R. Bistué
A lo largo
de 90 minutos el director iraní Jafar Panahi deja a una cámara fija el rodaje
de su película en el interior del taxi que conduce y desde la que filma.
El resultado
es un interesante documental protagonizado por los múltiples pasajeros que va
transportando por distintos lugares de la ciudad de Teherán; en ese estudio
móvil, las gentes hablan y actúan, cuentan sus historias en cotidiano tono
menor y por eso, construyendo con sus relatos una foto-real de la lejana
sociedad iraní.
Ese
contraste es ya en sí una denuncia del doble rasero de un poder que impone el apartheid
indumentario a la mitad de la población.
Y dentro de
ese taxi amarillo, pequeñas supersticiones, testamentos de víctimas de
accidentes en tránsito hacia el hospital y amorosamente previsores…por si
acaso, trapicheos con reproducciones ilegales cinematográficas de los ilegales
bodrios estadounidenses, denuncias de lesiones a derechos humanos y hasta un
micro-debate sobre la pena de muerte entre una profesora y un… (¡excelente
gag!).
En medio de
todo ello, la sobrinita del taxista-director-actor, conversa y filma a su tío director al que consulta sobre una
tarea escolar: la de rodar un corto “políticamente correcto” por prescripción
de la maestra: lo real frente al realismo ideológico de la autoridad islámica.
Suavemente,
minuto a minuto, la realidad descose el estúpido corsé impuesto por las
decretadas buenas costumbres; y pese a
todo, se salva la cordialidad y otras cualidades que enfatizan la dignidad,
calidad humana y el humor de las gentes.
No es
Taxi Drive…es Taxi Teherán y vale la
pena dedicarle la hora y media que
Panahi nos ofreció como montaje definitivo hace tres años, en 2015.
De Jafar Panahi había oído hablar del documental que le hizo famoso, El Círculo, y que le costó la cárcel. No lo he visto, pero ahora que has comentado sobre este otro, me ha entrado la curiosidad por ambos, así que voy a intentar encontrarlos online.
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