jueves, 16 de junio de 2016

Después del 26 J… el 27.





Por Acacio Puig

Por ahora, nada acaba aunque mucho se degrada.
Tiempo habrá de una valoración colectiva de la situación institucional que alumbremos el próximo día 26 -y a ello nos pondremos lo antes posible- pero por el momento, “revisemos el equipaje”.

1.-Los ayuntamientos del cambio tantean, buscando una nueva respetabilidad en sus labores de gestión de lo institucionalmente legado.
En general, salvo algunos actos teñidos de espectacularidad simbólica, no lo logran ¿todavía?  aunque sean capaces de alimentar la voracidad mediática con iniciativas de aliento reformador (escasas) y otras, de aliento fétido (regresivas). Han brillado por su ausencia desplantes municipalistas que asuman la necesidad de prácticas de desobediencia a lo bastardamente instituido. Un año después de los estrenos municipales -no es mucho tiempo, ciertamente- los resultados son escasos y el afán de “representar” pero manteniendo distancias con “lxs representados” no augura los cambios ni novedades que esperábamos.

2.-Los meses transcurridos desde el 20 D han brindado abundantes ejercicios de esgrima de salón protagonizados por la clase política: mientras el gobierno provisional abundaba en políticas-canalla desde el secreto y la falsedad (¡Garoña! ¡Piñata-2!... creación de empleo mediante recurso a la “ingeniería” estadística)  las  variadas oposiciones lucían palmito en aburridas entrevistas.
Durante esos meses, no ha cambiado un ápice la miseria social (permanencia de paro desarrollo de empleo precario) la insolidaridad (bien enterrado el 0.7% y ¡que se jodan los refugiados) el centralismo (¡Paña-Paña!¡Dios salve al Rey!) la Memoria (¡Madrid-Sauquillo! El silencio gubernamental a las demandas de la Querella Argentina)  el TTIP (avanzó más iniciativas y documentación Greenpeace que la izquierda política que nos resulta afín) y  la constante erosión de lo público-común.
Las oposiciones preparando “oposiciones al 26 J” y a pesar de la cordura que entraña el acuerdo electoral IU-Podemos, esos partidos -con evidentes vacíos y disloques programáticos,  no han contribuido a la expansión de iniciativas sociales significativas en cada uno de los frentes abiertos. ¿Piensan como sus antecesores que basta un discurso parlamentario para cambiar las cosas? ¿Creen que es creíble lanzar propuestas alternativas y “hacer como” si fueran a materializarse sin contribuir a articular  el  potente apoyo social que las imponga? ¿Lo fían a tan largo plazo que esperan el envejecimiento y moderación por hastío de sus actuales electores?

3.-El internacionalismo, en tanto que solidaridad real y organizada con las luchas en curso (en Grecia, Francia…) se congela en el mejor de los casos, en el espacio de la arenga perpleja y catatónica. En un mundo de pujante internacionalismo capitalista (que resuelve mediante el chantaje mafioso a sus pares los conflictos e incrementa las guerras) la izquierda no avanza iniciativas propias coordinadas a escalas continentales (ni sociales ni institucionales). Parece que en algunos casos, basta hacer balance de las derrotas sin asumir nuestra propia responsabilidad en ellas: ¿Se “rajó” el gobierno griego? o nos rajamos el conjunto de la izquierda sociopolítica europea al limitarnos a señalar que ¡ASI NO Tsipras! –dicho sea sin justificar la claudicación del gobierno griego. La responsabilidad de la izquierda política, sindical e institucional europea por su ausencia de iniciativas solidarias eficaces con Grecia y ahora con las luchas en Francia, es lo que esencialmente debemos encarar y resolver progresivamente como un reto político central.
¿Qué futuro tienen las propuestas “más rupturistas” de cualquier nuevo gobierno del país mientras se chapotea  en un continente en que el apoyo mutuo internacional no existe y el enemigo es tan poderoso?  Seamos sinceros: ¡Ningún futuro!

4.-Por todo ello (y más) el 27 mucha calma. Los resultados electorales supondrán una modificación de la situación parlamentaria y pocos cambios medibles en las políticas de gobierno. Aunque estén en juego asuntos importantes como ¿Cuánto nos quitan? ¿Cuánto evaden? ¿Qué decretos y leyes se derogan? ¿Cuánta penetración colonial económica, militar, cultural supera “el umbral” de lo tolerable? ¿Nos queda algo de “soberanía” a quienes “la detentamos”? ¿Para cuándo la reforma fiscal pendiente?  ...
El reto seguirá siendo ¿con qué fuerza social organizada contrarrestaremos la debacle? ¿Cuántas nuevas generaciones seguirán condenadas al neo-esclavismo laboral y existencial? ¿Cómo avanzamos hacia la expropiación de los depredadores, los juzgamos y condenamos?  ¿Para cuando y cómo el ejercicio del derecho a la felicidad?...

5.- Dicho lo anterior, no es cuestión baladí la posibilidad de reducir  el 26 J la acción y poder de los “partidos garrapata” (PP, PSOE...) los partidos que  parasitaron al electorado desde las primera elecciones pluralistas y han congelado durante cuatro décadas de cháchara mediática adhesiones mayoritarias en un contexto de abstencionismo creciente, (emerge mucho abstencionista con elevada conciencia política).
Como escribe un amigo,  a partir del  27 J puede surgir, aunque poco a poco, la ocasión constituyente y eso ya es importante en un país como el nuestro.
Yo votaré IU-Podemos (por permanecer junto al sector más dinámico del electorado, el que quiere limitar-reducir los desafueros y hegemonía de los partidos garrapata) pero repitiéndome (aunque agrave mi úlcera de estómago) que nos espera una larga marcha en  la que el binomio organización-conciencia necesita expandirse y recuperar una profunda dimensión territorial e internacional.

6.- Porque ciertamente la lucha política abre caminos, pero hacerlos transitables requiere permanentizar y fortalecer la lucha social y su poso organizativo. Caso contrario, los caminos se llenan de fango.
Una de las  características de “la vieja política”  es  el mantenimiento de la fractura entre lo social y lo institucional. Parece ser que la CUP ensaya  tender puentes entre ambas, mientras que Podemos como Unidad Popular siguen ¿cómodamente? cultivando esa fractura que nos remite a “más de lo mismo” (de hecho la vida sociopolítica de “las bases” de uno y otro proyecto, es raquítica)
No basta  otorgar a lo social el papel de apoyo, de compañía de viaje, pero  eso sí, cada cual por su camino. No basta en absoluto a  quienes concebimos el presente  también como una apuesta  para el desarrollo de una estrategia emancipatoria.


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