Al
margen de la naturaleza
Entrevista a Víctor Mora
(Eduardo Nabal).
Víctor Mora Gaspar (Valencia, 1981) es Doctorando en
Humanidades y Estudios Culturales. Es miembro del Instituto de Estudios de Género de la
Universidad Carlos III de Madrid y de la Asociación de Jóvenes Investigadores
Memorias en Red que realiza proyectos y trabajos sobre estudios de memoria en
España. Entre sus intereses de investigación se encuentra la filosofía
política, la construcción del discurso histórico, la teoría visual, los
estudios de género y sexualidades. Ha publicado recientemente sobre estos temas
en libros colectivos y las revistas científicas Dossiers Feministas y Filosofía
Italiana. Su obra Al margen de la naturaleza
(editorial Debate) ha sido reconocida con el I
Premio Pilar Azcárate a trabajos de investigación en materia de género por la
Unidad de Igualdad de la Universidad Carlos III de Madrid (2015), y con el I
Premio Sagasta de Ensayo, otorgado por la Fundación Caminos y la Editorial
Debate (2016).
-Parece
que desde el triunfo del franquismo la idea de patria se identificó con la
masculinidad heterosexual pero la “Ley de Vagos y Maleantes” es anterior.
Puedes explicarnos esto para los no iniciados.
Víctor Mora: Efectivamente, el franquismo sienta sus bases ideológicas
sobre el predominio de la masculinidad hegemónica. Como expongo en el libro,
una de las palabras que más repitió Franco en sus discursos durante el Régimen
fue “viril”. España era la “nación viril”, el “pueblo viril”, etcétera. Esta
idea se vinculaba con conceptos como la bravura, la valentía y el sacrificio, cuestiones
pretendidamente asociadas con la construcción (artificial, evidentemente) del
género masculino hegemónico, y que por oposición denigraban todo aquello
asociado a lo femenino y a la feminidad. Desde los estudios de masculinidades
sabemos que el homosexual es utilizado para definir por oposición al hombre, a
lo que, digamos, “debería ser un hombre”. Sin embargo la cuestión de la Ley de
Vagos y Maleantes tiene otra raíz, relacionada además con la imposición moral
del Régimen y con la política internacional. En el año 53 España firma el
Concordato con la Iglesia Católica; esto significa que el Vaticano decide
apoyar a la dictadura. España hasta el momento estaba sumida en la autarquía
económica, y el acuerdo con el Vaticano significó una lavada de imagen de cara
al exterior. España se tiñó entonces de nacional
catolicismo, de esa moral católica que lo impregnó todo (la política, la
educación, la ciencia, la cultura, etcétera), y de la que aún no nos hemos
librado del todo. Entonces, en el año 54 se modifica la Ley de Vagos y
Maleantes, que efectivamente fue creada en los años de la República, y se
incluye a los homosexuales. De cara al exterior España empezó a vender una
imagen de sí misma distinta, una imagen moderada, de buenos recursos de ocio y
de bajos precios para atraer al turismo y para poder comerciar
internacionalmente; pero de cara al interior tenía que mantener un férreo
control sobre la población, y uno de los dispositivos de control que utilizó
con más virulencia fue el género; mediante esta ley, por ejemplo, pero también
mediante la segregación en la educación y la sociedad en general o la
tipificación polarizada del género binario.
-Tu
enfoque de género hace que algunas ideas de psiquiatras infames como Nájera o
López Ibor sobre las desviaciones de género lleguen a resultar hasta
pintorescas o interesantes. Su afán
clasificador era inagotable pero lo más temible fueron sus intentos de llevar
por medios espeluznantes a gays o lesbianas hacia la norma heterosexual. Eso
empieza a documentarse. Pero sí sigue habiendo discípulos que siguen hoy
en su línea, de forma menos brutal, ¿Eso
es demostrable o punible?
Víctor
Mora: Bueno, es cierto que la democracia no ha traído la
erradicación de este tipo de textos pseudocientíficos, pero ya no constituye la
producción de ciencia hegemónica (o la ciencia oficial, podríamos decir), como
sí lo hacía antes. La ciencia oficial deviene en leyes, y esos libros que hoy
podemos encontrar en El Corte Ingles, por ejemplo, con títulos tan repugnantes
como “Cómo sanar su homosexualidad” o cosas por el estilo, no sólo son
minoritarios, sino que, como he dicho, no pertenecen a la ciencia oficial, por
lo que no pueden devenir ley, que sería lo peligroso para nuestra comunidad
(otra vez). Sí que constituyen, sin embargo, una fuente de incitación al odio
contra nosotros y nosotras, y deberían poder ser denunciados de una manera
contundente. Se habla recientemente de la posibilidad de denunciar delitos de odio,
que van en contra de comunidades tradicionalmente vulnerables y vulneradas como
la nuestra. Eso es una buena noticia, es un reconocimiento institucional que
hacía falta y que debe estar siempre creciendo, o alerta de las nuevas amenazas
para cualquier ciudadano o ciudadana; sin embargo creo que también es muy
importante elaborar políticas en positivo: insistir en la representación de la
diversidad, generar narrativas culturales inclusivas, trabajar, en definitiva,
por una sociedad que se reconozca múltiple y diversa.
-De
nuevo aparece la idea de que la persecución de las lesbianas fue menor debido a
su menor visibilidad y movilidad social ¿Crees que hay que revisar esto?
