Mirando
las velas blancas del barco, los piratas se quedaron prendados por el deseo de
abordarlo, para poseer así las joyas doradas que éste transportaba. Luego
emplearon fuerzas colosales en remar, tratando de alcanzar al navío, que ya
parecía muy cercano. Después subieron a cubierta y, cuando ya tomaban
posiciones para el abordaje, el buque al que perseguían fue de pronto azotado
por una poderosa energía marina, encarnada en una titánica ola que golpeó al
buque, que, sin embargo, aprovechó la embestida para cambiar de orientación y
escaparse. Pero latía un deseo irrefrenable que les encendía el cuerpo a los
piratas. Ya no se trataba de las joyas, sino que era la propia persecución lo
que anhelaban. Apolo supo esto, de modo que sopló muy fuerte, para que se
acercaran al escurridizo buque. Las ráfagas de viento favorecieron a los
piratas. Pero Cronos, de nuevo, aceleró los ritmos de la energía marina que
agitaba el mar de Alborán, de modo que el barco y las joyas que éste
transportaba se alejaron de los piratas otra vez. Y así ocurrió una y otra vez,
hasta que éstos abandonaron la persecución, al fin vencidos.
Encuentro cierto paralelismo con el mundo consumista actual en tu texto. Como si en tiempos modernos fueramos mas detras de la persecucion (el hecho de comprar) que de los bienes en si. Hasta que abandonamos la persecucion del barco, solo porque nos ensenan otro barco mas facil de abordar ;)
ResponderEliminar