Una confederación
municipalista para cambiarlo todo
En
las elecciones municipales de 2015, una marea de personas indignadas constituyó
Candidaturas electorales en muchos de los 8.124 pueblos y ciudades del país. La
suma de todas estas iniciativas, respaldadas con casi cuatro millones de votos,
consiguió 7.728 concejalías y numerosas alcaldías. Madrid, Barcelona, Zaragoza,
Vinarós, Coruña, Ferrol, Santiago, Cádiz, Tudela o Castro Urdiales son sólo una
muestra de los ayuntamientos que llevan el sello del municipalismo.
A
lo largo de esta legislatura, hemos comprobado que muchas de nuestras
intuiciones eran ciertas. Y ello nos ha reafirmado en que las organizaciones de
escala municipal son más participativas, más transparentes y más democráticas
que las de ámbitos superiores como el provincial, el autonómico o el estatal.
Por ello, y de cara al futuro, es esencial preservar
la autonomía de las candidaturas municipalistas, frente a los aparatos y las
lógicas de poder de viejos y nuevos partidos. No nos interesa una política
basada en estructuras burocráticas, pugnas entre aparatos partidarios, tomas de
decisiones verticales y consultas plebiscitarias.
Nuestra independencia es
lo que nos hace más fuertes.
Nuestra
red es distinta de otras. Renunciamos a los créditos bancarios. Nos valemos de
sistemas de elección abiertos a la gente y no mayoritarios. Todas las
decisiones cruciales se adoptan de abajo a arriba. Las portavocías y los
órganos de dirección y representación son colegiados. Entendemos que nada nos
debe diferenciar de quienes han puesto en nuestras manos la gestión de sus municipios.
Asumimos que no estamos aquí para vivir
de la política y por eso nos regimos por códigos éticos estrictos, que
pasan por la limitación salarial y de
mandatos. El dinero derivado de la aplicación del código ético a cargos
públicos y de libre designación se destina al mantenimiento de la propia red.
Todos los cargos de libre designación y todas las personas contratadas por las
candidaturas son elegidos mediante tribunales integrados por personas de
nuestra red y a través de concursos de mérito y capacidad. Creemos que el cómo
es tan importante como el qué porque, si no, a la larga, lo más probable es que
acabes pareciéndote a aquello que decías combatir. Y nos parece igual de
importante cumplir con aquello que predicamos, todas y cada una de nosotras, con
coherencia y responsabilidad.
No creemos que las asambleas y otros métodos de
democracia directa (referéndum, iniciativas legislativas populares, consultas)
hagan menos ágil la toma de decisiones o que sean lastres para la política, que
el consenso sea una fórmula obsoleta, que la rotación de los cargos sea un
lastre, o que los salarios justos sean un límite. Todo eso forma parte del 15M
y de todos los movimientos sociales que, antes y después de 2011, nos trajeron
hasta aquí. Es cuestión de voluntad.
Más
allá de las retóricas huecas, hay amplios sectores sociales fuera de las
agendas políticas e institucionales. Uno de los más relevantes es ese 60% de la
población española, una amplia mayoría, que vive en municipios de menos de
100.000 habitantes, o el 20% que habita ayuntamientos de menos de 10.000
habitantes. Territorios con servicios públicos limitados, envejecidos, con una
despoblación imparable, y cuyo paisaje sólo asoma a la opinión pública cuando
es víctima de la depredación. Allí la lógica de los partidos ha fracasado y el
municipalismo democrático cobra su sentido, si es practicado sin complejos, con
audacia, y con la mirada puesta en lo que une a pueblos y ciudades, que es
mucho más de lo que les separa: la necesidad de un modelo político y social
donde quepamos todas.
Por
su parte, el panorama en nuestras ciudades es desolador. Mandan el coche
privado, el comercio de las multinacionales, y los negocios que tributan en
otros países. Entornos donde la vida sostenible y respetuosa, las comunidades
de apego, o las redes de apoyo mutuo son imposibles de construir. Nos quieren solas. Y nos deben encontrar
unidas, trabajando por el común, haciendo política a pie de calle, de base,
desde los barrios, con los colectivos feministas, y en los centros sociales.
Nuestra
red es también eso.
Apostamos
por romper con el marco establecido frente a las políticas posibilistas, por la
ampliación de las competencias municipales, por forzar los límites de los
gobiernos del cambio “realmente existentes”, por confrontar nuestro modelo de
democracia real y de reparto de la riqueza con las fuerzas vivas de cada
municipio. Queremos remunicipalizar el
100% de la energía y de los servicios básicos de suministro de nuestros
ayuntamientos. Queremos llenar las
viviendas vacías y combatir los procesos especulativos que las convierten
en bienes de lujo, y no de primera necesidad, para que no resulte una actividad
lesiva para la vida de sus habitantes o para el medio ambiente.
Queremos encauzar el
turismo desbordado,
en las playas, montañas y centros de nuestras ciudades. Queremos imponer la
paridad en todos los niveles de la administración pública. Queremos un modelo
de movilidad basado en el transporte colectivo y en los medios no
contaminantes. Queremos acabar con el austericidio
municipal que ha condenado a muchos de nuestros pueblos y ciudades a amortizar
deudas heredadas de políticas especulativas.
Hoy
en día, los pueblos, los barrios y las ciudades son los lugares desde los que,
con más consistencia, se está construyendo
la alternativa al Régimen del 78 y a la economía neoliberal.
Pero,
ni hemos hecho todo bien, ni hemos podido hacer todo lo que hubiéramos querido.
Hemos
pecado de ingenuidad, no estábamos preparadas para el cinismo de las
instituciones, para esas lógicas voraces cuyas ruedas dentadas trituran la
honestidad. Y también nos ha faltado una mirada más amplia. Por ello, esta vez
vamos a construir una red fuerte y confederada de proyectos municipalistas.
Porque no somos islas en el mar de la política institucional, sino un
archipiélago que quiere profundizar en los modestos cambios institucionales que
se han puesto en marcha. Y vamos a hacerlo con creatividad, algo fundamental
para explorar nuevos paradigmas, nuevas reglas y nuevos mundos.
Nuestra liga de pueblos
y ciudades se levantará con el intercambiando de recursos, experiencias,
emociones y soluciones, y desde la horizontalidad.
Os esperamos.
Primeros Firmantes:
Arzanzadi
(Iruña-Pamplona)
Goazen
Bilbao (Bilbao)
Imagina
Burgos (Burgos)
Santander
Sí Puede (Santander)
Activistas
Alto Aragón (Huesca)
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