Víctor
Mora: Mi intención de investigar la homosexualidad
masculina está justificada desde la óptica que escogí, deliberadamente, porque
me interesaba ver su relación con la evolución política del Régimen. No
obstante este objeto de estudio ha de estar en revisión constante, por
supuesto. Y las ideas de que la persecución fue menor y de que las lesbianas no
eran visibles es una idea teñida de la misoginia general que imperaba en el
Régimen (y todavía hoy) y, además, es completamente falsa. La represión contra
las mujeres homosexuales durante el franquismo fue igualmente dura, pero se
desarrolló de forma distinta a la de los varones debido a esa polarización tan
categórica del género binario que comenté antes (los espacios destinados eran
distintos, por ejemplo); pero las lesbianas podían ser tan visibles o
“reconocibles” como los homosexuales varones. Sobre ello hay varios estudios y
yo recomiendo particularmente el trabajo de Raquel Osborne “Mujeres bajo sospecha”, tanto los textos como la
exposición, que a través de imágenes nos hace desechar rápidamente esos
prejuicios, que tenemos sin duda por desconocimiento.
-La
identificación de lo gay con lo trans de entonces (bajo la figura de “el
pervertido”) no tenía ningún afán de romper moldes de género. Hoy es diferente.
Pero si en una ciudad como Burgos hablas en femenino te consideran parte de los
pacientes de López Ibor (que, por cierto operaba en el campo de concentración
de Miranda de Ebro) Te consideran una especie de reliquia. ¿Cómo ves esta
paradoja en la transgresión de las normas de género?
Víctor
Mora: La identificación de lo gay con lo trans,
(entonces y ahora, que el desconocimiento sobre el tema sigue muy presente,
aunque hayamos hecho grandes logros, evidentemente) se debe a que no se
distinguía entre orientación e identidad. Las mujeres transexuales del Régimen
franquista estaban en cárceles de hombres, porque la identidad de género era
una cosa absolutamente desconocida y nos e contemplaba. Hoy en día se sigue
errando en este aspecto. Una cosa es la orientación (sexual) y otra es la
identidad (de género), y no se trata de afán transgresor en ningún caso, se
trata del desarrollo personal de cada individuo. No somos homosexuales o
transgénero por afán provocador; lo somos y punto, y lo mínimo que deberíamos
obtener es un respaldo social e institucional que atienda a nuestras necesidades,
como se da para cualquier persona que las precise con otros tantos temas, sean
de género o no. Por otro lado, creo que
lo que me preguntas sobre Burgos (de donde, por cierto, han salido grandes
pensadoras y pensadores contemporáneos, de lo más avanzado precisamente en
estudios de género) se refiere a que en determinados lugares el desarrollo o la
visión de lo no normativo no lleva el mismo ritmo que en grandes urbes. Ese
sería un debate muy largo, pero las tensiones no son patrimonio de una geografía
concreta; de hecho en Madrid vamos a alcanzar la agresión diversofóbica casi
número 100 en lo que va de año. Creo que las tensiones contra la comunidad
diversa, o LGTBI, corresponden a otros factores, a factores políticos y
culturales.
-Como
señalas las representaciones del gay o la lesbiana en el cine de la transición estaban muy polarizadas. O
la “loca” de “No desearás…” o el “macho” de Eloy de la Iglesia. ¿Crees que hoy
puede leerse esa dicotomía como ejemplos de que los cuerpos son fruto de
constructos sociales o es un ejemplo de una variedad infinita en que lo
femenino o lo masculino está en los ojos del que mira?
Víctor
Mora: Desde luego el cine de la Transición muestra una polarización, y una
exposición de cuerpos sexuales y sexualizados que deja poco margen de
interpretación a los ojos del que mira. La construcción está siempre en la
mirada (al menos una parte importante de ella), pero precisamente desde esas
películas se pretende hacer doctrina, se pretende construir una imagen
dogmática del homosexual, ya sea desde un flanco o desde el otro. Por un lado
la figura arquetípica del “mariquita” en las películas del destape español nos
dejaba un lugar asociado a la ridiculización y expuesto a la agresión,
humillación e insulto; y por otro lado las películas de Eloy de la Iglesia nos
muestran una figura “normalizada”, un personaje de varón homosexual que pide
permiso para su integración mediante una masculinización, una normalización (o
virilización), así que, aunque efectivamente rompieron un molde que era injusto
y estereotipado, crearon otro que tampoco parece, hoy por hoy, la mejor de las
representaciones. Esas son, de todas formas, las representaciones de la
homosexualidad masculina más oficiales, de las películas, digamos, comerciales;
pero hubo mucha producción cinematográfica, de muchos tipos, sobre este tema
son muy interesantes los libros Las leyes
del deseo de Paul Julian Smith;
y Homoerejías Fílmicas, de Berzosa.
-Torturas,
persecución, aberrantes terapias reparadoras. Pero estas teorías eugenésicas no
fueron exclusivas del franquismo y la derecha médica. Si lees libros como “Anarquismo y homosexualidad” de
Richard Cleminson las ideas eugenésicas también tuvieron su hueco en el seno de
la izquierda, al menos al principio
Víctor
Mora: Desde luego no fueron exclusivas del franquismo. Los textos de los
doctores y demás científicos que analizo en mi libro fueron, en su momento,
tesis presentadas en congresos internacionales en muchos casos. Es decir, que
las teorías que sostenían sobre la homosexualidad, que hoy en día nos parecen
delirantes, eran recibidas en congresos europeos y, seguramente, compartidas
por otros tantos científicos. La homosexualidad, la transgresión del binarismo
desde la performance de género, sexo o deseo, siempre ha constituido un
elemento susceptible de utilizarse como arma contra el enemigo. No entiende
tanto de ideologías como podríamos pensar de entrada. Las cuestiones sexuales y
de género son
transversales, no entienden de nada (clase, etnia, posición social, etcétera).
Las cuestiones sexuales y de género simplemente se dan; pero hemos de
contextualizarlas en este marco heteropatriarcal que habitamos, marco que
afecta por igual a toda ideología política y que estamos, hoy por hoy, en los
albores de desarticular.
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