sábado, 20 de abril de 2019

LIBERTAD PARA CARMEN BADÍA LACHOS, Ana Vargas

LIBERTAD PARA CARMEN BADÍA LACHOS
Ana Vargas


Intenso fin de semana el de la XVIII Marcha contra la macrocárcel de Zuera. Los actos comenzaron el viernes 12 de abril, con la presentación del libro ¿Se puede terminar con la prisión? Críticas y alternativas al sistema de justicia penal, por una de sus autoras, Paz Francés. Como se dice en la contraportada del mismo:
“La intención de este libro es repensar lo que parece incuestionable. Analizar de nuevo, desde otras perspectivas, dilemas en torno a la respuesta penal que ofrecemos a los conflictos desde una visión puramente abolicionista. Este  es, ante  todo, un libro que defiende que se puede terminar con la prisión, aunque no solo, da un paso más y examina la propia cultura que soportamos en la actualidad para llegar a cuestionarnos el propio concepto de castigo”
Todos los actos del sábado 13 de abril, se celebraron en la antigua cárcel de Torrero, donde por la mañana tuvo lugar una visita histórica a pie de calle: De la cárcel al cementerio. Un compañero historiador explicó el recorrido de esta prisión, desde su creación en el año 1929, en plena dictadura de Primo de Rivera, hasta su cierre definitivo en 2001. Se contó también con la presencia de un expreso insumiso que nos contó la experiencia de su paso por Torrero en los años 90 y del suicidio de Kike Mur, otro insumiso que no soportó las condiciones del encierro  y que da nombre al actual Centro Social Okupado.

Ya por la tarde asistimos a la charla de una abogada de la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucia (APDHA), La cárcel enferma y mata, en la que reivindicó el derecho de l@s pres@s a recibir una atención sanitaria igual a la del resto de la población, lo que conlleva la aplicación inmediata del traspaso de la Sanidad Penitenciaria al Sistema Nacional de Salud y por ende, la denuncia del incumplimiento de este traspaso desde hace 15 años  de todas las CCAA, salvo Cataluña y Euskadi que tienen asumidas estas competencias, aunque esta circunstancia no evita ni los maltratos ni las muertes que siguen produciéndose en las cárceles vascas y catalanas como a continuación puso de manifiesto una joven colombiana con el relato sereno y conmovedor del asesinato de su hermana en agosto de 2017 en la cárcel de Brians (Barcelona). Como tantas otras veces, se dictaminó que la chica, de tan solo 20 años como repetía su hermana, se ahorcó. Sin embargo, el resultado de la segunda autopsia es esclarecedor: cantidades desorbitadas de cuatro psicofármacos diferentes capaces de matar a un ejército aparecieron en su cuerpo que por otra parte presentaba signos evidentes de maltrato (la familia solo le vio la cara pero tenía un hematoma en un ojo y la nariz estaba rota).
Tras este terrible testimonio, nos hizo bien dirigirnos  a una plaza cercana a repartir octavillas entre la gente para difundir la huelga de hambre de Carmen. Hubo buena acogida de la información, en general, y nuestras voces se unieron para gritar CARMEN LIBERTAD. La nota desagradable la pusieron la pareja de secretas que aparecieron por las inmediaciones y que fueron abucheados sin compasión.
El domingo 14 de abril, a las once de la mañana fue la hora fijada para coger el bus que nos llevaría hasta Zuera. Vimos desde la autovía la hilera de Land Rovers de la Guardia Civil que esperaban nuestra llegada para el control rutinario: cacheos y registros de personas y coches que se acercaban a Zuera. Ambiente festivo en el aparcamiento del parking. Numerosos puestos de distribuidoras, pancartas sujetas a las alambradas y radio Hawuai que transmitía en el interior de la prisión. Las primeras que intervinieron fueron dos mujeres nicaragüenses exiliadas en España por el clima de terror impuesto por el tándem Ortega-Murillo, en los años 80 líderes del movimiento sandinista que mutaron a dictadores y asesinos de su propio pueblo. Se leyó la carta de una líder estudiantil encarcelada tras las últimas manifestaciones en el país centroamericano.
A continuación se expusieron diversos casos represivos, el de Lisa, acusada del atraco a una entidad bancaria en Turín y que en la actualidad se encuentra encerrada en la cárcel de Brians; las causas abiertas por la cumbre del  G-20 en Hamburgo; los casos de las personas presas con enfermedades graves, haciendo especial hincapié en la situación de Carmen, en huelga de hambre indefinida desde el 11 de marzo y finalmente el caso de Antoine, el preso más antiguo del Estado que saldrá en libertad en enero del año que viene y que se encuentra pendiente de entrega al Estado francés si no  detenemos la Orden Europea de Detención dictada por el país vecino.
Comida popular y conciertos cerraron esta jornada de lucha pero aún quedaba lo más importante, la visita a Carmen con otr@s tres compañer@s. Entró la última acompañada de su inseparable silla de ruedas que empujaba otro preso. Su voz apenas se escuchaba por la debilidad y el ruido del ambiente. Ha perdido más de 15 kg, tiene muy bajos los niveles de glucosa, los dolores están repartidos por todo su cuerpo, especialmente en el riñón que le trasplantaron en Cataluña, hace poco sufrió una agresión por parte de un carcelero que para levantarla de la silla solo se le ocurrió agarrarla del cuello y soltarla bruscamente, agresión que denunció y que tuvo como consecuencia el traslado del energúmeno al módulo de aislamiento.
Nos cuenta que le ha caído otro parte, esta vez la acusan de pedir comida a los compañeros del módulo de enfermería donde la tienen recluida las 24 horas del día y de difundir al exterior noticias falsas. Carmen Badía no perdió la sonrisa en ningún momento, había escuchado en la radio todo lo programado durante la jornada y estaba feliz y determinada a llegar hasta el final.
Por nuestra parte le comentamos las últimas convocatorias que están previstas para exigir su libertad  y que tendrán lugar el día 24 de abril con concentraciones en Madrid y Zaragoza a las doce de la mañana, en el primer caso frente a Instituciones Penitenciarias, en el segundo frente al Juzgado de Vigilancia Penitenciaria.
Lanzo desde aquí un llamamiento a la movilización en todos los lugares de la geografía ibérica para lograr la excarcelación de una mujer íntegra y valiente.
LIBERTAD PARA CARMEN, LIBERTAD PARA TOD@S L@S PRES@S ENFERM@S    


