El Golpe en Navarra.
Hotel la Perla (Pamplona) 19 de julio de
1936.
¡Por Dios y por España, adelante!
(Carlos de Urabá
2016/Pamplona).
Al terminar las fiestas de los Sanfermines que
convocaban a buena parte de la oficialidad y los mandos militares de la ciudad
se dio luz verde a una de las más grandes tragedias jamás conocidas: el golpe
de estado contra el legítimo gobierno de la república española.
El alzamiento, la cruzada o la sublevación tuvieron un
especial protagonismo en Navarra. Y esto sucedió porque el gobierno de la
república nombró al General Mola como gobernador militar de Pamplona
-supuestamente para alejarlo del cuartel general de Madrid donde se le
identificó como un potencial conspirador.
Este personaje nacido en Placetas (Cuba) e hijo de un
capitán de la Guardia Civil era realmente el cerebro y planificador de la
asonada. El golpe se había preparado con meses de antelación pues la derecha
hablaba sin tapujos de tomar medidas contundentes para "salvar a España de
la debacle". Los militares pro monárquicos, los falangistas o los
militantes de la CEDA, los católicos tradicionalistas, los carlistas solían
reunirse a conspirar en clubes, los casinos, los cafés y los hoteles. En
cualquier ciudad o pueblo de España se repetía el mismo escenario donde los
burgueses, aristócratas, curas y militares de alta graduación estaban
decididos a tumbar al gobierno del Frente Popular recién salido de las urnas.
La república encarnaba las fuerzas del mal, el mismísimo demonio, los
herejes de la anti España que atentaban contra sus símbolos más sagrados, los
comunistas ateos, los anarquistas que quemaban iglesias o fusilaban curas y
monjas. Acusaban a los republicanos de promover la revolución bolchevique,
poner en marcha la dictadura del proletariado, la reforma agraria, la
colectivización, abolir la propiedad privada y decretar la laicidad. España
estaba en peligro y había que salvarla del naufragio. Se necesitaba un
redentor que recuperara el espíritu de ese glorioso pasado imperial
que un día dio luz al mundo con el descubrimiento de América y las gestas de
los conquistadores.
El Hotel la Perla, el Café Iruña y el Nuevo Casino ubicados
en la plaza del Castillo de Pamplona eran los lugares donde se reunían los
conspiradores. En los salones del Hotel la Perla despachaba el general Emilio
Mola que había trabado amistad con los falangistas, carlistas, requetés, y
monárquicos. José Moreno su propietario estaba afiliado a la Falange Española y
era el jefe territorial de la misma.
Mola se confesaba un partidario dictadura militar bajo la
tricolor republicana. Los
Carlistas, por el contrario, exigían para sumarse al levantamiento la
disolución de los partidos políticos, la defensa del catolicismo (humillado y
herido) y el nombramiento de Sanjurjo como presidente. Las negociaciones eran
muy tensas y en muchas ocasiones irreconciliables pero con el asesinato de
Calvo Sotelo se llega a un acuerdo temporal con la promesa de resolver los
puntos más álgidos una vez acabada la contienda.
Los seguidores del Frente Popular igualmente se daban cita
en el hotel al Perla pues muchos solían allí alojarse o pasar largas horas de
tertulia en el restaurante o en el cercano café Iruña. Ellos también se
aprestaban a intervenir para contrarrestar las maquiavélicas intenciones de los
golpistas. Este hotel era muy frecuentado por las fuerzas vivas de la ciudad de
Pamplona ya sean de la derecha o de la izquierda. Recordemos que en el hotel la
Perla se realizó el acto de fundacional de la Falange Española con la presencia
de José Antonio Primo de Rivera y en otras ocasiones se alquilaban sus salones
al PNV para celebrar el Aberri Eguna.
Ante el clima de crispación e incertidumbre el gobierno de
la República envió al general Batet para intentar calmar los ánimos exaltados
de los militares navarros. En el monasterio de Irache se reúne con Mola y
mantienen un agrio encuentro en el que incluso llegaron a las manos
puesto que su superior le exigía fidelidad a la república "yo lo que le
aseguro es que no me lanzó a ninguna aventura"- le contesto Mola haciendo
gala de su carácter cínico y perverso. El monasterio fue cercado por orden del
alcalde nacionalista de Estella el señor Fortunato Aguirre que mandó guardias
de asalto parta detener al conspirador. Pero el gobernador Civil lo desautorizó
tras consultar con el presidente de gobierno Casares Quiroga.
El 19 de julio bien temprano llegan autobuses y camiones
cargados con requetés procedentes de todos los rincones de Navarra. Son
miles de jóvenes tocados con boinas rojas que forman disciplinados en la plaza
del Castillo. El carlista Ignacio Baleztena ya tenía listos los fusiles polacos
adquiridos de contrabando para repartirlos entre los alzados.
