miércoles, 15 de febrero de 2017

LAS ARMAS ANTIFASCISTAS DE CIERTOS PENSADORES ESPAÑOLES

Víctor Atobas

¿Por qué se dice que la socialdemocracia y el Estado de Bienestar suponen una poderosa arma contra el fascismo generalizado que, dese hace décadas, se viene anunciando en las sociedades occidentales? ¿Acaso no debemos luchar por la ruptura revolucionaria? Como señala con lucidez Santiago Alba Rico, nos encontramos ante la revolución del destropopulismo, fascista, cargada de potencialidades mortíferas, y no ante la posible irrupción de la ruptura socialista.

Cuando Alba Rico afirma “Sólo un Dios puede salvar a España(1). ¿Acaso, en el fondo, no se está refiriendo a la necesidad de inventar e introducir nuevos axiomas que ralenticen la velocidad, el enfrentamiento que nos lleva al fascismo? Esa es la brillantez, el centelleo de Alba Rico, y también de César Rendueles, Carlos Fernández Liria y tantos otros; inventar e introducir nuevos axiomas que nos permitan controlar los flujos des-traducidos de deseo, en concreto, de los deseos de seguridad y de adquirir identidades reconocidas por la sociedad.


Tenemos un anticlerical anticapitalista en la Santa Sede mientras el resto de los gobiernos del mundo se clericaliza de un modo u otro, vía el nacionalismo identitario, el laicismo fanático o el capitalismo mafioso. Tenemos en el balcón de San Pedro un comunista cuyo discurso alcanza a buena parte de las criaturas que vuelan y a buena parte de las criaturas que respiran bajo el agua. ¿No deberíamos alegrarnos de ello los que habitamos en esta tierra seca y crecientemente desolada para sumar nuestras huestes -con nuestros debates y dudas- a la lucha común?” (2) En esta propuesta de Alba Rico, vemos ya una potencia bastante grande frente al fascismo: conjugar el axioma socialdemócrata, pues de otra forma los deseos de seguridad resultarán traducidos por la extrema derecha, y el axioma religioso, pero anticlerical, del Papa Francisco. Se trata de traducir la seguridad y la identidad.

Pero antes de continuar, debemos aclarar lo que entendemos por axioma. Según Deleuze y Guattari, los axiomas en el capitalismo son “enunciados operatorios que constituyen la forma semiológica del capital, que entran como partes componentes en lo agenciamientos de producción, circulación y consumo(3). De forma simplificada, diremos que los axiomas son aquellas formas o expresiones mediante las que el capitalismo controla los movimientos que se producen en la sociedad, para que éstos pasen a producir, circular y consumir. César Rendueles nos advierte con claridad proponiéndonos que nos fijemos en un axioma: el keynesianismo. “Después de la guerra del 14-18, la influencia conjugada de la crisis mundial y de la revolución rusa forzaron al capitalismo a multiplicar los axiomas, a inventar otros nuevos, que concernían a la clase obrera, al empleo, a la organización sindical, a las instituciones sociales, al papel del Estado, al mercado exterior y al mercado interior. La economía de Keynes, el New Deal, fueron laboratorios de axiomas(4). Se trataba de controlar los flujos.

Los Estados socialdemócratas se caracterizan, precisamente, por controlar los flujos, los movimientos que agitan lo social, que atraviesan a los grupos y a los individuos. Por ejemplo, los flujos de miedo. Pero esto lo hace proporcionando seguridad a las personas a través de la educación y la sanidad públicas, el acceso garantizado a la vivienda y a las prestaciones sociales, entre otras cuestiones. Mientras que la extrema derecha traduce la inseguridad en miedo al inmigrante, en el deseo de muerte. El neoliberalismo nos lleva a la destrucción porque se dirige hacia un Estado anarcocapitalista y totalitario en el que se van quitando axiomas, con que los flujos de inseguridad y de miedo continúan dirigiéndose, descontrolados, hacia el abismo fascista. El Estado fascista controla sólo algunos movimientos que pretende dominar, mientras reduce los axiomas dejando que los flujos descontrolados sigan produciéndose, al mismo tiempo que hunde el mercado interior, y promociona el exterior mediante la guerra. Es la inseguridad, el miedo, la pérdida de identidad y el deseo desplazado, para así reprimirlo mejor.

