Por Acacio Puig
Por ahora, nada acaba aunque mucho se
degrada.
Tiempo habrá de una valoración colectiva de
la situación institucional que alumbremos el próximo día 26 -y a ello nos
pondremos lo antes posible- pero por el momento, “revisemos el equipaje”.
1.-Los ayuntamientos del cambio
tantean, buscando una nueva respetabilidad en sus labores de gestión de lo
institucionalmente legado.
En general, salvo algunos actos teñidos de
espectacularidad simbólica, no lo logran ¿todavía? aunque sean capaces de alimentar la voracidad
mediática con iniciativas de aliento reformador (escasas) y otras, de aliento
fétido (regresivas). Han brillado por su ausencia desplantes municipalistas que
asuman la necesidad de prácticas de desobediencia a lo bastardamente
instituido. Un año después de los estrenos municipales -no es mucho tiempo,
ciertamente- los resultados son escasos y el afán de “representar” pero
manteniendo distancias con “lxs representados” no augura los cambios ni
novedades que esperábamos.
2.-Los meses transcurridos desde
el 20 D han brindado abundantes ejercicios de esgrima de salón protagonizados
por la clase política: mientras el gobierno provisional abundaba en
políticas-canalla desde el secreto y la falsedad (¡Garoña! ¡Piñata-2!...
creación de empleo mediante recurso a la “ingeniería” estadística) las variadas oposiciones lucían palmito en
aburridas entrevistas.
Durante esos meses, no ha cambiado un ápice
la miseria social (permanencia de paro desarrollo de empleo precario) la insolidaridad
(bien enterrado el 0.7% y ¡que se jodan los refugiados) el centralismo
(¡Paña-Paña!¡Dios salve al Rey!) la Memoria (¡Madrid-Sauquillo! El silencio
gubernamental a las demandas de la Querella Argentina) el TTIP (avanzó más iniciativas y documentación
Greenpeace que la izquierda política que nos resulta afín) y la constante erosión de lo público-común.
Las oposiciones preparando “oposiciones al 26
J” y a pesar de la cordura que entraña el acuerdo electoral IU-Podemos, esos
partidos -con evidentes vacíos y disloques programáticos, no han contribuido a la expansión de
iniciativas sociales significativas en cada uno de los frentes abiertos.
¿Piensan como sus antecesores que basta un discurso parlamentario para cambiar
las cosas? ¿Creen que es creíble lanzar propuestas alternativas y “hacer como”
si fueran a materializarse sin contribuir a articular el
potente apoyo social que las imponga? ¿Lo fían a tan largo plazo que
esperan el envejecimiento y moderación por hastío de sus actuales electores?
3.-El internacionalismo, en tanto
que solidaridad real y organizada con las luchas en curso (en Grecia, Francia…)
se congela en el mejor de los casos, en el espacio de la arenga perpleja y
catatónica. En un mundo de pujante internacionalismo capitalista (que resuelve
mediante el chantaje mafioso a sus pares los conflictos e incrementa las
guerras) la izquierda no avanza iniciativas propias coordinadas a escalas
continentales (ni sociales ni institucionales). Parece que en algunos casos,
basta hacer balance de las derrotas sin asumir nuestra propia responsabilidad
en ellas: ¿Se “rajó” el gobierno griego? o nos rajamos el conjunto de la
izquierda sociopolítica europea al limitarnos a señalar que ¡ASI NO Tsipras!
–dicho sea sin justificar la claudicación del gobierno griego. La
responsabilidad de la izquierda política, sindical e institucional europea por
su ausencia de iniciativas solidarias eficaces con Grecia y ahora con las
luchas en Francia, es lo que esencialmente debemos encarar y resolver
progresivamente como un reto político central.
¿Qué futuro tienen las propuestas “más
rupturistas” de cualquier nuevo gobierno del país mientras se chapotea en un continente en que el apoyo mutuo
internacional no existe y el enemigo es tan poderoso? Seamos sinceros: ¡Ningún futuro!
4.-Por todo ello (y más) el 27
mucha calma. Los resultados electorales supondrán una modificación de la
situación parlamentaria y pocos cambios medibles en las políticas de gobierno.
Aunque estén en juego asuntos importantes como ¿Cuánto nos quitan? ¿Cuánto
evaden? ¿Qué decretos y leyes se derogan? ¿Cuánta penetración colonial
económica, militar, cultural supera “el umbral” de lo tolerable? ¿Nos queda
algo de “soberanía” a quienes “la detentamos”? ¿Para cuándo la reforma fiscal
pendiente? ...
El reto seguirá siendo ¿con qué fuerza social
organizada contrarrestaremos la debacle? ¿Cuántas nuevas generaciones seguirán
condenadas al neo-esclavismo laboral y existencial? ¿Cómo avanzamos hacia la expropiación
de los depredadores, los juzgamos y condenamos? ¿Para cuando y cómo el ejercicio del derecho a
la felicidad?...
5.- Dicho lo anterior, no es
cuestión baladí la posibilidad de reducir el 26 J la acción y poder de los “partidos
garrapata” (PP, PSOE...) los partidos que parasitaron al electorado desde las primera
elecciones pluralistas y han congelado durante cuatro décadas de cháchara
mediática adhesiones mayoritarias en un contexto de abstencionismo creciente,
(emerge mucho abstencionista con elevada conciencia política).
Como escribe un amigo, a partir del 27 J puede surgir, aunque poco a poco, la ocasión constituyente y eso ya es
importante en un país como el nuestro.
Yo votaré IU-Podemos (por permanecer junto al
sector más dinámico del electorado, el que quiere limitar-reducir los desafueros
y hegemonía de los partidos garrapata) pero repitiéndome (aunque agrave mi
úlcera de estómago) que nos espera una larga marcha en la que el binomio organización-conciencia
necesita expandirse y recuperar una profunda dimensión territorial e
internacional.
6.- Porque ciertamente la lucha
política abre caminos, pero hacerlos transitables requiere permanentizar y
fortalecer la lucha social y su poso organizativo. Caso contrario, los caminos
se llenan de fango.
Una de las
características de “la vieja política”
es el mantenimiento de la
fractura entre lo social y lo institucional. Parece ser que la CUP ensaya tender puentes entre ambas, mientras que
Podemos como Unidad Popular siguen ¿cómodamente? cultivando esa fractura que
nos remite a “más de lo mismo” (de hecho la vida sociopolítica de “las bases”
de uno y otro proyecto, es raquítica)
No basta
otorgar a lo social el papel de apoyo, de compañía de viaje, pero eso sí, cada cual por su camino. No basta en
absoluto a quienes concebimos el
presente también como una apuesta para el desarrollo de una estrategia
emancipatoria.
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