También se hacen presentes los falangistas aunque en menor
proporción. Los miles de voluntarios estaban dispuestos a marchar al
frente de batalla y entregar su vida por Dios y por España y por el rey.
De inmediato se desplegaron en la plaza del Castillo las enseñas
rojigualdas, así como las banderas falangistas y carlistas. Tampoco faltaban
las cruces y los emblemas de Cristo Rey o las alusiones a San Fermín. Un grupo
de "Margaritas" (colectivo femenino carlista) salieron en procesión
junto a la turba emocionada gritando vivas a España presas de amor patrio. La
casa de los Baleztena (situada también en la plaza del Castillo) se había
convertido en providencial refugio para todos aquellos que deseaban unirse a la
insurrección e igualmente en sala de prensa donde se entregaban los comunicados
oficiales.
Aunque la asonada militar ya había comenzado el 18 de julio
en Ceuta y Melilla el general Mola -Auténtico cerebro del golpe de Estado-
esperó hasta la madrugada del 19 de julio para dar la orden de ataque a las
huestes fascistas.
En la mañana del 19 de julio Franco impaciente llama por
teléfono a Pamplona con la intención de hablar con el general Mola (el
director) para informarle que por ahora solo se habían sublevado Melilla y
Pamplona. Pero Mola no atendió la llamada pues estaba en la plaza del Castillo
pasando revista a las tropas. Por fin cuando fue localizado tomó el teléfono en
el vestíbulo del hotel la Perla y atónito escuchó a Franco decir que el golpe
había fracasado recomendándole abortarlo pues el gobierno de la república había
resistido el envite. Ante la actitud tan pesimista este le respondió: "Francisco,
tu haz lo que quieras, pero en la plaza del Castillo hay miles de hombres
listos para luchar y me están diciendo que por Dios y por España ¡adelante!
Así que yo con ellos estoy, y esto ya es imparable" Ante una respuesta tan
contundente el joven general Franco no tuvo más remedio que contestarle:
"pues si tú estás dispuesto a seguir yo no voy a ser menos"
La táctica del general Mola no contemplaba ni una pizca de
misericordia: "es necesario utilizar el terror eliminando sin escrúpulos y
sin vacilación a los enemigos. Todo aquel que no piense como nosotros es un
sospechoso de ser simpatizante de la República o de apoyar el FP y por lo tanto
debe ser fusilado". "La represión ha de ser en extremo violenta para
desmovilizar el enemigo que es fuerte y está bien organizado" "serán
encarcelados todos los líderes de los partidos políticos, sociedades o
sindicatos no afectos con el alzamiento" "Se aplicarán castigos
ejemplares para prevenir los actos de rebeldía o las huelgas"
Los republicanos intentan reaccionar pero no lo
consiguieron pues habían perdido la iniciativa desbordados por unas fuerzas muy
superiores. El PNV contaba con muchos adeptos en Navarra pero ante la
vertiginosa ascensión de los traidores argumentaron que su ideología católica y
fiel a los fueros les obligaba a mantenerse neutrales. Más adelante muchos de
sus afiliados se unirían a los requetés y al franquismo
En Navarra la sanguinaria maquinaria de guerra se puso en
marcha y no se hicieron esperar las detenciones, juicios sumarísimos,
fusilamientos, las torturas, los tiros en la nuca y desapariciones forzadas.
En un gran mapa de España colocado en el vestíbulo del
Hotel la Perla el general Mola comenzó a colocar las banderas triunfantes: una
en Pamplona y otra en Melilla. Lo demás estaba bajo el dominio de la república.
Pero él sabía que poco a poco irían cayendo las distintas guarniciones
militares pues contaba con el apoyo de oficiales de alto rango que le habían
jurado fidelidad.
Los Carlistas ya habían pagado a un piloto para que
transportara al general Sanjurjo -originario de Pamplona- (el León del Rif)
exiliado en Estoril. Él tenía según lo acordado que asumir el puesto de
comandante del "movimiento nacional" por ser el general de más
prestigio. Pero el día 20 de julio el avión que lo iba a conducir de
Estoril hasta Burgos sufre un accidente y muere carbonizado. Ahora Mola y
Franco se disputarían el liderato.
Los golpistas estaban confiados en que la república caería
en un par de semanas pues creyeron que el pueblo no iba prestar resistencia
pues carecían de armas y experiencia militar para afrontar tamaño desafío. Pero
se equivocaron pues en defensa de la república se alistaron miles de milicianos
y combatientes dispuestos a plantarle cara al fascismo.
Comenzó entonces una penosa guerra que se prolongaría
durante tres años sembrando la muerte y destrucción por toda la geografía
española en uno de los episodios más trágicos de la historia contemporánea.
No hay comentarios:
Publicar un comentario