miércoles, 19 de abril de 2017

LA ARBOLEDA PERDIDA. SALVAJE TALA EN RIAGUAS



Fernando Pérez Peña

Conocí Riaguas de San Bartolomé por primera vez hace ya casi 20 años por eso que llamamos el azar de la vida. Desde el primer momento tuve claro que este iba a ser uno de mis lugares preferidos y que, aunque a efectos administrativos no me quede más remedio que estar censado en Madrid, uno en realidad es de aquellos lugares en los  se siente feliz.  ¿Y por qué? Porque estamos hablando de un territorio que posee un patrimonio cultural, histórico y medioambiental impresionante; hay pueblos preciosos como Ayllón, Riaza o Maderuelo, todos ellos de gran valor histórico-artístico, espacios naturales para recorrerlos una y mil veces como las hoces del Río Riaza, paisajes de postal como el que se observa desde el alto de Valdevacas, sabinares milenarios en Hornuez,  hayedos en Riaza…. Y Riaguas, con el paseo arbolado que recibe (recibía) al visitante y  por el que era un placer pasear en primavera y verano y disfrutar de su colorido en otoño. Por todo esto no dudé ni un momento en comprar un pequeño terreno y construir una casa.

Pero desde hace escasamente tres meses algunas cosas importantes han cambiado. Lo que ha pasado en Riaguas es dantesco, en torno al mes de diciembre se han talado 163 árboles. El resultado salta a la vista: han destrozado el pueblo.

Tomo prestadas las preguntas del responsable de Ecologistas en Acción que hace escasas fechas publicó un artículo sobre este tema en el Norte de Castilla: ¿era esto necesario?, ¿no se podía hacer de otra forma? Como las repuestas son tan obvias no me voy a detener ni un segundo en contestarlas. Por supuesto que no era necesario y de serlo es evidente que se debería haber hecho de otra forma. Remito al mencionado artículo, de una claridad meridiana. Tampoco voy a detenerme un segundo en rebatir comentarios como los que dicen que los árboles talados eran muy peligrosos para los coches y  para las personas o que tienen un ciclo de vida y que pasados unos años hay que cargárselos todos, así sin más. ¿No son peligrosos los otros árboles que están en la misma carretera a la altura del puente de Alconada?, ¿No lo son los que bordean las calles de las ciudades?, ¿Por qué se han cortado también árboles de menos de 30 años que no estaban en la carretera de Alconada a Riaguas?
No soy un experto en leyes y por tanto desconozco si la barbaridad de talar de  golpe 163 árboles sin ningún tipo de estudio ni de propuesta alternativa se puede tipificar como delito ecológico. Si no lo es desde luego debería reformarse la normativa para que se incluyera. Desconozco también si existe una figura jurídica que tipifique el daño moral. Porque este es real y desgraciadamente irreparable. Daño moral es el que  sienten personas que al pasear por donde antes existía la arboleda se le saltan las lágrimas de pena,  de abatimiento. Daño moral es tener la sensación  de que ya no estás en tu pueblo. Daño moral es, en fin, sentir que tampoco las generaciones venideras  van a poder disfrutar de este patrimonio medioambiental.
Llegados a este punto no solo sirve lamentarse, la pregunta primordial que debemos hacernos es ¿quiénes son los responsables? En primer lugar yo acuso a la Diputación de Segovia. Desde luego a su presidente y al responsable de acción territorial. Personas que deberían preocuparse por el bienestar de los pueblos que componen la provincia y que, evidentemente  con Riaguas han hecho todo lo contrario. Este es un caso, uno más, que da la razón a todas aquellos que argumentan que esta institución no sirve realmente para nada.
¿Y qué decir de los responsables del  Ayuntamiento de Riaguas? No han defendido en ningún momento el patrimonio medioambiental que existía en el pueblo, tampoco han sido capaces de explicar que se ha hecho con la madera (¿se vendió?,¿se regaló?) ni de exigir la replantación en un municipio cuya masa forestal no llega al 5% del terreno disponible.
Por el contrario he de agradecer sinceramente a una serie de personas que desde el primer momento están ayudando para que se aclare por qué y cómo se ha destruido la chopera y si alguien se benefició de ello: en primer lugar a ecologistas en acción que nos dieron su apoyo de manera desinteresada al minuto siguiente de contactar con ellos. Muchas gracias a su presidente por el artículo publicado en el Norte de Castilla. Gracias a los representantes del PSOE y Ciudadanos en la Diputación por recibirnos inmediatamente. Incluso la responsable de Ciudadanos se pasó por el pueblo con carácter previo a la reunión para ver con sus propios ojos la locura cometida. Gracias, por último, a la representante de  Podemos en la Junta de Castilla y León por visitar también el pueblo y por su disposición a ayudarnos en todo aquello que necesitemos.
Somos muchos los que no nos conformamos, los que vamos a poner todo de nuestra parte para que el pueblo vuelva a tener un paseo arbolado. Esperamos contar con el apoyo necesario.





1 comentario:

  1. Albert Walden

    Comentario
    Aprovechando que los dos artículos anteriores tratan sobre un tema de insistente actualidad, quiero hacer unas pequeñas reflexiones en torno a la frase "hagamos los bosques", ilustrándolas con algunas experiencias propias centradas en las estepas cerealistas castellanas y en sus parameras.
    Visto el cariz y la anticipación que está tomando la intensidad y la frecuencia de las anomalías climáticas,cada vez va a ser más urgente implementar remedios para, al menos, paliar los efectos largamente previstos del experimento atmosférico que la época del "Antropoceno" está generando. Una de las actuaciones claramente más necesarias es la repoblación de estos secarrales con especies autóctonas de árboles y arbustos tanto heliófilos como xerófilos (habitantes de lo extremo) que aún puedan proteger de la erosión y generar suelo nuevo.
    Se está acabando el tiempo para los actos de concienciación festiva, el árbol plantado como alegoría de esperanza y vida es en muchos casos mera representación protocolaria, lo que se necesita es empezar a recuperar las miles de hectáreas en fase de aridización de estas tierras, y eso no pasa ya por algo tan insuficiente y fotogénico como suelen ser "los días del árbol" o cosas parecidas.
    Pongo como ejemplo de repoblaciones efectivas con modestísimos recursos, las prácticas que en algunos pueblos de Castilla hicieron nuestros abuelos o los suyos, sembrando pequeñas propiedades con bellotas de encina o deslindando las fincas con sámaras de fresno, creando un paisaje y unos ecosistemas de bosques isla, o campiñas de bosque galería equiparables ecológicamente a la importancia de la tradicional y milenaria dehesa; claro, que aquella gente seguro que tenían un sentido de la trascendencia -aunque no lo exteriorizaran - que en los tiempos actuales, súbditos de lo inmediato, no tiene cabida.
    Por estos campos quedan pocas sombras de fértiles jardines, sólo la contemplación de los "chaparros" o de las complicadas sabinas luchando cada primavera con sus nuevos brotes por la tierra de Castilla deleitan al caminante.
    Termino con unos párrafos literarios interesantes.
    "Sobre los inacabables páramos, donde la erialidad mineral ha mimetizado de vacío todas las lejanías, todas las escondidas presencias, una incertidumbre se puede observar entre las inesperadas desenfiladas de los diluyentes derrumbes. En el baldío socavado por la erosión, alguna vez se remansa la dispersión para permitir la vegetalidad de alguna escabrosa breña; agrupamientos relícticos que contienen toda la potencialidad del tropismo vegetal y toda la expresividad del suceso contemplado en el contraste de su singularidad universalista.
    En las desoladas parameras las carrascas son las selvas".

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