(Entrevista publicada en Europa Laica)
En cuanto a la cuestión de la neutralidad del Estado en materia de religión, he percibido muchas más decepciones que alegrías. Aun con la tibieza con la que se expresa la Constitución de 1978, en materia de laicidad, los incumplimientos de no confesionalidad de las instituciones del Estado han sido una constante en estos casi 40 años. Ya que se han mantenido (e incluso aumentado) los enormes privilegios tributarios y económicos o las actuaciones institucionales simbólicas, la religión continúa en la Enseñanza y en los ámbitos públicos, etc. La coartada han sido los “Acuerdos concordatarios de 1979”, de muy dudosa constitucionalidad, en dos planos fundamentales: por un lado, “que todos somos iguales ante la Ley”, y por otro, que “ninguna confesión tiene carácter estatal”. Es evidente que técnicamente no hay “religión de Estado” (si descontamos la Corona), pero sí, en cambio, se mantiene una confesionalidad institucional en la práctica, que se asemeja bastante, desde un punto de vista jurídico, administrativo y político a un Estado confesional.
Por
supuesto, las decepciones más grandes han sido: los compromisos adquiridos en
campañas electorales parte de algunos partidos, que luego se incumplían en los
Gobiernos. Dirigentes políticos que se reclaman “de la izquierda” y apoyan
simbolismos religiosos o promueven la beneficencia de entidades religiosas,
frente a la justicia social de las instituciones del Estado. Dirigentes de
sindicatos que se dicen “de clase” y apoyan la religión en la escuela y la
financiación de escuelas ideológicas (católicas)…
En cuanto a las alegrías, se han dado en dos ámbitos fundamentalmente que tiene que ver con el “Derecho a la libertad de conciencia”, sobre todo en el plano social. Por un lado, la enorme y progresiva secularización de la sociedad española es un hecho muy evidente y, por otro lado, alcanzar jurídicamente derechos cívicos que la Iglesia católica ha combatido (y combate), relacionados con la familia o la sexualidad y en donde se han dado pasos muy importantes, desde el divorcio, hasta los matrimonios de personas del mismo sexo, por ejemplo.
En cuanto a las alegrías, se han dado en dos ámbitos fundamentalmente que tiene que ver con el “Derecho a la libertad de conciencia”, sobre todo en el plano social. Por un lado, la enorme y progresiva secularización de la sociedad española es un hecho muy evidente y, por otro lado, alcanzar jurídicamente derechos cívicos que la Iglesia católica ha combatido (y combate), relacionados con la familia o la sexualidad y en donde se han dado pasos muy importantes, desde el divorcio, hasta los matrimonios de personas del mismo sexo, por ejemplo.
Pasan los años y todo indica que el poder de la Iglesia, directo o indirecto permanece, ¿es así?
La sociedad se ha secularizado enormemente, ahora le toca a las instituciones. Y para ello es básico que políticos y políticas de todo “pelaje y color” tomen conciencia de la magnitud del hecho. Pero de verdad. Que no lo vayan dejando “porque ahora no toca” (que en el fondo son simples excusas). La anhelada regeneración democrática pasa, también, por secularizar las instituciones y por eliminar los privilegios de las corporaciones religiosas. A éstas hay que tratarlas, desde el Estado, igual que a cualquiera otra asociación privada. Ya que sólo son una simple asociación de creyentes en una determinada fe y doctrina. No tienen porqué disfrutar de leyes específicas y protección especial. Entre ellas se les permite la opacidad económica y jurídica.
La
religión católica -en particular- ha perdido el control espiritual de una
amplia parte de la ciudadanía, los símbolos, rituales y doctrinas sólo lo
cumplen y aceptan una de cada cuatro personas, como máximo. Les queda el enorme
poder económico y político que atesoran desde hace siglos. Y, claro, los
enormes ‘lobbys’ que desde dentro de la política actúan en su favor, en una “oculta”
-cuando no expresa- corruptela generalizada, y ello hace que la situación
continúe prácticamente igual que hace 30, 50 o 100 años… en el plano político e
institucional.
Usted
ha militado en el PSOE e incluso fue parlamentario, ¿le ha decepcionado el partido
en este aspecto de la lucha por el laicismo?
