“El hombre se ha ido, el aire es
puro”.Temo que no lo sea; que el hombre, antes de evadirse, deje tras sí un
aire que ya no pueda respirarse. (Ernst Fischer).
(Con
este manifiesto programático Vía Campesina encaró la última Cumbre Mundial
sobre Cambio Climático COP21 que se desarrolló en Paris a fines del año pasado
(un París amordazado por el estado de excepción-guerra decretado por el gobierno
socialista de la república).
Considerando
su interés y vigencia -ante la falta de
resultados satisfactorios de la citada Cumbre- decidimos volverlo a difundir).
Los
trastornos climáticos han causado grandes hambrunas, migración y el empeoramiento
de la condiciones de vida de millones de familias rurales, especialmente de
mujeres y jóvenes. Mientras que los pequeños agricultores en todo el
mundo producen los alimentos que la mayoría de los pueblos consume, los
glaciares se están derritiendo a un ritmo alarmante, especies de plantas
y animales desaparecen a diario, islas y
países están siendo invadidos por
océanos, los suelos se erosionan, los bosques se queman y eventos catastróficos como huracanes,
tornados, terremotos y tsunamis, parecen noticias inevitables y sin mayor
importancia. Mientras tanto, el sistema alimentario mundial impuesto por las
multinacionales es a la vez un enorme fracaso y una de las causas principales de la crisis
climática inducida por el hombre.
La dependencia de
los combustibles fósiles para producir,
transformar y transportar, es responsable de un 44 a 57 % del total de las emisiones de gases
de efecto invernadero. En vez de ofrecer una alimentación nutritiva para los
pueblos del mundo, las multinacionales han producido hambre y obesidad, acaparamiento
de tierras y éxodo rural y una crisis climática que ahora pretenden resolver
con las falsas soluciones que han vendido a la ONU.
Más de
veinte años después de Río (1992) y Kyoto (1997), los gobiernos se han reunido
a con frecuencia en las llamadas
Conferencias de las Partes en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre
el Cambio Climático. Sin embargo, han dejado
de proteger y ampliar los derechos humanos más fundamentales, incluido el derecho
a la alimentación, enviando delegaciones para buscar acuerdos con quienes solo han favorecido los intereses
privados en lugar del bienestar público. Los acuerdos y negociaciones
anteriores han sido calificados como acuerdos obligatorios o vinculantes, en otros
casos simples promesas…pero nunca se han
cumplido. Al tiempo, las multinacionales
se han asegurado el apoyo político de gobiernos cómplices y decididos a integrar
sus intereses estratégicos en dichos
acuerdos.
Mercado del carbón, los llamados “Mecanismos de
Desarrollo Limpio” (CDM), las bioenergías y los agro combustibles así como
sectores de la agroindustria calificados como “sensibles al clima”, son algunas
de las propuestas engañosas que han puesto sobre la mesa.
En
lugar de solucionar los problemas, estas falsas soluciones solo los empeoran.
En lugar de limitar las emisiones, han creado mercados artificiales y
oportunidades para que los grandes contaminadores sigan contaminado y han
hecho muy poco para reducir los efectos del trastorno climático. Defendiendo
los intereses del capitalismo y privatizando la naturaleza, las multinacionales
están poniendo en peligro la vida de la gente corriente, de los pequeños
agricultores, de los campesinos y de las comunidades indígenas, de todos
aquellos que aseguran su sobrevivencia con la naturaleza.
Hablando de
alimentación, de agricultura y de medios de vida rural, es claro que la
agricultura campesina y los sistemas alimentarios locales han demostrado su
capacidad de alimentar a los pueblos desde hace siglos. De acuerdo con el
Programa de las Naciones Unidos para el Medio Ambiente, con el Fondo Internacional
de Desarrollo Agrícola, la FAO y el Relator Especial de la ONU, para garantizar el derecho a la alimentación los
pequeños agricultores producen hoy día hasta el 80% de la alimentación de los
países no industrializados (países donde vive gran parte de la población
mundial).
Es por esto
que La Vía Campesina declara una
vez más que la Soberanía Alimentaria – basada en agroecología campesina,
conocimientos tradicionales, selección, conservación e intercambio de semillas,
y en el control sobre nuestras tierras, biodiversidad, aguas y territorios – es una solución auténtica, viable y justa a
la crisis climática, causada principalmente por las transnacionales. Sin embargo,
para hacer de la Soberanía Alimentaria una realidad, necesitamos cambios
estructurales. Entre otras cosas, necesitamos reformas agrarias integrales,
adquisición pública de la producción campesina, y poner fin a los destructivos
Tratados de Libre Comercio promovidos
por las mismas transnacionales. En definitiva, necesitamos justicia… tanto social,
como económica, política, y climática.
En el
contexto de la COP21 – programada desde el 30 de noviembre al 11 de diciembre
de 2015 en París,
Francia – nos prometen que por fin se
llegará a un “acuerdo universal y legalmente vinculante”. Nosotros y nosotras
miembros de La Vía Campesina, representando a unos 200 millones de campesinos y
campesinas agrupados en más de 150 organizaciones campesinas mundiales,
exigimos que los gobiernos den prioridad a las necesidades de los pueblos
frente a los intereses de las corporaciones y que alcancen acuerdos con soluciones
climáticas – incluyendo sistemas
alimentarios campesinos que enfríen la tierra – durante la COP21.
Las soluciones presentadas por las corporaciones son
falsas, y no resolverán la crisis climática.
Nuestras soluciones son verdaderas, y deben ser priorizadas por las Naciones
Unidas. Para garantizar que nuestra voz sea escuchada, estaremos movilizados junto
a los millones de migrantes, campesinos, trabajadores, mujeres, jóvenes,
estudiantes, y luchadores por la justicia climática (…).
Es hora de soluciones. Es hora de Soberanía
Alimentaria, y de poner fin al secuestro
por las transnacionales, de la Convención Marco de la ONU sobre Cambio Climático.
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