sería como fiarnos de Drácula para realizar una transfusión.
En fin, creo que tendríamos que reconocer que el mercado de por sí solo es cada vez menos un revelador de necesidades reales, y cada vez más de las necesidades inducidas por la producción misma, que ejerce una auténtica dictadura sobre la sociedad, con el pretexto de ser el instrumento más eficiente para ser felices. Y sin embargo, lo que consigue es infelicidad infinita, puesto que profundiza de forma desmedida la desigualdad, el desarraigo y la insatisfacción. Cuando no la enfermedad.
Esta dictadura del mercado, además de basarse en la explotación, masacra los tiempos de vida, altera las relaciones humanas, desgarra el tejido social, aniquila la comunidad y hace perder completamente el sentido de los valores colectivos para los cuales merece la pena vivir.
Nos guste o no, estaremos obligados a cambiar nuestro modo de pensar y deberemos estudiar como reorganizar nuestras vidas en modo que no dependan más de grandes plantas, de grandes estructuras, de grandes redes, de grandes capitales, de grandes corporaciones que los controlan y de organizaciones supraestatales subalternas y controladas.
Debemos recuperar soberanía y comprometernos para poner a punto instrumentos de autogobierno al nivel territorial, en un radio de acción que esté al alcance de todas las personas, en modo de acercar los recursos  físicos a las sedes de sus trasformación y estas a los mercados de consumo y a las vías de su reciclaje y recuperación: porque solo desde aquí se puede  partir para construir unas redes suficientemente amplias y flexibles que estén en condiciones de enfrentarse a una repentina crisis energética, a las múltiples caras de la crisis ambiental, a una nueva crisis financiera que ya se vislumbra, al desmoronamiento del tejido económico y a la crisis ocupacional que se hace cada día más grave; e incluso a una crisis alimentaria que podría de imprevisto aparecer también en un país del próspero Occidente. Retro innovaciones como la ganadería extensiva, las fuentes renovables, la eficiencia y el ahorro energéticos, el reciclaje total de nuestros desechos, una agricultura a Kilómetro cero, la salvaguardia y la rehabilitación de nuestro territorio, una sensata “economía de los cuidados”. Más sobre todo, un estilo de vida más sobrio y volcado a la sociabilidad son los pilares y la base material de un cambio semejante.
Va bien todo lo que va en esta dirección; incluidas las pequeñas cosas como veremos esta tarde. Va mal todo lo que a esto se opone: la “fábrica de leche” que quieren montar en Noviercas es un macro ejemplo de eso.
Paso ahora la palabra a los compañeros de la mesa…

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