1 comentario:

  1. Carmen Badía: 45 días en huelga de hambre. La indiferencia es complicidad
    Acacio Puig
    El 24 de abril se han cumplido 45 días en Huelga de Hambre que protagoniza en la cárcel de Zuera, Carmen Badía Lachos (actualmente recluida en la enfermería de la prisión). En un Madrid lluvioso y a partir de las 12 horas del 24, ha tenido lugar la solidaria concentración frente a la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias, sita en la calle Alcalá 38-40. Con el mismo propósito tenía lugar otra concentración en Zaragoza ante el edificio de Los Fueros de Aragón.
    45 días en huelga de hambre son ya tantos y con tanto riesgo para la salud de cualquiera, que confirman el objetivo de libertad o muerte que alienta el desafío de Carmen frente a la brutal indiferencia de la Dirección de la cárcel de Zuera y de Instituciones Penitenciarias. A partir del 1 de mayo se anuncia una solidaria huelga de hambre como muestra del apoyo generalizado a Carmen por parte de lxs presxs sociales encerrados en las cárceles del estado.
    Sin embargo, la animosa concentración madrileña ha sido tan minúscula como para contabilizar solo 16 personas, dos pancartas y muy expresivas reivindicaciones. Cabía pensar en la participación de al menos, una persona por día en huelga de hambre… pero no ha sido así. Sin embargo, el reparto de hojas informativas entre transeúntes ha sido muy bien acogido y fortalecido por algún que otro “¡Bravo!” del mismo origen.
    La lucha de Carmen, enferma de tres cánceres, encarcelada desde hace 14 años, actualmente en silla de ruedas y dependiente -por su mala salud- de ayuda para hacer frente a tareas cotidianas elementales, hacía esperar –máxime en una ciudad como Madrid- de una digna expresión de solidaridad y apoyo, máxime cuando la información sobre Carmen Badía está contando con una profusa difusión en blogs alternativos y redes sociales. Sin embargo, esa esperanza ha resultado tan defraudada que nos exige subrayar el subtítulo de esta crónica: La indiferencia es complicidad.
    Para antiguos presos políticos del franquismo –como yo- que tuvimos ocasión de compartir y alentar los esfuerzos de la Coordinadora de Presos en Lucha (COPEL) desde la histórica Cárcel de Carabanchel (demolida a resultas de una iniciativa especulativa y de destrucción de un símbolo de memoria antifranquista) la ausencia de antiguos compañeros de penales, de organizaciones sindicales, sociales, feministas y partidarias en la jornada de hoy en Madrid, enfatiza la regresión de la conciencia política y solidaria que asola hoy las estructuras de izquierda y del pueblo de izquierdas madrileño. Es posible también que urja mayor extensión de la sensibilización social sobre las condiciones de existencia en cárceles y centros de internamiento, sobre espacios tabú que ignoran interesadamente medios de comunicación y organizaciones; y es posible también que falte una generalización de otras experiencias que vienen acompañando las concentraciones minoritarias con la entrega de denuncias a interlocutores sordos a las exigencias de ciudadanía víctima de abusos, como los padecidos por Carmen y muchos otros encarcelados que contabilizan “suicidios” nunca investigados adecuadamente.
    Pero desde el rechazo a la indiferencia en una sociedad sobre saturada de informaciones, es pertinente recordar que en estas jornadas de enorme ajetreo retórico y discursos, lo que está en juego es bastante más que el color del gobierno que salga de las elecciones del 28 de abril; lo que está en juego, decimos, es precisar el urgente proyecto regeneracionista de un modelo tan hueco como corrupto, en que los derechos humanos se han convertido en mera cita oportuna y oportunista, un modelo en el que el mirarse el ombligo nos lleva a la catástrofe. Aunque quizá solo tenemos lo que tristemente merecemos.
    En cualquier caso: RESISTAMOS. ¡Carmen Badía, Libertad!

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