Pero la tendencia totalitaria y fascista de quitar axiomas o reducirlos, actúa sobre la tendencia socialdemócrata a inventar o añadir éstos, y viceversa. Esto se observa con claridad en la historia reciente de España, una tensión permanente entre el totalitarismo fascista a medio camino entre la esclavitud y la férrea sujeción social, en el que el miedo sirve para dominar a la sociedad; y, por otro lado, la socialdemocracia que trataba de crear instituciones, de poner en marcha programas sociales, que invertía en sanidad y educación públicas evidenciando que el Estado de Bienestar, con todas las críticas que se le puede y deben hacer, produce seguridad a la mayoría social. En este sentido, Carlos Fernández Liria suele insistir, con la pasión que le es propia, en la necesidad de crear, fortalecer o democratizar las instituciones políticas y sociales ateniéndonos a la fuerza y a la normatividad de la razón. El “patriotismo constitucional” del que Liria habla, supone un arma frente al neoliberalismo que endiosa al mercado y lo expande a todas las facetas de la existencia, controlándonos y capturando nuestras formas de lucha y de resistencia. Liria se apresta al combate, y para ello trata de rebatir a los locos de los neoliberales, invirtiendo sus argumentos: según él, la constitución de 1978 “no estaba tan mal”, el problema consiste en que no se cumple.

Todos y todas somos migrantes, ancianos, precarios y mujeres. Pues hay en nosotros un devenir minoritario; si no lo somos ya, nos convertiremos en personas alejadas del patrón de la mayoría: varón blanco, heterosexual, cualificado, con empleo estable y de mediana edad. Todos y todas vamos a sufrir la inseguridad y el miedo encarnándonos, pues somos vulnerables y necesitamos al otro para quererle y para que nos cuide. Por eso necesitamos nuevas instituciones, más allá de la necesaria recuperación del Estado del Bienestar. Otro arma antifascistas sería, si lográramos orientarla en un sentido revolucionario, la renta básica universal. ¿Qué mayor seguridad que tener la existencia garantizada? ¿Acaso la renta básica universal no es un axioma que controla los flujos de trabajo?

NOTAS:

De las ediciones consultadas

1.    Alba Rico, Santiago (5/9/2016): “Solo un Dios puede salvar a España”. Publicado en CuartoPoder.
2.    Ibídem. 1.
3.    Deleuze y Guattari (2015). “Mil mesetas”. ed.: Pretextos. Pág. 466
4.    Ibíd. 3




6 comentarios:

  1. A riesgo de simplificar, comento.
    Me es más que difícil estar de acuerdo con la defensa de políticas socialdemócratas como alternativa al ascenso de la extrema derecha y la tendencia a la fascistización de las políticas del poder. Son los impasses los que favorecen el lamentable “eterno retorno” de la socialdemocracia como ilusión.
    Es conveniente recordar lo que fueron antaño las políticas socialdemócratas-frentepopulistas encarnadas por los PSs&PCs de los años 20-30, políticas que se manifestaron incapaces de frenar el ascenso de los fascismos en Italia y Alemania. Incapaces también de ganar la Guerra de España y de solidarizarse-institucionalmente, con aquello (la política de No Intervención, firmada por el socialismo francés con Blum al frente del gobierno y el consiguiente bloqueo de entrada de armamento, impidió contrarrestar la decisiva y aplastante presencia militar de nazis y fascistas).
    Pero es que años antes (1918-1919) al concluir la Gran Guerra, fue el gobierno socialista alemán, quien liquidó militarmente la tentativa emancipadora espartakista embutida en los Consejos de Obreros y Soldados. La derrota fue tal que cuando más tarde el nazismo levantó cabeza, no encontró resistencia eficaz en los herederos de aquella Revolución derrotada. Los trabajadores cedieron ante el resistible avance de Hitler, cuando no se encuadraron bajo sus banderas.
    Sí, retornan las políticas socialdemócratas pero como apego a una suerte de mal menor: quimérica propaganda de la reforma gradual “consensuada” con apoyo en el “sentido común” (y en el temor) cívico que favorece avances de la SD en las instituciones… Ya experimentamos en recentísima historia que las reformas desde arriba son juguete de los mercados. Ni en Grecia fueron posibles los cambios necesarios, por limitaciones de Syriza, la propia desconexión entre ese Partido y Sociedad y también por la “soledad nacional” del proceso griego… (¡Ah el internacionalismo decrépito!).
    Bueno lo del “Papa-comunista” no se sostiene lo diga quien lo diga. Desde dentro del sistema, la gente “un poco honesta” es capaz de denunciar sus excesos, pero NO lo es de implementar soluciones políticas igualitarias (eso es algo que diferencia visión de izquierda de la opinión de “gente honrada”). Hablemos de Gobiernos Socialdemócratas y añadiendo hoy, gobiernos de “las socialdemocracias realmente existentes”.
    Y ¿qué hacen hoy las socialdemocracias reales? En Francia la contrarreforma laboral y la profundización de agresiones bélicas en África y Oriente Medio ¿alguien recuerda sus pruebas atómicas en Mururoa? En España, laten aún los desmanes del felipismo, las pasarelas y corrupciones, el clientelismo en el precario feudo andaluz, la reforma del 135 para doblegarse a las órdenes financieras, la opción onanista y nuclear, la incapacidad de soportar corrientes de opinión expresadas por los jefes y barones históricos defenestrando con guante blanco a P. Sánchez…o el “españolismo recalcitrante” con que se oponen a la autodeterminación e incluso al Referéndum de consulta en las Naciones sin estado. ¿Tiene eso algo que ver con mantener y ampliar el Estado de Bienestar (mejor el estado social de derecho, porque el bienestar siempre “fue por barrios”)?
    ¿Qué decir de la Constitución del 78? Poco tengo que añadir al artículo publicado en Papeles Anticapitalistas número 10/ Julio 2014.
    En cuanto a las loas a “la democracia”, creo que en un siglo XXI, en que efectivamente las libertades democráticas resultan horriblemente incómodas al capitalismo, el proyecto democrático no es ya nada si no descansa sobre los pies de la igualdad y la libertad…y en eso seguimos siendo profundamente deudores de Castoriadis, que enfatizó el asunto hasta su fallecimiento en 1997. ¿Y que proyecto igualitario defienden las socialdemocracias realmente existentes? ¿Y qué libertad para ciudadanos y pueblos cuando vindican la Constitución del 78? Si se trata de reinventar, preferibles son “otras fuentes”.
    Acacio.

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  2. Me hace gracia el error donde dice "onanista" debiera decir otanista...pero aun así ¡vale!

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  3. Comentario de A. Walden
    Interesante artículo para el debate,plantea varios asuntos sobre los que se pueden mantener diferentes visiones. En concreto, a mí me interesa la cuestión axiomática, ese postulado que conecta la racionalidad de Perogrullo (a la mano cerrada la llama puño) con los axiomas matemáticos más fundamentales (aunque yo por ejemplo, en el fondo, aún no entienda porqué dos más dos son cuatro).
    De tal modo el argumento "axiomista" actúa como centro de homologación racional que gira en torno a otro incontestable principio de razón y de moral, me refiero a la santísima VERDAD; así con mayúsculas, porque esta deja pequeña incluso a la proposición axiomática.
    Me parece que ningún Estado que se precie, ni siquiera los ismos totalitarios pueden reducir los axiomas en su doctrinario, sólo los cambian, pues una virtud de cualquier cuerpo axiomático ideológico o religioso es su versatilidad y volubilidad coyuntural. Por lo tanto, en la política de gobierno la incontestación de los preceptos que todos deben aceptar debería ser redundantemente incontestable; pero no lo es, porque afortunadamente aún nos podemos acordar de que existe una clave de pensamiento divergente de ello que resulta ser el relativismo e incluso hay otra actitud intelectual más intolerante con el axioma que se ha llamado siempre escepticismo. Esto le puede servir a cualquiera o, al menos, a muchos; si sucediera así estoy casi seguro que la potencia de la sociedad no estaría tanto en buscar axiomas, su potencialidad sería la duda, algo intratable para los ismos totalitarios y sus epifenómenos.
    Otro pequeño apunte al artículo; si la constitución de nuestra amada nación(el contrato social impuesto democráticamente y tácitamente acatado por muchos) estuviera bien parida o bien reformada, "¡to dios!" tendría que cumplirla por narices; ¿qué es una constitución que no garantiza ni siquiera su propio cumplimiento?, papel mojado, papel mojado.