Rotundamente,
sí. En cuanto a las raíces laicistas y republicanas el PSOE (oficial) ha caído,
desde Suresnes, en una dinámica monárquica y confesional (e incluso
pseudo-liberal en lo económico). Aunque -sin embargo- algunos derechos cívicos
han estado acertadamente planteados, hecho que hay que reconocer en su justa
medida. Pero, por desgracia, también una parte importante de la izquierda (no
PSOE), se han alejado de postulados laicistas. La lucha interna en este terreno
de muchos compañeros del partido socialista fue muy potente, pero minoritaria.
Siempre tuvimos la esperanza de tratar de cambiar el rumbo. Incluso en los
Congresos se aprobaban resoluciones esperanzadoras, algunas de las cuales se
plasmaban en los programas electorales.
Pero
en la práctica ha sido un “dejarse llevar” por los ‘lobbys’ católicos que
campaban (y campan) dentro del partido, con mucho más poder que los laicistas.
Con la excusa, para mi banal, de que si se enfrentaban al poder eclesiástico,
perdían votos. Por cierto, hoy muchos de los muy nuevos dirigentes políticos
tienden a actuar en esa misma clave electoralista. Grave error.
Liberalismo
económico, enorme falta de democracia interna, carencia de postulados
laicistas, titubeantes y negativas políticas en la Enseñanza, falta de una
determinante política a favor del municipio y los graves casos de corrupción
destapados en los noventa, fueron las causas principales de mi abandono del
partido en 1998. Ya había ido dejando de ser el proyecto político que yo
anhelaba. Aún pienso que aguanté mucho tiempo. Pero no me arrepiento en
absoluto de haber participado del proyecto, en recuerdo y homenaje a mis
familiares republicanos y socialistas, algunos desterrados y algún otro
asesinado por el fascismo sedicioso en 1939.
Con mucha preocupación. Esta deriva se venía venir hace tiempo. La hemos anunciado. Aún conservo muy buenos amigos y amigas dentro, que militan. Gente muy honrada que “aguantan” para ver si “cambian los vientos”. Pero yo lo dudo a corto plazo. Hay mucha gente que llegó al “olor de la sardina” en los años setenta y ochenta, con intenciones personales de “vivir de ello” y colectivas de “aprovecharse” del poder. Y aún siguen estando ahí (con fuerza y cámaras), además de que han entrado nuevos jovenzuelos, con los mismos propósitos. Hasta que quede poco que “repartir” y si un día no les “sirve” el PSOE, se irán a otras siglas. De hecho, ya lo están haciendo, hay un “goteo” muy curioso, por si acaso, suena la flauta en otros “lares”.
Pero,
desgraciadamente, pasa en todos los partidos que “tocan” poder, sean de un lado
u otro del escenario. Lo vemos cada día. No voy a citar siglas que están en la
mente de todos. Quizá éste haya sido uno de los principales problemas de la
socialdemocracia y de la izquierda en general en España y en Europa. Además de
la existencia de un capitalismo depredador que la izquierda ni sabe
interpretar, ni -por supuesto- combatir.
O,
en el peor de los casos, no están dispuestos a ello, que de todo hay… Además de
una Era Digital compleja que ha pillado a la izquierda en otra órbita, que
tampoco la están sabiendo interpretar. Hacen aceptables diagnósticos, en
general, pero apenas aportan soluciones posibilistas. De ahí que se hayan
gestado los nuevos populismos, fascismos, etc. La democracia líquida es una
realidad, desgraciadamente.
No sé. Llevan muy poco tiempo. ¡Un suspiro, como quien dice! Y andan con líos, tiene su parte de lógica dada la diversidad ideológica interna y las “militancias” previas de algunos y algunas de sus líderes. Aunque se apacigüen, externamente, las aguas tras Congresos… las cuestiones no se cierran con mayorías y minorías. Y menos en política. Surgieron como un movimiento algo engañoso y premeditado, para pasar a ser partido muy rápidamente y eso no es nada fácil. Además participan de “confluencias” políticas e ideológicas muy complejas, que van a pasarles factura, más tarde o más temprano. Por ello, todavía no podemos juzgar demasiado. Hay que dar tiempo al tiempo. Habrá que analizar dentro de una década o dos si fueron un disolvente ideológico o, realmente, el inicio de una forma nueva de hacer política, como los nuevos tiempos predicen.
