Por Ranolo Corbera
1. La derecha ha ganado: El PP ha conseguido 14 escaños más y aunque
ciudadanos ha perdido 8 escaños, en conjunto
cuentan con 6 escaños más que en diciembre de 2015. En votos la mejoría en
conjunto es mucho menor (278.461 votos), si bien ello se debe a la fuerte caída
de C’s (390.759 votos) que ha reducido la importante subida del PP (669.220
votos). Posible explicación: a)voto útil: votantes de C’s que prefieren el
original a la copia, b) movilización del voto del miedo sobre los votantes de
derecha que se abstuvieron en las anteriores hartos de votar a un partido
corrupto (el Brexit y las posibles consecuencias anunciadas sin duda influyó).
2. El
PSOE pierde, pero se mantiene: El PSOE pierde 5 escaños pero tan sólo 120.606 votos, cuyo
destino no es fácil de determinar. En todo caso parece que su orientación
mayoritaria no ha sido hacia Unidos Podemos. La explicación de su resistencia
creo que está unida a los malos resultados de esta última formación.
3. Unidos
Podemos pincha: Aunque
el número de escaño sea el mismo (si sumásemos en diciembre Podemos y Unidad
Popular-IU), se han perdido más de un millón de votos. ¿Cómo es posible
que esta unión de la izquierda haya fracasado tan estrepitosamente? ¿A dónde
han ido a parar los votos? Dado que la participación ha sido muy similar (una
abstención en ambas fechas de en torno a 10 millones de votos), la mayor parte
no ha podido ir más que a la abstención y una parte menor al PSOE. El análisis de
esta derrota exige una reflexión profunda, por lo que lo que aquí presento son
algunos cabos para ese análisis detallado:
a. La
campaña sucia de la derecha con la complicidad de los medios: el miedo contra la “izquierda radical” irresponsable.
b. La
formación de la candidatura fue
inadecuada. Se hizo por arriba, negociando tan
sólo el número máximo de candidatos de IU que la marca Podemos garantizaba
entrar en el Parlamento de esta formación (7), sin tener en cuenta que la ley
electoral privilegia las circunscripciones. En algunos lugares los números 1 de
IU en las elecciones de diciembre (en las que no olvidemos que esta formación
había conseguido casi un millón de votos) fueron relegados a puestos en los que
era imposible que salieran. Eso, y el hecho de que se pactase realizar campañas
separadas, ha mantenido una imagen enrarecida de campaña. Es, por tanto, de
suponer que una parte de esa abstención proceda de los propios votantes de IU,
que parecen haber preferido castigar a Podemos antes que a la derecha. Una
verdadera pena.
c. La
campaña electoral de Podemos. Demasiado
dirigida a los votantes del PSOE. Tanta insistencia en que se consideraban como
la verdadera socialdemocracia y en la llamada al PSOE a pactar tras las
elecciones, hizo disminuir la ilusión por el cambio y es más que probable que
algunas prefirieran el original a la copia.
d. Las
candidaturas de unidad autonómicas merecen
un análisis detallado que habrá que abordar cuando se cuente con más datos. En
todas se ha notado la caída, aunque en algunas se ha mantenido la primera
posición. En Cataluña ECP sigue siendo la primera fuerza, pero ha perdido
81.354 votos, como consecuencia entre otras cosas del incremento de la
abstención. Lo mismo sucede en el País Vasco, dónde el 20D Podemos y UP-IU iban
separadas y sumaban 353.676, mientras la coalición actual que ha conseguido
situarse en primer lugar ha conseguido 20.000 votos menos. En Galicia En Marea
ha perdido un diputado y 66.555 votos. En el País Valenciano, en el que el 20D
iban en coalición Podemos-Compromís, ha obtenido el 26J casi 20.000 votos menos
añadiendo a IU (EUPV) a la coalición y en total han perdido 129.617 votos.
e. Otras
comunidades significativas: Andalucía se ha derechizado y ha ganado el PP. El PSOE ha
perdido 77.651 votos, pero la coalición Podemos-IU ha perdido 222.331 votos
sobre los resultados de las dos formaciones por separado. Aragón es otro caso
singular: la coalición Podemos-IU pierde 43.582 votos con relación a la suma de
las dos formaciones en 2015. En Extremadura la coalición obtiene casi 3.000
votos menos que Podemos en solitario en el 20D. En Castilla-León 4.000 menos
que cuando Podemos fue en solitario, En Madrid casi 30.000 menos en coalición
que en solitario. En Cantabria casi 3.000 menos que Podemos en solitario y
18.690 votos menos si se suman las dos formaciones.
En
definitiva, la coalición ha tenido un efecto negativo, es decir, no ha sido
reconocida por el electorado de izquierdas, no ha generado ilusión. La
responsabilidad parece compartida: IU no se ha volcado en la campaña, como sí
lo hizo el 20D, porque no la consideraba propia. En algunos casos ha hecho
campaña por la abstención. En todo caso, sin la coalición con IU es más que
probable que la caída de Podemos hubiese sido aún mayor. Toca ahora desmenuzar
la campaña para reconocer otros puntos débiles.
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