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  4. Aúpa,

    Voy a responder de una vez a Acacio y a Walden. Estoy de acuerdo con que la socialdemocracia no es la solución, también con que la constitución del 78 es una estafa y con que no nos podemos fiar de la religión. Pero cabría preguntarse sobre lo que dice Rendueles: ¿Por qué los marxistas y los anarquistas hablan (¿hablamos?) como si las medidas que proponen no fuera a hacerse realidad? ¿En que situación nos deja esto?

    Pues en la axiomática, como tú dices (por ejemplo: el neokeynesianismo de Podemos). La definición de axiomas capitalistas la tomo de Deleuze, que utiliza una acepción un poco diferente a la de Walden. Para aquel, los axiomas capitalistas son esos enunciados que hacen que todo pase a los circuitos de producción, distribución y acumulación capitalistas. Los socialdemócratas ponen axiomas para que los flujos descodificados no se salgan de madre. Un ejemplo de esto lo encontramos con los flujos de empleos descodificados, no reconocidos como tales, y que se pretenden controlar gracias a la axiomática socialdemócrata de la renta garantizada y la renta básica. Y estas dos medidas son de las pocas medidas concretas, reales y contabilizadas que se le ocurren al "pensamiento transformador" para paliar la situación de crisis de la mayoría social. Repito: ¿En qué situación nos deja esto a lxs revolucionarixs?


    Gracias por los comentarios!!

    Víctor,

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  5. De nada amigo Víctor...Seguiremos con tus preguntas.

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  6. Comentario de A. Walden
    Sí, es cierto, me zumban los oídos de las veces que me han cuestionado esa actitud escéptica con la pregunta pragmática y realista de ¿qué soluciones proponéis vosotros?; yo no sé quién somos nosotros.
    Como pienso que no existen fórmulas magistrales de resolución del avergonzante estado general del planeta, pues jamás ninguna ideología política, corriente filosófica, escuela económica, doctrina religiosa o metodología tecnocientífica han conseguido aproximarse siquiera de lejos a su logro (esto es importante tenerlo siempre en cuenta) aunque todos de alguna manera en su propagandística lo prometen, yo tampoco pretendo aportar nada nuevo sobre el asunto.
    Lo que sí puedo explicar (una vez descartado el idealismo irenista o utópico de la demagogia), es mi punto de vista sobre lo demarcable en política y sobre sus limitaciones, que esta debería respetar. La acción política lleva impresa la necesidad de fagocitar todo lo que se extiende más allá de su ámbito (en esto sigue el camino de las religiones).
    La acción política de izquierda progresista cuyos objetivos son los intereses de las personas, el derecho de las personas, la dignidad económica de las personas, etc., tiene un límite en la autonomía intelectual del individuo, de los individuos que también forman la sociedad referenciados en cada uno mismo.
    Lo que quiero decir es que pensamiento político e individuo - fácilmente confundibles - tienen contenidos distintos y la mayoría de las veces antagónicos; no quiero que se me malinterprete, pues mantengo el matiz (individualidad versus individualismo).
    Por lo tanto, la acción política de izquierdas como patrón ideológico organizado colectivamente en militancia y cuadros tiene un amplísimo temario pendiente de objetivos pragmáticos, reivindicativos y administrativos, pero lo que no puede tener en su horizonte es la decisión de acallar o reemplazar al individuo y su autonomía, no puede argumentar que toda la acción social está presente en su ideario o que la amplísima perspectiva del pensamiento y de la reflexión han de ser convergentes con sus análisis.
    El tema, insistentemente tratado en las páginas del blog, da para más pero lo dejo aquí.

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