martes, 9 de enero de 2018

LA PRECARIEDAD ¿UN ESTADO DE ANIMO?



Ana Vargas
El lunes 4 de diciembre, se conocieron los datos del paro del mes anterior. Los pronósticos se han cumplido: hay 7255 paradxs más. Cada invierno ocurre lo mismo por mucho que el gobierno insista en que la crisis es un mal recuerdo, algo que ya pertenece al pasado. A las cifras les pasa lo que a la mona, que por mucho que se vista de seda… mona se queda.

Tres millones y medio de tíxs apuntadxs en los Servicios Públicos de Desempleo, súmense lxs que desistieron cuando dejaron de cobrar prestación, lxs que figuran en cursos de formación y demás engañifas de políticas "activas de empleo" y la cifra crecerá ostensiblemente.

Dicen que se han firmado un millón ochocientos mil contratos en noviembre; millón seiscientos mil son temporales y seguramente, para cubrir muchos de ellos, llegó la última peste importada de USA: ¡el Black Friday!

La orgía consumista no ha servido esta vez ni para salvar los trastos. En el momento que El Chiringuito Nacional entra en temporada baja, se produce la catástrofe. El sector de la hostelería ha perdido 100.000 cotizantes, solo en este mes. Lo cierto es que trabajando no les va mucho mejor. Cuanto más duro es un trabajo peor es el salario.
La cuestión de importancia ya no es cómo hemos llegado hasta aquí, pregunta retórica que todxs contestaríamos sin dudar. La cuestión es si vamos ha permanecer estáticos hasta los restos.
Cuando en plena crisis los poderosos dijeron “¡¡¡Hay que refundar el capitalismo!!!” les respondimos que Amén…Parece que la precariedad ha llegado para quedarse.

La precariedad es ese estado en el que no se pasa hambre pero todo son necesidades, en el que el miedo a pasar de la cuerda floja al abismo es tal que adoptamos posturas de equilibrio imposible: fluctuaciones entre la prudencia y el deseo, el desencanto y la rabia, el estómago y la dignidad, lo individual y lo colectivo.
Es un estado de ensimismamiento, agravado por la atmósfera virtual que nos envuelve, que hace de la realidad social una realidad hostil, una abstracción donde todo es inseguro e inabordable a golpe de click.  



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