Aunque
hay gente dentro que me consta que lo del laicismo lo tienen muy claro (como
pasaba en el PSOE, inicialmente). A nivel institucional y “por arriba” en esta
materia se les ve algo confusos. Algunos lobbys católicos y de otras religiones
también medran dentro y tratarán de jugar sus bazas. Quizá Izquierda Unida fue
la coalición que mejor supo interpretar esta cuestión. Pero, hoy por hoy,
también anda sumida en una compleja situación que no sabemos en qué va a
acabar. De todas formas son los que más están haciendo por el proyecto
laicista, hasta ahora. En el 15-M y en los círculos de inicio de Podemos, había
una cierta tendencia a no debatir sobre temas ideológicos complejos, como
laicidad, república, feminismo… Y eso fue un gran error. Que lo están pagando,
posiblemente.
Sí, lo hay y de mucha solera. En una parte importante de la administración del Estado, de la judicatura, de la milicia y de las fuerzas de orden público… En las cofradías y hermandades. Luego están a través de potentes lobbys religiosos como el OPUS, los Kikos, Comunión y liberación… que andan en la política, en los servicios sociales (bancos de alimentos, organizaciones católicas de caridad…), en la Sanidad, en la Educación, en la Universidad y en el mundo de la gran empresa. Ello constituye una fuerte barrera para avanzar en la construcción de un Estado laico, si el poder legislativo, además, sigue prisionero de ello.
La
Iglesia, acusada de haber hecho mucho daño ideológico ahora, lo hace también
económico con las in-matriculaciones, ¿qué opina?
Ha
hecho, ha hecho también en este asunto, pero ya se ha parado. La nueva “ley
hipotecaria” aprobada por el PP en junio de 2015, ha eliminado la posibilidad
de que la Iglesia siga “robando” patrimonio público y privado. Era una gran
aberración. Pero lo que toca ahora es que esa apropiación vuelva a la situación
registral anterior, caso a caso. Y para ello, el poder legislativo se ha de
“mojar”.
En parte no. Príncipe y Chamán. Se confabularon hace miles de años, cuando la sociedad se dividió en clases. Cuando en su evolución ya el ser humano comenzó a tomar conciencia de su yo, comenzó a preguntarse de donde venía y hacia donde iba, tras la muerte. Hasta hoy. El Príncipe se encargaba de la parte de la organización social y el Chamán del enlace con el “más allá” Se confabularon, para ejercer un potente control social. Dominaban en perfecta comunión. Hoy, la religión utiliza la política para obtener beneficios ideológicos y materiales, y la política como una potente forma de control social.
Hoy
utilizan las religiones, cada una de forma diferente, el miedo, la
desesperanza, la enfermedad, la pobreza… también los ritos de paso, las
alegrías, los boatos, las fiestas… para hacer valer sus ritos, sus dogmas… Y,
claro, eso cala en una parte importante de la sociedad. De ahí la afirmación de
Marx. Hoy también hay otros “opios”, como el fútbol, por ejemplo… que la
política utiliza muy bien.
¿Cómo
valora personalmente que un partido tan ligado a la corrupción como el PP siga
siendo el más votado? ¿No se entera la gente o no le importa?
La
gente busca seguridad. La izquierda española, sumida en múltiples conflictos,
no transmite confianza. También en tiempos de graves crisis los votos se
vuelven conservadores. Además la sociedad española ha sido despojada de
ideología, de conceptos solidarios, de compromiso social y político. Los
grandes medios de comunicación, parte de las redes, están controladas por el
capitalismo depredador y hacen muy bien “su trabajo”. Todo esto, en mi opinión,
son causas varias por las que una mayoría vota a ese partido.
Dígame, por último ¿qué le parece el papa Francisco?
Un
gran embaucador. Un populista de tomo y lomo. Gerencia la mayor fortuna de
patrimonio del mundo. Participa de un gran paraíso fiscal. Acoge a
congregaciones de fanáticos religiosos. Esculpa a los delincuentes… Llama
asesinas a las mujeres que deciden sobre su maternidad. Condena la muerte
digna… Predica todo lo contrario de lo que sus diócesis implantadas en todo el
mundo hacen. Combate, duramente, el laicismo en América Latina. Es un verdadero
encantador de serpientes. Creo que el inquilino del Vaticano debe de ser
consecuente con quien es, con lo que representa y con lo que hace. No ser un
mentiroso. Ya que eso es un gran “pecado”.
La Iglesia agoniza. Como muchas otras cosas, al estar ligada a ciertos valores tradicionales, se mantiene (y también sus privilegios) como una suerte de "algo que es mejor no tocar", muchas veces por aquello de que hay cosas más importantes.
ResponderEliminarSin embargo, pienso que tarde o temprano el agonizante morirá, y llegará un punto en el que eliminar sus privilegios no será más que un trámite que pasará sin pena ni gloria.